La orfandad del votante de centro
Pretender que el torpe de Carlos Cuadrado, autor de la cagada de Murcia sea el equivalente de Iván Redondo es jugar a su equiparación por la mera geometría que indican sus apellidos
Termina una semana de verdadero infarto desde el punto de vista político, en la que ha cambiado radicalmente el panorama en dos comunidades autónomas. Como si se tratara de una bomba marca ACME, de las que usaba el Coyote para acabar infructuosamente con el Correcaminos, Ciudadanos decidió pactar con el PSOE una moción de censura en la región de Murcia, que resultó ser una bomba de relojería. Y esa bomba ha acabado estallando en la base del propio partido naranja, desmembrándolo y causando una conmoción a nivel nacional.
El intento de moción de censura en Murcia fue un fracaso, que propició que a continuación Isabel Díaz Ayuso presentara su dimisión y convocara elecciones, impidiendo así que hicieran lo propio en la Comunidad de Madrid. El resultado de todo ello arroja una Inés Arrimadas a la que definitivamente le venía demasiado grande el cargo, cuan becaria plus que tomó la insensata decisión de acercarse demasiado a la Moncloa, sin medir las consecuencias. Pretender que el torpe de Carlos Cuadrado, vicesecretario de Ciudadanos y autor de la cagada de Murcia sea el equivalente de Iván Redondo es jugar a su equiparación por la mera geometría que indican sus apellidos. Que a estas horas Cuadrado aún no haya dimitido demuestra una vez más que en este bendito país casi nadie asume de primeras sus errores, aunque me temo que es la única solución posible.
En el otro lado de la balanza, Ayuso, de la que sus más fieles devotos dicen que tiene el frigo lleno de huevos, sale reforzada como consecuencia de la metedura de pata de los naranjitos. La machista metáfora de los huevos es absurda, por otra parte, pues en realidad lo único que ha hecho la presidenta de la Comunidad de Madrid ha sido salir al paso de la situación sobrevenida, aprovechándose de ella. La maniobra de Ciudadanos le ha permitido presentarse como salvadora de la libertad en la Comunidad de Madrid frente al socialismo, adaptándose a su manera el famoso eslogan “o yo o el caos”. Se lo han dejado a huevo, eso sí.
Inés Arrimadas habría hecho un fantástico papel en las Cortes catalanas, pero parecía poco preparada para el reto de dirigir los designios del partido a nivel nacional
Comparto lo que por las propias filas de Ciudadanos se dice, que si vas a hacer una cosa tan gorda como esta lo debes tener todo atado y bien atado. Pero esta decisión parece que haya estado plagada de improvisación, bisoñez y torpeza. No olvidemos que Ciudadanos está en caída desde hace tiempo y que tendría que haberse mantenido en una posición mucho más discreta, tras el espectacular varapalo sufrido en las elecciones catalanas. El panorama ya se le había puesto crudo a este partido desde mucho antes, desde las elecciones generales en que quedó flotando la sensación de que había sido culpa de Rivera tener que volver a votar. Después de que el fundador abandonara la nave, muchos de sus votantes quedaron con sensación de desconcierto.
Es cierto que Inés Arrimadas había hecho un fantástico papel en las Cortes catalanas, pero parecía, como lastimosamente se ha demostrado, poco preparada para el reto de dirigir los designios del partido a nivel nacional. Los primeros espadas fueron apartados entonces y sustituidos por gente de la confianza de la entonces nueva lideresa, también menos preparada que la sustituida, como ha quedado demostrado. Otros decidieron marcharse por su propio pie, antes que ser ninguneados. En realidad, la propia Arrimadas está en jaque, especialmente tras sus últimas apariciones públicas intentando justificar lo injustificable, al día siguiente de que saltara la noticia de la moción de censura fallida en Murcia. Ante periodistas experimentados, como Ana Rosa Quintana o Herrera, Arrimadas hizo el papel de niña irritada, que no conseguía convencer de sus argumentos. Otro error más, que saliera a la palestra como víctima propiciatoria ante los gurús de la comunicación nacional, en un momento tan delicado.
Muchos votantes de centro, que ya se quedaron huérfanos cuando se hundió UPD, sienten una zozobra grande ante los últimos acontecimientos. Hay muchas personas que no quieren votar al PSOE ni tampoco al PP, y que comparten con cada uno de estos partidos algunos de sus postulados, pero no así sus políticas, su ideología, su trayectoria, ni sus compañeros de viaje. Personas que ven con preocupación la posible desaparición de este partido, que nació como una propuesta fresca, de renovación, necesaria para conseguir el equilibrio de fuerzas y evitar la radicalización de la política nacional. Sin embargo, para poder salvar a Ciudadanos de la quema sería imprescindible, aunque puede que no fuera suficiente, que algún líder político de mucho peso, con credibilidad y solvencia a nivel nacional, como Toni Cantó, tomara las riendas para intentar mantenerlo a flote, evitando así la fuga de dirigentes y militantes. Veremos si son capaces de hacerlo.
Mónica Nombela Olmo
Abogada y escritora