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La Navidad, la religión y las horteras

Señora concejala: mucho antes de que naciera Jesús de Nazaret las religiones ya hablaban de un ser extraordinario y de una virgen. No sea hortera y no confunda ser progre con ser chabacana

Sandra Gómez, Vicealcaldesa en el Ayuntamiento de Valencia

Publicado por
Manuel Avilés

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Mi espíritu navideño es cero. Me asombro –el andar a todas horas con el coronavirus nos tiene hasta los moños de aburrimiento-. Me asombro, digo, de los medios que hacen un drama porque hay mil o dos mil camioneros atascados en el canal de la Mancha. Los ingleses se empeñan en ser como siempre: unos chulos inasequibles al desaliento que se sienten superiores al resto del mundo. Soy solidario con los camioneros y entiendo su trabajo esencial en la actividad económica y social.

¿Es un drama que los camioneros cenen un bocadillo y duerman en la cabina del camión en Nochebuena? Es su trabajo, tan esencial como otros, y tiene muy poco de extraordinario. No me voy a poner a llorar porque anden amontonados en Dover soñando con su familia, con el pavo y los villancicos. Yo me he pegado veinte o treinta Nochebuenas y Nocheviejas en la cárcel y no por eso pido un monumento, ni que me otorguen la medalla al mérito civil de manos de ningún rey. Hay mil profesiones que sufren mil incomodidades. Cada una la suya. El ministro de transporte, por cierto, en lugar de ir al túnel o al canal a ver el jaleo e intentar negociar una solución rápida, se dedica a pontificar sobre la igualdad ante la ley que disfrutan los gobernantes catalanes que organizaron el golpe de 1-O. Pueden vestirlo de rosa, pueden ponerle un lazo, pero eso fue un golpe de estado. No el tejerazo, pero golpe.

Las Nochebuenas y viejas en las cárceles son peculiares. O lo eran, que yo he perdido hasta el recuerdo de aquel trabajo. Los presos –cosa de la cultura judeo cristiana en que hemos estado inmersos desde hace siglos- se ponían morriñosos, añoraban a la mujer, a la madre, a los hijos –como los camioneros en el paso del canal, como los emigrantes, como los militares en misiones internacionales-. La administración intentaba endulzar esos días y tiraba la casa por la ventana con un menú espectacular: sopa de marisco, pierna de cordero, turrón… Cuando yo era joven, y el último mono de la cárcel, hasta había vino. Luego cerveza y los presos potentes económicamente perdían el culo por acumular dos o tres vasos -lo legal era uno por persona- para ponerse en condiciones en un día tan señalado. Luego, el vino y la cerveza se suprimieron y llegaron otras drogas. Había presos que, antes de la Navidad, se procuraban sus pastillas o sus dosis de lo que fuese porque, como oí decir a uno, “la droga me quita cárcel” y “yo me monto la fiesta a mi manera”.

¿Es un drama que los camioneros cenen un bocadillo y duerman en la cabina del camión en Nochebuena?

Más de una Nochebuena y vieja terminaban como el rosario de la aurora en aquellos comedores colectivos y en aquellas galerías amontonadas, hoy convertidas –tras el pertinente lavado de cara- en palacio de justicia porque todos los “colocones” terminan sin dudarlo en un follón de tres pares.

Una Nochevieja –permítanme la enésima batalla de abuelo cebolleta- yo no era ya el último mono de la cárcel, era el director, aunque seguí metido en el fango como el primer día. Había quedado con dos jueces para cenar y brindar por el año nuevo. Habíamos puesto diez mil pesetas por pareja, lo que nos daba la posibilidad de una cena familiar y lujosa a todo trapo. Ambos jueces, más o menos de mi quinta, siguen en activo y yo soy el único desecho de tienta.

Quise quedar como dios con los funcionarios y en el relevo nocturno, cuando entraban los que pasarían la noche en la cárcel como los camioneros en el canal, pasé con dos botellas de cava para desearnos todos un magnífico año 1992, creo recordar.

Mi gozo en un pozo. Falta un preso y no sale el recuento. Vamos a contar otra vez y otra y otra. No hay cojones. Falta un preso y no hay cena ni uvas ni matasuegras ni gambas ni hostias. Las campanadas nos dan buscando al tío que falta. Pasada la una de la madrugada, cuando mis colegas comensales ya habían hecho la digestión de las uvas y el marisco, apareció el tipo en un aseo, tirado en el suelo detrás de la taza del váter y con una jeringuilla clavada en el brazo. Se salvó por los pelos. Si los funcionarios tardan diez minutos más no lo cuenta.

