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¡Por favor, no acojonen!

No nos acojonen por favor. Quédense en casa con la mantita, las madalenas y el café con leche y dejen de tocar los cojones

Casilda ante el nuevo libro de Manuel Avilés 'En la cuerda floja'

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Manuel Avilés

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En mi pueblo de la Andalucía profunda, reinaba el alcalde Mehincho con dos adláteres que escenificaban el triplete poderoso: el cabo Colomera, guardia civil caimán, era el poder militar y fáctico, una fuente del derecho inmediata, ejecutiva y sin posibilidad de recurso. El párroco –con su novia formal y todo- representaba la unión del trono y el altar, el ideólogo capaz de transmitir la voluntad de Dios a aquella banda de analfabetos de la que yo formaba parte. El alcalde -en la cúpula civil por designación directa del Movimiento Nacional- y el cabo -poder civil y militar reunido en su persona- tenían su reclinatorio reservado con un lugar preeminente en cada misa mayor. Allí convergían de manera visible y flagrante los oropeles del nacionalcatolicismo rampante.

Mujeres y hombres ocupaban en la iglesia lugares separados – quien evita la tentación, evita el peligro- y el cura, Júpiter tonante, usaba los sermones dominicales, los festivos, los de bodas, bautizos y comuniones y los de los funerales sobre todo, para dejar a la grey convenientemente aleccionada y sumisa. ¡Esos que van al cine a ver películas que atentan gravemente contra la moral! – él tenía un cine que llamaba 'patronato benéfico y social' y que solo ponía películas de Joselito, Marisol, Ben Hur, Los diez mandamientos etc…

“Expertitud”. Por mucho menos hay gente que ha suspendido una oposición para ordenanza de ministerios

El paradigma de la perversión era Mogambo, en la que salían Ava Gadner y Grace Kelly, inspiradoras de malos pensamientos y con las que nada tenían que hacer las mujeres de aquel pueblo. El beneficio social del cine era para el cura, solo faltaba. Es una mierda ser abuelo y tener memoria-.

¡Esos! ¡Van a ver las penas del infierno en primera persona! ¡Van a sentir las caricias de Satanás por toda la eternidad! Su novia atendía extasiada, a punto de levitar, y ambos comulgaban con expresión piadosa porque el asunto del sexto mandamiento se refería a otros. Un día, un valiente que desconocía los mecanismos de poder del pueblo, un forastero, se levantó y dijo: ¡Si hay que ir al infierno se va, pero no nos acojone!

Nunca lo volví a ver por allí, desconozco qué suerte corrió. Cuento esto por la proclama de esos abuelos, que en su día fueron militares.No estoy de acuerdo con muchas cosas que hace este gobierno. Mucho menos con las patadas al diccionario de la vicepresidenta que habla de la “expertitud” del médico Simón. Por mucho menos hay gente que ha suspendido una oposición para ordenanza de ministerios. Nunca he votado a la derecha, muchas veces al Psoe y dos a Podemos. Nunca más los votaré porque desde la última elección voto a los animalistas.

De ahí a clamar por un golpe de estado y por fusilar a mansalva, hasta llegar a veintiséis millones, va un abismo de irracionalidad. Aluden a las maniobras del 36 como si se tratara de unos juegos de guerra y no una masacre de principio a fin. Quieren atajar la situación extirpando el cáncer y ellos forman parte del mismo.

Cuando oigo hablar de deterioro de la Patria compro un traje de faena usado, una pala y una cantimplora y me pongo a cavar trincheras

¿Soy yo también uno de los hijos de puta fusilables? Lo digo por irme preparando a bien morir, como se decía antes. No han terminado de manifestarse los del grupo de chateo y salen otros afirmando que ….”preocupados por el progresivo deterioro sufrido por nuestra Patria…” ¡Peligro!

