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Platos rotos

España en gran medida vive del turismo, como Suiza de la banca, o Japón de la electrónica y el automóvil. Ya nos dirá este lumbreras podemita cómo nos inventamos y trastocamos la industria

Platos rotos, símbolo de la protesta de los hosteleros

Publicado por
Pedro Nuño de la Rosa

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La antigua Grecia sentó las bases socioculturales de lo que somos ahora. Roma las copió literalmente, añadiendo el Derecho y la estructura militar de las legiones con las que mantener un imperio durante siglos. Como tantas otras cosas los helenos inventaron la costumbre de escenificar lo bueno y lo malo, la dicha y la desdicha, cargándose la vajilla, fuese en una boda o en un funeral. Muchas otras civilizaciones los han copiado desde la judía, pasando por la rusa y llegando a la danesa, incluso todos recordamos a Cándido, el asador segoviano que estrellaba el plato contra el suelo después de trocear con él su famoso cochinillo, o el famoso dicho popular sobre la inocencia y la bondad, al decir de alguien que no ha roto un plato en su vida.

Ahora, y por todas las ciudades españolas vemos como restauradores, cocineros, personal de sala, freganchinas y mucho proveedor de viandas y bebidas, salen a la calle en manifestación que concluye frente a los principales edificios de las distintas Administraciones y, después de prorrumpir en muchos gritos protestones y pancartas reivindicativas, estampan sus lozas contra el asfalto en señal, esta vez sí, de duelo.

Su argumentario es incontestable: ¿por qué tienen que pagar ellos (nunca mejor dicho) los platos rotos de la pandemia? ¿Quién recuperará los más de 100.000 (de momento) bares y restaurantes que ya han echado la persiana de la imposible subsistencia? ¿Cómo aguantar, en indefinido stand-by, un negocio que depende del día a día intentando mantener la mejor ecuación-relación calidad/precio? ¿Seguirán los suicidios de hosteleros como ya ha ocurrido en Alicante? Y así tantas preguntas que necesitaríamos el Espasa para contestar la mitad.

Lo más indignante de este desafuero es el comportamiento de los políticos, a los que elegimos y pagamos para solventar problemas, nunca para acrecentarlos como está ocurriendo

Sin embargo, lo más indignante de este desafuero es el comportamiento de los políticos, a los que elegimos y pagamos para solventar problemas, nunca para acrecentarlos como está ocurriendo. Es contrapuesto y esquizofrénico que en una comunidad autonómica (Madrid) se permita la hostelería, y justo en las Castillas colindantes se le obligue a la cerrazón a cal y canto de sus locales. O que en Cataluña alarguen o acorten, según les venga en gana a sus peculiares asesores, la hora de apertura y cierre, mientras Andalucía mantiene inamovibles sus horarios. Pero lo que ya clama al cielo, y no nos oye, es que los tribunales, como acaba de ocurrir en el País Vasco, le quiten la razón y autoridad al Gobierno autonómico, y manden abrir las puertas del ocio.

El Excelentísimo Señor Iglesias, don Pablo, vicepresidente de la nación, algo sabrá de tesis en Ciencias Políticas, como profesor que fue cuando se dedicaba a alentar okupas y echar a la acracia a la calle para derribar a los obsoletos partidos pequeñoburgueses; pero de la praxis no tiene ni la más pajolera idea, cuando de la noche a la mañana, como si fuese un ilusionista, cree y quiere cambiar la economía que llevó a España desde un franquismo aislacionista y retardatario, a una democracia, situándonos en la cúspide de los países desarrollados. Claro que este Atila posmoderno dice no creerse nuestra democracia, aunque, desvergonzada y paradójicamente, esté al mando de ella.

España en gran medida vive del turismo, como Suiza vive de la banca, o Japón de la electrónica y el automóvil, etc., etc. Ya nos dirá este lumbreras podemita, al que las encuestas parecen estar apagando, cómo nos inventamos y trastocamos nuestra principal industria y fuente de divisas de la noche a la mañana, ¿reciclándola en qué?: ¿Convertimos a camareros/as, cocineros/as, personal hotelero, y demás personal de organizaciones socioempresariales turísticas en programadores de software, expertos en inteligencia artificial, analistas de mercado, "coachs" (preparadores) de astronautas o nanomédicos? Difícil lo veo, y menos con un cursillo acelerado como usted pretende, salvo que invernemos el país dejando que la covid se lleve a los mayores de 30 años, como habrá visto en alguna película de ciencia-ficción, y el día de mañana se pueda cumplir semejante quimera y disparate comunistas.

Hace más de 70 años se nos apareció, no sé si la Virgen, o San Sol y Playas, y ahora quiere venir usted a joder el milagro. Lleve cuidado no le vayan a estampar los platos sobre las papeletas que le han permitido comprarse un chalet, comer caliente todos los días en buenos restaurantes, y nombrar asesora de alto standing a su niñera.