Mi novia guapísima lloraba como una Magdalena, el rímel con churretes por toda la cara y la estola de plumas negras brillantes tirada por el suelo con un cabreo monumental y lógico. Conseguí que aplazara un par de días su decisión de dejarme –aún la entiendo y le alabo el gusto- y, después de pasar dos controles policiales que buscaban ya gente pasada de copas a la una y media de la madrugada, llegamos a cenar a las sobras. Las navidades en las cárceles siempre han sido conflictivas y entonces no había ni bufandas ni paga de cien euros por tener servicio esos días señalados.

“El infierno son los otros”: los plastas, los golfos, los vividores, los vecinos coñazos, las feministas rabiosas, los sindicalistas, los políticos trepadores e inútiles…

No puedo dejar de comentar la última gilipollez que leo en un periódico y me borro de leer noticias en este año nefasto. He votado a los socialistas más de veinte veces. Nunca a la derecha. Dos veces a los podemitas y las dos últimas a los animalistas. No soy creyente. No creo que la madre de Jesús de Nazaret fuera virgen ni que él fuese engendrado por ningún espíritu santo. No creo que vayamos a resucitar y a rendir cuentas ante nadie. No creo que recibiremos ningún premio ni castigo en ninguna vida eterna porque, como decía Sartre “el infierno son los otros”: los plastas, los golfos, los vividores, los vecinos coñazos, las feministas rabiosas, los sindicalistas que se hacen los imprescindibles, que pasean el folio y no dan golpe, los políticos trepadores e inútiles… Ahí está el infierno y no en ninguna caldera con Pedro Botero machacando con el tridente.

Una señora, líder socialista en Valencia –menuda mierda de líder, que por sus obras las conoceréis- ha tenido la ocurrencia de ser original en su felicitación navideña. No es mi prima aunque se apellide Gómez. Hay en su felicitación una mujer joven, abierta de piernas, con un gesto de dolor y chillando como se chilla en un parto. La imagen pretende ser de un portal de Belén moderno y alejado del almíbar de los nacimientos clásicos.

La frase felicitadora no tiene desperdicio: Hasta Dios nació del coño de una mujer. Que el día de hoy sirva también para recordar lo maravillosas, increíbles e importantes que somos las mujeres. (Y para que recordemos nosotras cuánto vale nuestro coño)”.

Es imposible –dejemos aparte la sintaxis y la redacción penosa- ser más hortera, más vulgar y soez. No soy miembro de los abogados cristianos ni propugno denuncias penales ante el mal gusto, la zafiedad y la ordinariez.

No sea hortera y no confunda ser progre con ser chabacana. Ni a la sombra de Ábalos le auguro éxito político con semejantes gilipolleces

Señora concejala: mucho antes de que naciera Jesús de Nazaret, las religiones precedentes[1], los cultos védicos en la India o las creencias maniqueas en Mesopotamia, ya hablaban del nacimiento de un ser extraordinario, de una virgen. Las religiones sumerias, acádicas, ugaríticas o cananeas, también. Hasta Mahoma –con él no se atreve usted porque los moros son cosa seria- participa en su invento religioso de ritos, tradiciones y leyendas tomadas del cristianismo y de religiones anteriores.[2]

¿Cree usted que quienes hemos nacido de una mujer –todos-, quienes tenemos mujer, hermanas, hijas y hasta nietas, necesitamos que nos explique de esa forma sangrante y grosera, para llamar la atención, la importancia de las mujeres?

En más de mil artículos –escritos algunos antes de que usted naciera- le he dado cera a todas las religiones. Todas son un intento de explicar la realidad de manera acientífica y de acaparar poder sobre los grupos humanos con el cuento de la muerte, el paraíso, la resurrección y el juicio final. Nunca he faltado al respeto ni a Jesús de Nazaret –personaje histórico importantísimo, aunque no resucitara- ni a su madre que sufrió, como tantas otras, el asesinato de un hijo que incomodaba a los poderes fácticos y corruptos de la época.

Destaque usted en política de otra manera. Llame la atención por sus obras en beneficio de los ciudadanos. Deje el coño para menesteres íntimos. No sea hortera y no confunda ser progre con ser chabacana. Ni a la sombra de Ábalos le auguro éxito político con semejantes gilipolleces.

[1] Lea usted por el ejemplo El catolicismo explicado a las ovejas de mi amigo Juan Eslava Galán

[2] Lea usted Mahoma de Gaudefroy-Desmombynes; Historia de las creencias y las ideas religiosas de Mircea Eliade o El terrorismo integrista ¿Guerras de religión? De un servidor que gustosamente le regalaré para que aprenda.

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