Marc Romero: "Los crímenes de Alcàsser coartaron libertades a los adolescentes"
El director pacense reivindica la idea de recuperar las historias del pasado para comprender mejor el futuro
Marc Romero es un director de cine que estrena su ópera prima, '75 días', en la que se nos traslada a aquella España de los 90 conmocionada tras la desaparición de unas niñas en Alcàsser. Diez años de trabajo, negociaciones con la Guardia Civil incluidas, se han traducido en un intenso thriller, que explora los oscuros recovecos del caso, alejándose de la versión oficial. Para Marc, el cine es una religión que funciona a modo de hilo conductor entre el público y las historias.-¿Qué le llevó a decantarse por un tema como los crímenes de Alcácer?La edad que yo tengo, o tenía en aquel momento, es la misma de las niñas. Se vivió con miedo. En aquella época los jóvenes hacíamos autostop para ir a las fiestas de los pueblos cercanos, que siempre eran más divertidas. Pero cuando ocurre lo de Alcàsser todas las libertades de los adolescentes se ven cortadas porque hay un peligro general: podías acabar igual que las niñas. Eso siempre me ha perseguido.-¿Ha recibido ayuda con el guion?Mi hermano, psicólogo forense por entonces, trabajó en el caso y me hablaba mucho de ello y las lagunas que había. Entonces dije “me voy a poner a escribir el guion pero sin pretensión de que nadie la produzca”. Me echó un cable con los perfiles de asesinos, ya que trabajaba en una cárcel
en esa época. Así pude crear personajes con toda sus oscuridades y sombras de una manera real. Luego tardamos diez años en encontrar financiación para rodar.-¿Lo ha reescrito mucho durante estos años?Un montón de veces, sobre todo, por los diálogos. Los padres que vemos en la película yo no quería que se parecieran a los reales. No había necesidad. Lo que veía de la historia es la tragedia. Mi pretensión era la de transportar al público a aquella época, y que pudieran ver que, como cualquier otro crimen, es lo más doloroso en la vida.
Hubo quien nos dijo “de mí no habléis”, o “¿qué vais a contar?”
-¿Cómo fue el rodaje?Duro porque rodamos en muchas localizaciones, como Toledo, Madrid, Segovia, Ávila. Cada día despertábamos en un sitio diferente. Es una película que tiene mucho movimiento y luego era difícil porque hubo que reconstruir los decorados de prácticamente todo. De los noventa no queda nada. Gracias a nuestro director de arte, la película alcanzo un realismo. Hay gente que reconoce los decorados como suyos propios. Sofás, camas, muebles. Es muy bonito.
-¿Las autoridades se prestaron a colaborar?La Guardia Civil después de unas duras negociaciones. Fuimos muy honestos. Se les dijo que queríamos hacer una película de Alcàsser. Pero realmente no habían hecho unas investigaciones lo suficiente buenas. El sospechoso siempre llevaba dos días de ventaja. La Guardia Civil de aquel entonces no queda en una posición buena.-¿Hubo problemas en la producción?La película no contó con ayudas publicas porque nadie se quiere juntar con el tema de Alcàsser. Afortunadamente había inversores privados, que con su dinero hacen lo que quieren, y creyeron que debíamos contar la historia de manera libre, sin cortapisas. Elegí esta película porque era algo que se tendría que haber hecho hace treinta años. No creo que haya un caso que despierte tanto interés como este. El público va a sentir rabia y tristeza.-¿Alguien influyente se ha interesado por su película?La verdad que sí. Hemos recibido algunas llamadas un tanto molestas, otras eran pequeñas advertencias. En ningún caso ha habido amenazas. Solo se han escuchado frases como “de mí no habléis”, o “¿qué vais a contar?”. Sobre todo, se querían desligar de una época oscura. Lógicamente si varias personas te dicen que no quieren verse involucradas eso genera en el autor y los productores más ganas de sacarlo adelante. El cine está para ser un hilo conductor entre las historias reales y el público. Con el crimen de Puerto Hurraco, de Carlos Saura, nadie montó un escándalo en ese momento. Hay que ver la película libre de prejuicios.
El cine es mi religión. Siempre pienso en el público, en qué quiere ver
-¿Ha recibido comentarios sobre la conspiración?Ha habido alguno, pero, claro, la película no va de la versión oficial. Al contrario, nos centramos en las lagunas de esa historia. Por eso, los cuerpos de seguridad no quedaron muy bien parados. Las investigaciones estuvieron mal hechas. Así se potencia la parte oscura de la historia. Hay que contar las cosas que el público no sabe. Aun así creo que nunca se sabrá la verdad.-¿Por qué decidió ser director de cine?De pequeño no me veía haciendo otra cosa. Con siete años soñaba con el cine, quería mostrar mi mundo. Inventaba historias. Me acuerdo que mi madre me regaló una cámara, y yo grababa planos para montarlos con amigos del colegio. Les ponía a hacer de detectives y policías. Éramos niños interpretando papeles de adultos.-¿Significa mucho para usted el séptimo arte?El cine es mi religión. Siempre pienso en el público, en qué quiere ver, para que pueda decir que les gusta mi forma de narrar historias. Lo que hay que hacer es devolverle la ilusión con el cine español. Los superhéroes están muy bien, pero no es lo mismo. Debemos defender la cultura. No hay nada más patriota que consumir cine español.-¿Le atrae jugar con el pasado?Me gusta contar historias que tenemos prácticamente olvidadas. Creo que es bueno. Tenemos una memoria muy frágil. Solo entendiendo el pasado se puede vivir el futuro. A mí me gusta rescatar las ideas de antaño para que la gente entienda que toda esta tecnología de ahora no tiene por qué hacernos más felices.-¿Qué vendrá después?Ahora mismo estoy centrado en mi segundo trabajo, que se llama Alma, verano 1981. Es una historia sobre otra época, en un Madrid desconocido con la movida de fondo, y una enfermedad mortal. Estamos metidos de lleno en ello, y comenzaremos a rodar a finales de año con un gran reparto.
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