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La vicealcaldesa Sánchez, Arrimadas, Cantó y los santos tranquilos

La vicealcaldesa de Ciudadanos y la Reliquia de la Santa Faz han sido los protagonistas en una semana ajetreada en Alicante, que demuestra una vez más que no hay nivel político.

Mari Carmen Sánchez durante su etapa en el parlamento valenciano.

Publicado por
Francisco Giménez

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Lo ocurrido en Alicante en esta semana no es para tomárselo a la ligera, aunque en otros tiempos menos tenebrosos sería la chanza de cafés y tertulias. Que una vicealcaldesa, del partido de Inés Arimadas y Toni Cantó -no son lo mismo pero cada vez los diferencio menos-, suba un vídeo desde su casa en plena pandemia con miles de muertos y desempleados repitiendo varias veces que “me aburro, me aburro mucho...” resulta tan grotesco que no me quedan adjetivos para señalar tan maña gilipollez propia de una adolescente desnortada, no del cargo que ostenta.

No conozco personalmente a Mari Carmen Sánchez. Me cuentan mis amigos alicantinos, que fue bellea y que sigue muy ligada a este mundo festero, donde siempre he atisbado ciertos claros y oscuros. La Fiesta me ha creado una distorsión desde la pubertad, cuando empecé a conocer la historia de este triste imperio dividido en 17 reinos de taifas tan insignificantes como lo es el propio país dentro del tablero internacional.

Esa España de la charanga y pandereta que denunció Antonio Machado nunca ha ido conmigo. No es que no me guste el jolgorio, la alegría, el sol, las terrazas o lo que ustedes imaginan.., pero es que compartirán conmigo que de una fiesta inventamos mil, incluso de urbanizaciones o la fiesta del portal. Como hace buen tiempo... Sabemos que detrás de la fiesta se esconde un negocio muy lucrativo, negocio que colapsa a las primeras de cambio como estamos comprobando con las consecuencias del criminal virus.

Pero volviendo a Mari Carmen Sánchez. También me cuentan que es muy buena persona, simpática, sensible, cercana...Menos mal. Si esto es cierto, la honra. Al menos, no parece que haya matado a nadie. Sin embargo, pese a sus virtudes personales, que nadie duda, está claro que no puede seguir ni un minuto más como vicealcaldesa y como máxima autoridad del Turismo de Alicante. Tiene que dimitir, sobre todo cuando una corte de sopla gaitas lanzan, según los hosteleros y comerciantes, amenazas contra aquellos que osan criticarla. Aquí no se cuestiona su valor personal, sino su diligencia política. No hay otra: debe dimitir; su inutilidad política es palmaria.

No contentos con la que se ha liado en Alicante y con su dichosa vicealcaldesa, va el Gobierno, encarnado en la subdelegada de Alicante (PSOE), y no se le ocurre otra cosa que prohibir que la Reliquia de la Santa Faz bendiga la ciudad contra el Covid-19.

La idea partió del alcalde Luis Barcala, y sino fue de él, seguro que de alguno de sus adláteres. Uno, que ni es ateo ni devoto, no acierta a entender la ocurrencia. Cada cual es libre de pertenecer o no a un determinado credo, pero lo que no parece muy lógico es que en este país saquemos a pasear al santo o la santa como si no hubiéramos avanzado lo más mínimo.

Lo curioso es que se ha formado un revuelo donde todos opinan. Incluso Vox, representante del espíritu nacional-católico, señala a la izquierda radical por prohibir un acto en pleno estado de alarma. Señores, llevamos 20.000 muertos oficiales, creo que la Iglesia debe tener otro papel. El de rezar para sus acólitos y ayudar en lo que se pueda a los más vulnerables. Esto último, por cierto, una labor encomiable.

Sin embargo, lo mejor sería dejar a los santos tranquilos recluidos en sus jaulas de oro para una mejor ocasión. Tiempo habrá de pasearlos si las condiciones metereológicas lo permiten. Es el momento de la ciencia. Sin ella estaríamos muertos.

Y luego se produce la oleada popular. Todos opinan. ¿Y adivinan quiénes apoyan? Pues sí. Las principales entidades festeras de Alicante han pedido a través de una carta a la subdelegada del Gobierno, Araceli Poblador, que permita salir a la calle a la Santa Faz. Quiénes son: las Hogueras, Semana Santa, Moros y Cristianos, partidas rurales, barrios y festejos tradicionales. Lo dicho, compañero Machado.