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Secuestrada por la Yihad

El gobierno es débil y ahí tienen al sátrapa, dictador marroquí ejerciendo de chulo de la barraca. ¿Os acordáis de la marcha verde, que organizó su padre cuando Franco estaba en las últimas?

Juan Francisco rescatando al bebé en la frontera de Ceuta / FOTO: Guardia Civil

Juan Francisco rescatando al bebé en la frontera de Ceuta / FOTO: Guardia Civil

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Cuando yo mandaba, cuando era un brillante maestro y no un despojo, un parásito a merced de la ministra de Asuntos Sociales, daba clases a Criminólogos, a funcionarios, a policías… y mil veces les expliqué, hablando de delitos de moda, de cohechos, negociaciones prohibidas a funcionarios, prevaricaciones y mangancias y choricerías de todo tipo. Mil veces repetí lo que sigue, incluso a los muchos presos que he tenido por esos conceptos: No seáis imbéciles. Cuando alguien te da un sobre o un fajo de billetes, nunca es una donación, siempre está invirtiendo. Señores políticos -en este embrollo están pringados unos y otros- no les llaméis donantes. Llamadles inversores porque dan – como en el evangelio- para obtener el ciento por uno. Yo les predicaba con fervor de dominico en cuaresma a mis alumnos inocentes y crédulos: ¿pensáis que por no firmar un recibí del cohecho, creéis que por no recibir la panoja por medio de una transferencia, por no llevaros la “morterá” al bolsillo con luz y taquígrafos, no queda constancia de ello?Hoy leo en la prensa – maldita costumbre de los ancianos jubilados de leer periódicos mientras tomamos café sin comernos un rosco- que la Guardia Civil, para su regocijo en la investigación, ha encontrado una agenda que vale su peso en oro, al empresario constructor valenciano, que presuntamente pagaba mordidas a los políticos presuntamente corruptos. Aquí rige la ley de Mahoma y tan corrupto es el que da como el que toma y ya estoy harto de poner presuntamente. ¡Cojones! De sobra es sabido que la inocencia se presume hasta que haya sentencia firme. Pues bien, leo que el constructor corruptor anotaba punto por punto, cada regalo, cada sobre, cada receptor, y especificaba hora, lugar y todo lo preciso para enmarronar al susodicho sin lugar a dudas.

¿Vosotros os creéis – he preguntado mil veces a mis alumnos vírgenes y mártires en cuestiones choriciles- que el que entrega un pastón, o un Montblanc, o un viaje en avión privado, o un Rolex o un Patek Philippe, no deja constancia en su contabilidad de mil y una maneras para que se sepa en qué ha empleado la pasta y a quien ha ido a parar el obsequio? ¿Con qué mierda de empresas tratáis para pensar que su contabilidad no está apuntada, aunque sea con los viejos lápices de los tenderos antiguos, expresando cantidad y dejando claro qué sinvergüenza se lo ha llevado? ¡Cuánto daño están haciendo a las organizaciones mafiosas – ya desde Al Capone e incluso antes- las anotaciones contables y las agendas! ¡Cuánto daño los inventores de las tablillas de barro cocido, del papiro y del pergamino, antecedentes lejanos de libros y agendas contables!

Cuando un gobierno es débil cae el poder central y aumentan todos los demás

¡La madre que me parió! ¡No salgo de mi asombro! Veo a un penado en régimen abierto negociando la política de la nación. Yo he sido y soy partidario de la reinserción, pero no hasta ese punto. No hasta el punto de que un condenado por subversión, o rebelión o sedición, que no tengo la cabeza ya como para andar revisando el código penal. Un tal Jordi Sánchez, cargándose de facto todos los principios de la ley general penitenciaria, saca pecho mientras está de permiso y, para posibilitar el gobierno de “los puigdemones” y los junqueras, insiste en poner en marcha idéntico mecanismo al de los hechos por los que están todos cumpliendo condena en régimen abierto. Soy muy poco patriota a estas alturas, los ideales – a punto de cumplir sesenta y algunos años- me la traen floja y los cambio todos, como Groucho Marx, por una buena erección a tiempo. No obstante, mi patriotismo desengañado – me han intentado matar unas cuantas veces por defender a este país y todavía espero la medalla pensionada con doscientos pavos de por vida que muchos se han llevado sin despegar el culo del sillón- pienso que una nación es un ente demasiado serio como para andar poniéndolo en tela de juicio cada vez que a unos cuantos se les ocurre organizarse, movilizándose para liarla. Los catalanes en esto son expertos desde la época del Conde Duque de Olivares y quien quiera saber más que se apunte al Taller literario de la Universidad de Alicante que no voy a dar las clases desde Esdiario.

