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La sociedad civil da una lección de solidaridad

Es tiempo de acción, de cumplir con lo prometido y de preparar, de verdad, para que los estragos de la próxima DANA no dependan exclusivamente de la solidaridad de una sociedad civil que ya ha dado más de lo que se le podía pedir

Vecinos de Paiporta y voluntarios en labores de limpieza.

Vecinos de Paiporta y voluntarios en labores de limpieza.rober solsona

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La falta de coordinación entre instituciones y la respuesta lenta de las autoridades dejan a la Comunidad Valenciana sumida en el caos, mientras la ciudadanía se organiza para suplir las deficiencias de un gobierno que sigue en estado de shock.

La DANA ha golpeado con fuerza a la Comunitat, dejando tras de sí un rastro de destrucción y una evidente muestra de la falta de preparación del gobierno autonómico para afrontar una emergencia de esta magnitud. Inundaciones, daños materiales millonarios, carreteras impracticables, pillaje nocturno, centenares de muertos (220) y pueblos anegados han sido las imágenes de una catástrofe que muchos advertían y que, sin embargo, parece haber tomado por sorpresa a las autoridades. Mientras tanto, la ciudadanía valenciana se ha volcado, literalmente con sus propias manos, en tareas de rescate y asistencia, dejando en evidencia la ineficacia gubernamental y demostrando que la verdadera fuerza de la Comunidad Valenciana reside en sus gentes.

La verdadera fuerza de la Comunidad Valenciana es su gente, mientras los dirigentes se esconden tras excusas y se pasan la pelota de la responsabilidad, la sociedad civil ha dado una lección de valentía, humanidad y solidaridad. Los propios vecinos de los municipios afectados y los adyacentes, especialmente Valencia ciudad, no dudaron en salir a la calle para ayudar a quienes lo necesitaban, organizándose espontáneamente para rescatar a personas atrapadas, evacuar animales, llevar alimentos a quienes quedaron aislados o limpiar las casas y lugares afectados.

Desde el primer momento, hombres, mujeres, jóvenes y ancianos han demostrado que, en los momentos difíciles, los valencianos están dispuestos a arrimar el hombro y luchar por su tierra, sin esperar nada a cambio. Asociaciones, ONGs y grupos de voluntarios se movilizaron en tiempo récord, organizando campañas de ayuda. Este apoyo comunitario no solo ha sido vital para paliar los daños inmediatos, sino que ha servido para recordarnos que la verdadera fortaleza de la Comunidad Valenciana no reside en las instituciones, sino en la unidad y la generosidad de su gente.

No es aceptable que, en pleno siglo XXI, un episodio previsible como una DANA deje a la Comunidad Valenciana en una situación de total vulnerabilidad

El gobierno valenciano no puede permitirse seguir gestionando catástrofes con una mentalidad de improvisación y desidia. La DANA ha puesto sobre la mesa la urgente necesidad de una revisión profunda de los planes de emergencia y de la dotación de recursos suficientes para afrontar estos fenómenos con la eficacia que merece la ciudadanía. No es aceptable que, en pleno siglo XXI, un episodio previsible como una DANA deje a la Comunidad Valenciana en una situación de total vulnerabilidad.

Las autoridades deben entender que gestionar una emergencia no es solo cuestión de enviar mensajes de solidaridad a través de las redes sociales. Requiere planificación, inversión y, sobre todo, una capacidad de reacción rápida que, lamentablemente, el gobierno valenciano no ha mostrado en esta ocasión. La comunidad no puede seguir dependiendo únicamente de la buena voluntad de sus habitantes cuando la situación se agrava. Urgen medidas concretas, y la ciudadanía tiene derecho a exigir responsabilidades y resultados a quienes ostentan el poder.

Que la solidaridad ciudadana no sea la única respuesta. Los valencianos han demostrado una vez más que están hechos de una pasta especial, de esa que sale a relucir en los momentos de adversidad. Sin embargo, la heroicidad de los ciudadanos no puede seguir siendo el único salvavidas en medio de la catástrofe. El gobierno valenciano debe, de una vez por todas, ponerse a la altura de las circunstancias y asumir que su responsabilidad no es suficiente con palabras de apoyo ni con meras promesas de mejora. Es tiempo de acción, de cumplir con lo prometido y de preparar, de verdad, para que los estragos de la próxima DANA no dependan exclusivamente de la solidaridad de una sociedad civil que ya ha dado más de lo que se le podía pedir.

Los valencianos han hablado, y lo han hecho no con palabras, sino con hechos, con esa solidaridad que solo una comunidad unida es capaz de mostrar en momentos de crisis. Ahora le toca al gobierno valenciano estar a la altura de sus ciudadanos y darles la respuesta que merecen.

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