Necrológica: José Caballero Bonald, el tiempo que nos queda
El catedrático alicantino González-Varas rinde homenaje al poeta Caballero Bonald, poeta de la duda, desobediente y subversivo
“Y tú me dices que sabes que me hice sangre en las palabras de repetir tu nombre, de golpear mis labios con la sed de tenerte, de darle a mi memoria, registrándola a ciegas” (…), el autor de estos versos, Pepe Caballero, como lo llamaban muchos, ha fallecido.
Autor longevo. Afamado o, cuando menos, condecorado, con los mejores premios. Por tanto, un referente de las letras. Que, cuando es así, pasa a formar parte de la cultura. Conocerlo, más ahora, ya no es cosa de gustos. Sino de saber. Como autor de la llamada a veces generación de los cincuenta. Pertenece a un mundo en el que todavía tenía algún sentido ser poeta. Mundo, poético, desde hace unos sesenta años, masificado. Pero ahora más. Pese a que cada vez se lee menos. Incluyendo los poetas.
En los rincones de la boca entra también la noche
“Caballero”, en realidad por parte de madre, por eso de rozar la aristocracia francesa, es un autor también de novelas. Y de frases. Al hilo de lo expuesto, una de ellas fue: “tengo una especial sensación de orgullo por haber dedicado mi vida a la literatura”. Ya lo decíamos, esto se acabó con los Caballeros y su época. Precisemos que estamos ante un poeta que, en realidad, escribe prosa poética, como la mayoría de los buenos poetas, con estilo personal, creado para sobrevivir y ser uno mismo. Presente la prosa en sus poemas, más lo está el lirismo de sus novelas. A veces sus poemas son compendios de ideas, auténticos extensos relatos de momentos; hasta cuentos parecen.
El premio Cervantes con Leonor Bonald y su familia.
Se confesó (creo que nunca en un confesionario) en entrevistas de periódicos, amigo de la duda, desobediente y subversivo. Un autor, como se ve, y suele ser, representativo de su momento, pero creyente en una individualidad pétrea. “Duda” que también llevó a la literatura hasta el punto de
dudar también de ella. “Gestión de simulacros es la verdad vivida”, dice en un poema.
Convivió con árboles, disponiendo de poderes y pactando con semidioses invencibles
Fue un poeta que, como dicen sus versos, convivió con árboles, disponiendo de poderes y pactando con semidioses invencibles. Hoy bien puede decirse aquello tan suyo de que “entra la noche como un trueno por los rompientes de la vida, recorre salas de hospitales, habitaciones de prostíbulos,
templos, alcobas, chozas, y en los rincones de la boca entra también la noche”.
Caballero Bonald, primero navegó cuando pudo, y hasta naufragó dos veces; después se dedicó a observar, a observarlos…, los barcos surcando el mar. Ahora ya es llevado al fin por ellos, vencido, a su pesar, por el paso del tiempo. “Somos (fuimos) el tiempo que nos queda”.
(*) Es escritor y catedrático de derecho en la Universidad de Alicante