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El quieto de Pedro

"A Pedro no se le conoce más que por su habitual hábito a la estulticia. Un personaje, que ha pasado, de tenerlo todo hace unos meses, a complicar la vida a todo un país".

El quieto de Pedro

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César Sánchez

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A lo largo de estas últimas semanas, Pedro Sánchez me recordó al viejo coronel. A diferencia de aquel pobre hombre que trabajó toda una vida sin encontrar justicia, a Pedro no se le conoce más que por su habitual hábito a la estulticia. Un personaje, que ha pasado, de tenerlo todo hace unos meses, a complicar la vida a todo un país por no se sabe muy bien que ambición, hasta el momento sólo se le conoce la de vivir en los altos vuelos de Moncloa.

Ha pasado de todo esto y mucho más, a que no tenga quien les escriba, solo hay que ver las tertulias que no dejan de amenizar televisiones, radios y charlas de café. Un nuevo Gran Hermano, que deja atrás el triste episodio conocido, con evidencias de lo mucho que queda por hacer para que haya más de todo, especialmente justicia y respeto a la mujer. Volviendo al que todo lo tuvo.

Aguantó con su famoso manual de resistencia noches enteras sin dormir, hasta que pasadas 24 horas de la cita electoral que nunca se debió producir, decidió probar el bálsamo populista y caer en una placentera siesta chaletera en Galapagar

Pudo pactar con Ciudadanos, no entraré en detalles de ego, rechazó los pactos de estado que Pablo Casado le ofreció, polarizó hasta el extremo de hacer que la moderación y la centralidad quedasen tan debilitados como insuficientes (vaya por delante que el PP siempre aspirará a conciliar una gran mayoría social moderada) y aguantó con su famoso manual de resistencia noches enteras sin dormir, hasta que pasadas 24 horas de la cita electoral que nunca se debió producir, decidió probar el bálsamo populista y caer en una placentera siesta chaletera en Galapagar.

De allí es mi admirado José Tomás, en su caso el quietismo es una obra de arte, en el caso del personaje Sánchez, una incapacidad. Ahora bien, si damos como hecho probado que Pedro Sánchez dice una cosa un día y la contraria por la tarde, si asumimos que miente, que guarda silencios solo comparables a los de la Maestranza con el de Galapagar esperando al macho, no el alfa, que aguarda mansamente su momento en la Casona -residencia presidencial de la República de Venezuela- , si asumimos que viene a destruir la más joven y envidiable democracia de la Europa moderna, a permitir que el zorro custodie el gallinero, si asumimos todo, si lo hacemos y aceptamos populismo, comunismo y secesionimo como animal de compañía, que España nos quedará, por mucha esperanza que nos ofrezcan las palabras de Bismarck. Salvador Espriu en uno de sus poemas de Pell de Brau, que cita César Antonio Molina, dice “todo un pueblo no puede morir por un solo hombre” de momento nos ha quitado el sueño, y no creo que 47 millones de almas ni quepamos ni queramos dormir la siesta en la Casona cuando se acerca el instante más oscuro.

No sabremos el precio que se pagará por el colaboracionismo, ni nos podemos hacer una idea de los riesgos que tendrá para España tener un Vicepresidente comunista. Lo que nunca hará el PP es blanquear camisas manchadas de sangre, ni permitir que se fracture la España de todos, ni favorecer la pesadilla del populismo, aunque tengamos que estar en vilo, atentos, y preparados para librar una nueva contienda por la España en que creemos, plural y diversa como representa nuestro escudo, exitosa, audaz y orgullosa como muestran las gestas de nuestra bandera y democrática y constitucional, en la que todos los ciudadanos son libres e iguales, vivan en Ferrol, Gerona o Mazagón.

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