La derecha de Alicante busca centrarse

El último pleno del Ayuntamiento de Alicante ha dejado varios concejales señalados y daños colaterales que debía de reparar lo antes posible el alcalde Luis Barcala.

Por un lado, se ha podido comprobar que el bipartito tiene fugas por donde se puede fracturar el actual equipo de gobierno. El desmarque de Ciudadanos del Partido Popular en temas como el 'pin parental', el uso del valenciano en la ciudad o el aborto, son una muestra de que el partido que lidera Mari Carmen Sánchez trata de recuperar un centro de donde no debió moverse. Además, deja en evidencia al PP, que ha apoyado las iniciativas de Vox y manifiesta a las claras que la estrategia de la derecha, quieran o no los 'populares', la marca el partido de Mario Ortolà-Santiago Abascal.

De otra parte, la trifulca que le montaron los funcionarios al alcalde en el salón de plenos es un serio aviso a Barcala. Es complicado, por no decir que imposible, desarrollar una gestión municipal con futuro con los trabajadores en contra. Y es que en campaña electoral se promete hasta lo que no se puede ofrecer, como hizo Barcala comprometiéndose con los sindicatos a subir el sueldo de los funcionarios a dos semanas de las elecciones municipales. Prometer y prometer hasta lograr el objetivo: la Alcaldía. En este apartado queda muy tocado el concejal de Recursos Humanos, José Ramón González, el gran sacrificado de Barcala.

Pero el meollo de la gobernabilidad del Ayuntamiento está en el pacto con Ciudadanos, que sufrirá examen en marzo, cuando se elegirá al líder nacional de la fuerza naranja. Son muchas las voces en los 'naranjitos' que no quieren a Inés Arrimadas, a la que culpan de haber hecho seguidismo de la política errónea llevada a cabo por Albert Rivera. Y lo que no quieren una buena parte de los simpatizantes de Cs es que el partido siga en brazos del PP, y lo que es peor, de la extrema derecha. Por eso ese distanciamiento en algunos puntos claves para la 'derechona' patria. Buscar el centro es una tarea ardua y complicada.

En Alicante se espera un acercamiento al PSOE, pero si sigue Arrimadas, parece del todo imposible. Las relaciones con la formación que encabeza Paco Sanguino son excelentes, aunque una cosa es llevarse bien y otra compartir gobierno. Además, todo hace indicar que Cs y Vox van a apoyar los presupuestos del PP, con lo que Barcala garantizaría su continuidad como alcalde. Sin embargo, en este país, visto lo visto, cualquier cosa puede pasar en un tiempo convulso para la política.

Por lo demás, el pleno contó con la intervención por primera vez en siete meses de Carlos Mazón, edil y presidente de la Diputación Provincial de Alicante. En sus dos intervenciones defendió su política respecto al Fondo de Cooperación Municipal, culpando, por su puesto, a la Generalitat Valenciana, e hizo un apoyo decidido al trasvase Tajo-Segura y Júcar-Vinalopó. Es lo que tocaba, estar al lado de un trasvase que tiene los días contados pero que no hay más remedio que apoyar, como lo demuestra el hecho de las declaraciones del propio presidente Ximo Puig, en este sentido. Sorprendió que PSOE y Unidas Podemos votaran en contra. Natxo Bellido estuvo más hábil al abstenerse. La vicepresidenta Mónica Oltra está cambiando el discursos. Igual es porque la consellera de Agricultura, Mireia Mollà es de Elche.

Nada más reseñable. Demasiadas iniciativas más propias del Parlamento español que de un Ayuntamiento, pero es lo que consigue Vox. Mario Ortolá persigue aplicar el programa nacional y no solo no le molesta que le increpen, lo desea, porque sabe que aunque sea para mal, lo mejor en política es que hablen de uno. Sus temas, por lo general, son de lo más 'casposo', pero esa táctica está complicando la existencia al PP y a Cs. Ambos quieren huir al centro, pero la realidad de los números es que necesitan al menos un concejal más para sacar adelante temas de calado. Y Vox, espera y lanza señuelos. Qué lejos y caro está el centro.