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Alicante y Elche castigan la gestión de Ximo Puig

Si Gabriel Echávarri ha tirado la toalla ante el nulo apoyo de Ximo Puig, el alcalde de Elche, Carlos González, ve peligrar su futuro por la irrupción del "sanchista" Alejandro Soler.

Echávarri y González

Publicado por
Pepe Encarnación

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Ximo Puig ha tenido que intervenir de forma contundente para que Gabriel Echávarri tirara la toalla y anunciara para este 9 de abril su dimisión irrevocable. El president de la Generalitat ha sido duro y hasta diría que cruel con un alcalde que no ha querido reconocer el callejón sin salida donde se encontraba –dos procesamientos por el fraccionamiento de contratos en Comercio y el despido de la cuñada de Luis Barcala- y que ha intentado pilotar un barco con múltiples vías de agua, en el que las ratas hacía tiempo que habían saltado. Puig no ha mostrado esta contundencia con el PSOE de Elche, donde la autonomía del alcalde Carlos González ha quedado mermada en manos del “sanchista” Alejando Soler, que como su jefe de filas, ahora otra vez al mando en Ferraz (Pedro Sánchez), ha renacido cual ave fénix y ha decidido cobrarse venganza.

Si uno se pone en la piel de Puig, hay que reconocer que no debe ser fácil gobernar el Consell con la nacionalista Mónica Oltra de un lado y con los desvaríos de Podemos por el otro, que aunque no está en el Gobierno, la formación morada sí que tiene una posición decisiva en el devenir del Pacte del Botànic.

Pero si a todo ello, le unimos que la segunda y tercera ciudad de la Comunidad Valenciana, Alicante y Elche, están manga por hombro por dos cuestiones diferentes pero cuyos resultados pueden ser similares, es decir, la pérdida del poder ahora o en 2019, mal apaño tiene el president para hacer un cesto decente con estos mimbres de cara a las elecciones del próximo año. Aunque tiene un factor a su favor: el PP está hecho unos zorros.

Ximo Puig está a expensas de lo que decida en Alicante, Ángel Franco, que sigue poniendo y quitando candidatos a su antojo, y de Alejandro Soler en Elche, que cuenta con el apoyo de Pedro Sánchez

El president tiene complicado completar el puzzle. Si en Alicante está a expensas de lo que decida el veterano socialista Ángel Franco, que sigue controlando los hilos del partido y poniendo y quitando candidatos a su antojo, en Elche está en manos de Alejandro Soler, con voz y poder en la sede madrileña de Ferraz. Porque el PSOE de Elche se ha convertido en un polvorín y les voy a explicar algunas de, a mi entender, modestas claves y por qué está tormenta que asola al socialismo ilicitano. El de Alicante lleva así 20 años, por lo tanto estamos más acostumbrados y en poco más de una semana se sabrá si sigue conservando la Alcaldía, que lo hará, porque el tema, a día de hoy, parece atado.

La historia de Elche

Antonio Rodes, actual director general de la empresa pública Sociedad Parque Temático de la Comunitat Valenciana (SPTCV), fue el líder de los socialistas ilicitanos y su portavoz municipal en la anterior Corporación municipal, cuando gobernaba por primera vez Elche una alcaldesa, la popular Mercedes Alonso. Su ambición era ser alcalde, pero ante la imposibilidad de tal gesta intentó, con “la mejor voluntad del mundo”, zurcir un partido dividido, al menos, en cuatro sectores.

Por un lado estaba él y sus acólicos -quizá un tercio de la militancia-, que enseguida consiguieron el pacto con José Pérez, un militante de prestigio y muy popular en el partido y en la Semana Santa local. Por el otro, un sector casi mayoritario capitaneado por Ramón Abad, hombre cercano a Alejandro Soler y al que arrinconaron sin ningún miramiento aunque tenía la base más sólida de militantes, al menos un apoyo igual o superior a Rodes-Pérez. Por otro lado, Loli Asensio, que quería ante todo ser alcaldesa y también fue ninguneada por la antigua dirección aunque quizá, en su caso, se lo merecía. Y por último, el hijo predilecto del ex alcalde Diego Maciá, Carlos González, el mirlo blanco del socialismo ilicitano que había sido ya concejal y diputado nacional y que tenía bastante experiencia en la Administración. Él fue el hombre que debía pegar con pegamento del rápido el partido y ser el cabeza de lista de los socialistas. Lo primero no lo ha conseguido, lo segundo sí, y en condiciones verdaderamente difíciles al no ser la lista más votada, que en este caso fue la del PP.

Era una situación complicada pero que supo resolver el socialismo ilicitano gracias a la buena labor de Rodes, aunque en política, como casi todo en esta vida, siempre quedan cadáveres por el medio. Sin embargo, Carlos González tenía todo el tiempo del mundo para captar más seguidores y unir un PSOE descosido y cansado tras perder la Alcaldía después de mandar en la Corporación municipal durante 32 años de forma ininterrumpida.

Carlos González ha sufrido el duro golpe de ver cómo Patricia Macià y Héctor Díez, han cambiado de bando

Sin embargo, pasaron los meses y los años y Carlos González fue incapaz, o simplemente no quiso o no lo dejaron captar más adeptos a su causa. Es más, no sólo no ha podido agrandar su influencia en el PSOE local, sino que ha tenido un retroceso considerable al cambiarse de bando gente de su confianza como la edil Patricia Macià o el propio concejal Héctor Díaz, ahora los dos apoyan a Alejandro Soler. ¿Pero qué ha pasado aquí?

El PSOE, por norma, suele respetar a sus alcaldes para que vuelvan a repetir en el siguiente mandato, pero el caso de Carlos González puede ser muy peculiar. No sé si alguien en sus cabales puede consentir que le confeccionen la lista del número 2 al 11 como parece va a ser su destino.

Ahora en abril empezaremos a ver parte del final de esta historia, que igual no acaba como un cuento de hadas. Carlos González ha pedido ayuda al entorno de Ximo Puig, pero éste o no se la ha querido dar o simplemente se ha centrado más en Alicante, creyendo que Elche, a pesar del candidato que salga elegido, seguirá gobernado con la suma del resto de la izquierda. Además, siempre quedará Ciudadanos para echar una mano si la cosa se pone fea.

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