CULTURA
Debajo del agua. De Vicente Climent
La primera novela del periodista indaga en la vulnerabilidad humana
De azul mar, como se nos indicó que era conveniente, he asistido a la
presentación, en el Ámbito Cultural de El Corte Inglés, de la primera novela -decimocuarto libro- de nuestro colega Vicente Climent. Debajo del agua.
Arropado por Quique Olmos en representación de la editorial NPQ
Editores -Grupo Editorial Sargantana- y el también periodista y comunicador Pau Pérez Rico, responsable del ya emblemático espacio cultural de la conocida cadena comercial; asistido por compañeros de 8 Mediterráneo, la prestigiosa televisión autonómica valenciana privada en la que el autor es Jefe de Informativos, frecuente conductor de programas como Nos interesa saber, y eventualmente, El Faro; y acompañado por un público selecto y muy variado - no faltaron políticos de todos los colores, como la vicepresidenta de la Generalitat Susana Camarero o el ex presidente Joan Lerma, académicos, ni una copiosa representación de la cultura valenciana- que superó en mucho elaforo inicial de la sala.
La presentación de una novela, es por sí misma, un acto endémicamente perverso acotado por la necesidad de los asistentes de conocer sobre su contenido, o al menos sobre su temática, y la inoportunidad de arruinar su interés en leerla (el malhadado spoiler). Los que conocemos el poliédrico carácter del autor, su conocimiento transversal y actualizado de la realidad (por su condición de periodista riguroso), su creatividad y su capacidad para relacionar cuestiones aparentemente diversas (tal vez porque es químico de formación) y su humanidad, sus profundad creencias y su sentido del humor (porque es un hombre bueno), nos temimos lo peor.
Y así fue, pero por ausencia total de todo lo que no fuera excelencia. El grupo de virtuales expertos en la materia que Lanzarote de Termos o Tulio Nombela lideran como soporte incondicional que previene al lector sobre excentricidad alguna, por llamativa que fuera, quedó complementada por la inusual ternura del crítico literario que encarnó el niño ucraniano Viktor Sulich. Todo tan fantástico como ordinario, tan extraordinario como común. Todo tan Vicente Climent.
“No es un libro de verano” afirmó desde el inicio, más bien “un trencadís” , en un guiño cariñoso al territorio y a la arquitectura. De lo que también, y a menudo, se ocupa profesionalmente. Es un libro que indaga en la vulnerabilidad humana y en el reconocimiento de esa voz interior que la habita, confesó con un gesto de solemnidad y gallardía.
Y para voz, por cierto, la de Graciela Di Palma, cantante argentina que tras la primicia de “Debajo del agua” (letra y música de Climent), interpretó hasta emocionar al auditorio “Alfonsina y el mar”, como lo hacía la propia Mercedes Sosa.
La velada, inédita y ágil en su desarrollo, supo a poco e incluyó un animado interrogatorio que no logró poner contra las cuerdas al experimentado comunicador metido ahora a novel novelista. Se le vio animado.
Sale cuando lleva escritas más de seis docenas de canciones a la guitarra, así que no es aventurado pensar que no será única. Por el momento vamos a leerla. Y a desearle mucho éxito