David Caballero (Ciudadanos): cuando la silla te la mueven tus compañeros
En los tiempos que corren nadie tiene el puesto asegurado, y menos los políticos. La irrupción de tantos partidos con representación, disminuye los trozos de tarta a repartir.
Hay partidos que aún no tienen hechos los deberes de cara a la que se avecina: unas elecciones municipales y autonómicas decisivas para el devenir de la gobernabilidad del país. Elche no es la excepción, aunque curiosamente, el partido que más luchas internas ha soportado estos más de tres años, el PP, sí que tiene las cosas claras en cuanto a quien será su candidato a la Alcaldía. Y es que Pablo Ruz se ha convertido no sólo en el favorito para hacerse con la vara de mando del Ayuntamiento, sino que ha dado un paso cualitativo en el organigrama de Pablo Casado. Su futuro político a día de hoy, es bastante halagüeño.
Sin embargo, sus rivales y algunos futuros socios de ese hipotético gobierno popular, no lo tienen tan claro, lo que lastra sus posibilidades. Un claro ejemplo lo tenemos en Ciudadanos, un partido del que se espera pueda dar un salto electoral que le coloque en disposición de formar un gobierno o negociar un pacto, bien con el PP o con el PSOE, aunque ideológicamente casa más asociarse con el primero.
Pero en Cs hay movimientos, califiquemos de extraños, que intentan mover la silla de su actual líder local, David Caballero. A estas alturas de la legislatura no se entiende que se tenga que esperar a enero o febrero para que la formación naranja dé el nombre del futuro “mirlo blanco” o ratifique al actual portavoz. Es un tiempo que se pierde y contamina, porque cuanto más larga se hace la espera más incertidumbre provoca en la organización política, y eso el votante lo percibe.
Caballero llegó al Ayuntamiento de la mano del ciclón Albert Rivera, sin experiencia política, y menos en el municipalismo. Lo que parecía un claro inconveniente, se convirtió en una ventaja para el débil gobierno del tripartito, porque el sustento en el poder se lo debía a un hombre acostumbrado a la gestión privada muy alejado de los intereses que se mueven en la acción política: a veces, la política y el interés general no van de la mano.
Con el tiempo, como todo en la vida, Caballero y su equipo fue mejorando su labor una vez que iban aprendiendo los trucos propios de este noble oficio. De hecho, su “virginidad” en este campo de la gestión pública, le hizo pensar más en los intereses de Elche que en los suyos propios (un líder a la vieja usanza lo primero que hace es sentar las bases de su permanencia en el cargo más que ocuparse por los vecinos); ya, muy triste.
Su “virginidad” en este campo de la gestión pública, hizo pensar a Caballero más en los intereses de Elche que en los suyos propios
Rechazó pactar una moción de censura con el PP e Ilicitanos por Elche porque consideraba que el alcalde Carlos González no lo estaba haciendo tan mal como para apartarlo de la Alcaldía. No había casos de corrupción y el bloqueo del equipo de gobierno durante los primeros nueve meses era más por la gestión de Ilicitanos por Elche que por culpa del primer edil. Error. Según fuentes del entorno de su partido, ahora han reconocido a EsdiarioCV que ahí tuvo que dar un puñetazo en la mesa y hacer saltar el tripartito por los aires. Las mismas fuentes argumentan que no lo hizo por responsabilidad y porque realmente quería hacer algo nuevo en política: simplemente que triunfaran las ideas; "la ingenuidad del que llega de nuevas a la política". Ahora, igual las cosas serían diferentes, pero la oportunidad ya pasó.
En los mentideros políticos ilicitanos se habla de dos nombres como “sustitutos de Caballero”: el diputado autonómico de Cs, Emigdio Tormo, y Daniel McEvoy, ex concejal de Educación por el PP. Del primero nadie duda de que seguirá ostentando un puesto importante en Ciudadanos, pero del segundo hay más dudas. Y las hay por dos razones: “ha traicionado” dos veces a la gente que confió en él, concretamente a sus ex compañeros de partido Mercedes Alonso y Pablo Ruz. A la primera encabezando una corriente crítica que tanto daño le hizo en su gestión como alcaldesa; al segundo, porque se suponía que iba a ser una de las piezas claves del PP de la renovación, y esa persona elegida voló no para quedarse en su casa, sino para afiliarse al partido que se disputa el mismo espacio electoral, Ciudadanos. El malestar entre los populares en "mayúsculos", según indicaron fuentes del Partido Popular.
Así que vistas las posibilidades de la formación naranja, sería un error descabalgar ahora a Caballero, que está aprendiendo la lección porque “la letra con sangre entra”. Pero si hay algo en el que son especialistas los partidos es en tocar algo que funciona para empeorarlo.
González se ha quedado solo, hasta sus ediles “más fieles” se han ido con Alejandro Soler
Que se lo digan a Carlos González. Si a David Caballero le están meneando la silla ni qué decir tiene lo que le pasa al alcalde. Está como asido a la butaca esperando noticias de lo mío. Lo normal es que el PSOE, como es tradición, respete su norma interna por el que el alcalde es automáticamente el candidato a encabezar la lista electoral. Pero González se ha quedado solo, hasta sus ediles “más fieles” se han ido con Alejandro Soler. El secretario general de los socialistas y ex alcalde tiene ahora un puesto muy motivador, sobre todo por su sueldo, en el Sepes, pero este es un cargo que puede durar dos años o tres meses. La debilidad parlamentaria de Pedro Sánchez, su gran valedor junto a José Luis Ábalos, igual le impulsa no sólo a confeccionar la lista, sino incluso a encabezarla. Ya se verá.
En cuanto a Compromís tampoco parece que vaya a repetir Mireia Mollà, teniendo en cuenta que la irrupción de Podemos mermará los excelentes resultados que obtuvo en 2015 la formación nacionalista.
Por último, una breve mención a Jesús Pareja, el líder del Partido de Elche. No se sabe muy cómo pero todo indica, hay sondeos a nivel local que así lo atestiguan, que seguirá con asiento en el salón de plenos. Él y Pablo Ruz encabezarán sus respectivos partidos, el resto, a rezar o tocar en el momento oportuno esas teclas que en la actualidad desafinan.