¿Quién le pone el cascabel al virus?
Imaginen que en aquellos días felices de juveniles vinos y rosas, nos cortan en seco inercias vitales y controladamente instintivas que nos procura el ocio en el tránsito hacia el desmadre
Echen hacia atrás la memoria, y recuerden cuando desde la adolescencia a los treinta y tantos, tenían un sueño en la piel y sofocones en la bragadura. Y después sincérense consigo mismos/as, antes de contestarme a ¿el 100 × 100 de todos nosotros-aquellos hubiéramos aguantado solidarios, quietos y civilizados en casita compartiendo el mando de la televisión, o la soledad de un dormitorio, sin saltar a la calle para acudir a la llamada del amor, la marcha, la música, la danza, y el hermoso corolario del sexo compartido?
Intenten retrotraerse en una especie de "déjà vu" para volver a aquellos años en los que mentimos a nuestros padres acerca de dónde íbamos o de dónde veníamos: "¡qué noche la de aquel día!"; nos fumábamos algunas clases y pitillos, copiamos exámenes o sacábamos recónditas chuletas; bailábamos como locos con los decibelios a tope hasta que nos echaban a patadas de las discotecas, y alguna vez hasta perdíamos la orientación y la vergüenza por culpa de sobrecarga etílica; y a qué hablar de verbenas populares, reuniones y retozos veraniegos en la playa a la luz de la luna y el sonido de un loro a todo trapo.
Imaginen que en aquellos días felices de juveniles vinos y rosas, nos cortan en seco las inercias vitales y controladamente instintivas que nos procura el ocio en el tránsito hacia el desmadre. Y ahora, con absoluta sinceridad, contéstense mirando a la caja tonta como testimonio de desmadres y botellones.
Coincidan los mayores en que aquellos finales del siglo XX eran distintos: Antes se cerraba a las dos de la madrugada como tarde, y ahora la amanecida todavía parece pronto. Antes, la autoridad del patriarca era axioma mandatario, ahora psicosocial mente la normativa y comportamiento familiar ha cambiado hacia un malentendido igualitarismo, amén de familias monoparentales, desestructuradas o abiertas por condicionamientos presupuestarios. Antes la gente se casaba sin llegar a la treintena, y ahora, si se casan, una o dos veces, ya les pilla cuarentones.
Sepan, los que no entienden cómo la Comunidad Valenciana estamos en mínimos de contagios, ingresados, etc. respecto a otras autonomías, que aquí la juventud y quienes la alargan yendo para talluditos/as, los fines de semana se tiran a la calle por miles, y a la segunda copa o trago de la botella se desenmascaran descaradamente cantando y danzando con el primitivismo y fuerzas que les pide el cuerpo. Hablando con las llamadas "fuentes autorizadas" municipales y de la Generalitat, lo primero que te dicen es que no hay policía para tanta gente; lo segundo que no cabrían los retenidos en una plaza toros o estadios de fútbol; y lo tercero que eso del toque de queda lo único que consigue es trasladar la juerga de las calles a las casas. No hay una ley sanitaria, común y de obligado cumplimiento, algo que, para una contingencia extraordinaria, como es la covid, el Gobierno Central debería haber dictado leyes extraordinarias consensuadas con el PP como principal partido de la oposición, y allá los otros partidos ultraístas o nacional-independentistas que no se adhirieran.
Coincidan conmigo, quiero suponer, en que nadie entre nuestras distintas autoridades quiere ponerle el cascabel al infecto gato de la pandemia. Y lo que es más grave, pasándole el muerto del estado de alarma a los tribunales, cada cual de su padre o de su madre a la hora del veredicto.
Están al corriente, presiento, de cómo los expertos empiezan a matizar que, gracias a la vacunación masiva, y comparando los pocos miles de marchosos con los millones de ya vacunados en edades y con cuadros de mayor riesgo, la cifra resulta prácticamente irrelevante. Así pues, y en todo caso, tratemos de influir didácticamente sobre nuestros menores, pero dejemos de intentar poner puertas al campo de la insolidaridad, y de culpabilizarlos cara a la galería mediática creyendo que nos van a escuchar y obedecer, siquiera a atender buenas razones con trágico final en las UCI; como probablemente nos hubiera pasado a parte de nosotros, obviamente no a todos, insisto, de haber vivido en el pasado una situación semejante.
Convénzanse de que son unos insensatos, de que no les importa un pito el cabreo de los sanitarios y del resto viendo videos de macro-kedadas, fiestorros raperos, desbordarse multitudinario y desafío generacional. Claro que, los principales irresponsables son los políticos incapaces de tomar las medidas pertinentes hasta que lleguemos, cuando menos, a la inmunidad de rebaño. Y no hay nada más pertinente que el toque de queda, pero para todos igual de restrictivo y a la misma hora.
Contéstenles a esos noctívagos cuando les pregunten por qué en Estados Unidos y Canadá, amén de otros países occidentales ya están vacunado a adolescentes de 14 años, mientras que en España todavía no hemos acabado con los de 70.
Amarreu els gats! es una expresión muy alicantina "coger a los gatos para que no escapen", lo cual parece misión tan imposible como ponerle un cascabel a cada cual. Vacunación o estampida, esto no hay quien lo pare, por muy grande que sea el cabreo colectivo de los cumplidores.