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Al suelo, que vienen los míos

Hay un Redondo culpable de los resultados del PSOE, pero no es al que Sánchez se quiere quitar de en medio. Mientras Susana Díaz, aguarda agazapada el momento oportuno para desbancarle

fOTO: Alejandro Martínez Vélez / Europa Press

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Lo ocurrido a lo largo de esta semana es de auténtico infarto, y conste que no me refiero solo a lo del pobre Gabilondo, quien afortunadamente ha salido bien parado de la arritmia cardíaca, posiblemente consecuencia de lo acaecido en su partido tras la debacle en las elecciones 4-M a la Comunidad de Madrid. ¡Qué necesidad tenía de meterse este caballero en este lío, a su edad y con su trayectoria! Supongo que no parará de preguntárselo después de que los suyos le dejaran solo, ante unos resultados que no eran únicamente su responsabilidad.

Y es que este partido, el PSOE, parece haber sido tomado por unos alienígenas, como en la mítica película “La invasión de los ultracuerpos”. Si no, vean las ofensivas declaraciones de Carmen Calvo, aludiendo a los nazis como explicación de la derrota, el cese de Franco, quién sabe por qué, y ya para remate los expedientes abiertos a dos personas de la talla de Nicolás Redondo Terreros y Joaquín Leguina. Es para morirse. Cuidado, que estos no respetan nada, y pueden intentar hacer lo mismo con Felipe González. Ojalá lo hicieran, porque al día siguiente surgía otra agrupación ubicada en el centro político, donde tristemente ya no queda piedra sobre piedra en Ciudadanos, que ha quedado sin representación, a pesar de los esfuerzos del candidato, Edmundo Bal.

Volviendo al PSOE, este partido ha pretendido culpar al candidato, cuando el responsable es el propio Pedro Sánchez, que entró en la campaña como elefante en cacharrería y la destripó, con los penosos resultados de sobra conocidos por todos, a pesar de las imaginativas predicciones de su fiel escudero, Tezanos. Qué valor, y este señor no dimite; a ver si se anima con el ambiente general dimisionario y da el paso adelante. Es verdad que hay un Redondo culpable de los resultados del PSOE en las elecciones a la Comunidad de Madrid, pero no es precisamente ese al que Sánchez se quiere quitar de en medio, sino el lumbreras que ha organizado las últimas campañas del partido en Cataluña y en Madrid. Claro está que la eterna oponente del presidente Sánchez, la andaluza Susana Díaz, aguarda agazapada el momento oportuno para saltar a la palestra y desbancarle. Ya está asomando la patita. Es inútil que Ábalos pretenda que los resultados no son extrapolables a toda España, en sus chulescas valoraciones en representación de su formación, pues entre el efecto Ayuso, la absoluta falta de autocrítica en el partido, los insultos a los votantes y las alevosas subidas de impuestos que pretende el Gobierno están cavando su propia fosa.

Pablo Iglesias no previó que sus alas se quemarían al acercarse tanto al sol, cuan Ícaro redivivo

El éxito de Ayuso era predecible, como ya les conté desde esta misma tribuna hace varias semanas, en mi columna Jaque de reina blanca a rey negro. Y es que las fotos de los candidatos eran un libro abierto. Ya saben eso de que la cara es el espejo del alma, y la pinta de niña buena de Ayuso transmitía una frescura a la que los votantes de Madrid no han sido ajenos. La revalidada presidenta ha sabido lanzar el mensaje por el que equiparaba el hecho de ser reelegida con la libertad. La izquierda, escandalizada. La hostelería, agradecida, se ha rendido a sus pies. Ha habido muchos motivos de la victoria sin paliativos de la presidenta, así como de los excelentes resultados de Mónica García, candidata de Más Madrid, la que le dio el zasca en la boca a Iglesias, cuando se quiso autoproclamar salvador de la izquierda y se quemó a lo bonzo en la plaza pública. Cómo él, que es tan listo, no previó que sus alas se quemarían al acercarse tanto al sol, cuan Ícaro redivivo, es un auténtico misterio para mí. Se creía inmortal, pero se ha caído con todo el equipo. Más Madrid ha oficializado, a través de su novel a la par que eficaz candidata, una venganza fría, sin precedentes, contra Iglesias, superando a su partido en los resultados con todas las de la ley. El coletas, que ha pasado de ser vicepresidente del Gobierno de España a estar fuera de la política en tiempo récord, ha protagonizado una salida espectacular. Homenaje y vuelta al ruedo.

Como en todos los sitios cuecen habas, el otro día Vanessa Lillo, candidata electa de Unidas Podemos por Izquierda Unida y número tres de las listas, confesaba que se había dicho a sí misma “Vane, pírate”, cuando se supo por sorpresa en rueda de prensa que Iglesias dimitía de todos sus cargos y que la habían convocado a comparecer ante los medios, después de haberla dejado arrinconada durante toda la campaña. En su frenesí, Lillo llegó a decir que sus compañeros eran unos sinvergüenzas y unos ratas. No seré yo quien le lleve la contraria, que mejor que ella no vamos a saber los de fuera con qué tipo de elementos se codea.

En conclusión, la célebre frase del exministro Pío Cabanillas, “Al suelo, que vienen los míos”, está tomando un especial sentido en estos días. A este paso los partidos van a tenerlo crudo para fichar a gente potente, profesional, preparada y con vocación de servicio, pues no todo el mundo tiene la piel de cocodrilo como para aguantar impávido las puñaladas traperas de los suyos.

Mónica Nombela Olmo

Abogada y escritora

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