Cuando un gobierno es débil – este que ni es de izquierdas ni nada y solo ha servido para que Iglesias tenga un casoplón en Galapagar- cae el poder central y aumentan todos los demás. Lean “El laberinto español” de Gerald Brenan, que parece imposible que un inglés, sin internet, sin teléfono y solo con un mulo cargado con un serón de libros hasta lo alto de las Alpujarras, fuese capaz de escribir eso. El gobierno es débil y ahí tienen al sátrapa, dictador marroquí ejerciendo de chulo de la barraca. Los de mi quinta: ¿os acordáis de la marcha verde, que organizó su padre cuando Franco estaba en las últimas? Pues aquí tenemos la siguiente: ocho mil marroquíes entrando a nado en Ceuta en una tarde-noche. ¿Hay quien dé más?Menos mal que está la buena literatura como bálsamo para los que tenemos aún algo de sesera. He entrevistado – vergüenza me daba casi- a un gran periodista, líder de un programa radiofónico de mucha altura: Juan Ramón Lucas.

El paraíso islámico es una mentira como la copa de un pino. No existe

Me ha venido a las manos su último trabajo: Agua de luna. La novela empieza de manera suave, casi silenciosa. Un matrimonio normal, una periodista de éxito y un actor famoso, guapo y al que la vida sonríe. En tanto que matrimonio, como todos, monótono y hasta aburrido, que ya sabemos que la pasión y el tiempo son realidades irreconciliables.

La novela de Lucas, con maestría que no me esperaba en el que creía solo gran periodista radiofónico – pásmense de mi analfabetismo-, va adquiriendo intensidad y se torna negra como el mejor Joel Dicker o el mejor Lemaitre.Greta, la hija del matrimonio, viaja a Almería y luego a Londres. Quiere ser actriz, como el padre. Es una niña brillante y tiene todas las posibilidades abiertas, aunque – no lo sabe- en su juventud lábil e inexperta es presa fácil para los depredadores que andan sueltos. Conoce a un moro bien plantado, guapo, de ojos verdes - por un momento pienso que Lucas me está describiendo- y este moro la arrastra al paraíso islámico.Solo en otra ocasión he visto descrito este paraíso tan bien como lo hace Juan Ramón Lucas, cuando leí Alamut, la gran novela, clásica de hace casi un siglo del esloveno Vladimir Bartol.El paraíso islámico –como todos los paraísos- es una mentira como la copa de un pino. No existe. Tampoco el paraíso comunista, ni el judío, ni el cristiano, ni el nirvana budista ni ningún otro. A Greta – protagonista de la novela de Lucas- la enreda y la capta, ofreciéndole la felicidad completa, una visión total del mundo, el árabe guapo del que hemos hablado.Juan Ramón Lucas demuestra un conocimiento inusual y profundo del trabajo de las redes de captación y radicalización y une a eso un lenguaje fluido e impecable desde el punto de vista literario. Describe con inusual maestría la angustia de los padres, el sinvivir al que los transporta la desaparición de su hija, sus ganas de negar la realidad y el sentimiento de culpa: ¿qué habremos hecho mal para que esto nos pase? Magistral novela. Disfruten con “Agua de luna”, como yo lo he hecho. Entrevista a Juan Ramón Lucas por su novela 'Agua de Luna' por Mara Avi en el programa La Explanada de Alacantí TV

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