Cada vez que oigo hablar de deterioro de la Patria me voy a la tienda de segunda mano, compro un traje de faena usado, una pala y una cantimplora y me transmuto en soldado de El Ferral del Bernesga presto a cavar trincheras. Manda huevos, Pardo Zancada y el nieto de Franco erigiéndose como defensores de la democracia. Falta Milans del Bosch.

No nos acojonen por favor. Déjense de aventuras militaroides que no son sino alucinaciones paranoicas de abuelos cebolleta. Ustedes ya no son nadie. Mandan menos que yo cuando hacía guardias en el polvorín de Sardón de Duero. Ser ex general, o ex coronel – lean mi anterior artículo “Conloqueyohesido”- es ser nada, de modo que quédense en casa, con la mantita, las madalenas y el café con leche y dejen de tocar los cojones-.

Dicen que tienen un mínimo respaldo parlamentario. Nada. Voy rápido por el traje de faena y la pala, no sea que los jubilados – como yo- sean el enemigo inservible que ataca. ¿Esto es eso que llamaban ruido de sables y que creíamos desaparecido definitivamente? No sufran, el sable de estos abuelos es tan peligroso como el mío, es decir, nada.

Margarita déjelos en su casa y no haga caso a la podemita Belarra, que no le llega a usted ni a la altura de la alpargata

Margarita Robles – usted me conoce de sobra, que en algún momento trabajamos juntos- no se meta en querellas y fiscalías con estos abuelitos revoltosos. Imagínese que los condenan. Sería un problema para la cárcel privilegiada a la que fuesen a parar y un problema para los médicos penitenciarios que tendrían que pasar el día tratando achaques. Sabe usted que a ciertas edades, cuando no es la próstata es el riñón, cuando no la tensión y cuando no el lumbago.

Déjelos en su casa y no haga caso a la podemita Belarra, que no le llega a usted ni a la altura de la alpargata y se atreve a criticarla con el atrevimiento que nace de la ignorancia. No acojona quien quiere, sino quien puede y estos abuelos cargados de estrellas y de medallas – alguna incluso será pensionada- carecen de cualquier capacidad para asustarnos – olvido el traje de faena y lo de cavar trincheras-. Lo suyo es lo que se estudiaba en derecho “un delito imposible”.

Tampoco es cuestión de darle clases a usted que me entierra en sabiduría. La realidad no da tregua. Ya verán como no nos dejan ni comernos tranquilos el turrón a los abuelos que sí somos pacíficos y no andamos con pronunciamientos catastrofistas ni con ganas de fusilar a nadie. En Alicante – mientras escribo esto en el puente festivo- hace un frío de tres pares y tomo conciencia de mi pobreza energética racionándome la calefacción.

Me viene a la cabeza irremediablemente un poema atribuido a Ibn Sara: “Gentes de este país, no recéis/ no os apartéis de las cosas prohibidas/ Así podréis ganaros un lugar en el infierno/ donde el fuego es tan reconfortante/ cuando sopla el viento del norte.”Me vendría bien ahora mismo ese infierno con el que amenazaba, en mi pueblo, aquel cura trabucaire a quienes veían Mogambo, un cazador por el que luchaban dos mujeres.

Cuando lean esto andaré por León, echando de menos ese infierno y disfrutando en una mesa redonda en el aula magna de la universidad. Los estudiantes me rejuvenecen y me deprimen. Son tiempos que jamás volverán. Hablaremos de narcotráfico “En la cuerda floja”, del afán desmedido de dinero que hace a la gente meterse en ciénagas de las que siempre sales escaldado.Yo no tengo ningún problema, soy un tipo rico porque sé bien que la riqueza no se mide por lo que posees, sino por aquello de lo que sabes prescindir. Así no tienes que enfrentarte nunca a una regularización fiscal, ni pasar vergüenza como otros. No hay como vivir al modo de Cicerón “nec metu, nec spe”- sin miedo y sin esperanza-, así nunca te cogen desprevenido.

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