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La Picaeta: Suben y bajan

Esta semana proponemos tres lugares, bien distintos entre sí, para descubrir su gastronomía y sus vinos, y descendemos a otros tres que, a nuestro criterio, tendrán que espabilar

Sección gastronómica de ESdiario

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Amigos de Nuño

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Proseguimos con la observación crítica de los fogones alicantinos, y sus cavas de vino, sus especialidades, sus precios y todo lo que envuelve al arte culinario. El restaurante que hoy sube, mañana puede bajar y viceversa. Las discusiones son intensas, pero siempre gana la mayoría. Democracia en torno a una mesa.

SUBEN:

La bodega Casa Sicilia, que fundara Joaquín Secundino Arias en Novelda, ha obtenido la medalla de plata en el Concurso Internacional de Vinos Bacchus 2021 en la XIX Edición de este prestigioso concurso, con su Cesilia Rosé La Reserve. Son 80 catadores que "buscan la exclusividad de un vino mimado desde su inicio", compitiendo en cata a ciegas la considerable cifra en 692 vinos, uniendo su galardón a otros diez vinos de la DOP Alicante, y de los que ya iremos dando cuenta. Si empezamos por este rosado, que ya se sabía merecedor de todos los elogios por los sumilleres alicantinos, es en recuerdo a Joaquín Arias, empresario del transporte público, quien en su añoranza norteña quiso recuperar el gran sueño de su abuelo leones, fundando en el Vinalopó, zona de vinos donde las haya, una gran bodega, hoy perfectamente consolidada.

Casa Sanchiz. Sí, ya sabemos que primero madrileños y después valencianos pusieron de moda a Paco Gandía en el centro de Pinoso (El Pinòs), y ahora Casa Elías en las afueras (pedanía Xinorlet) como santuarios de nuestro famoso arroz con conejo y caracoles de El Coto y alrededores montaraces. El primero se adormece en los laureles de esa gramínea magistral que siempre consiguió Josefa, maestra arrocera donde las haya, manteniendo su proverbial bodega; el segundo solo admite comensales con posibles a una factura de tanto monta, reconvirtiendo un mesón campestre en restaurante de lujo con servicio y líneas ad hoc. Pero sigo creyendo y manteniendo que Casa Sanchiz, rústica y servicial sin copete, lo iguala, lo de mejor entre tres grandes sería difícil de discernir, pero a los precios de siempre cuando hemos ido a comer esta maravillosa gramínea en el Medio Vinalopó. No tendrán las mejores salazones del Mediterráneo, ni una gamba roja espectacular, como Elías, pero cuando se trata de guisos Juan Lorenzo Alfonos Sellés, lo borda, incluidas las gachas migas mesetarias, al igual que la parrilla tanto en cordero como en matanza de cerdo: yo les aconsejo utilicen el localizador del coche, pero ahí va la dirección: Partida Cases Roges, 9, Monóvar. Teléf., indispensable reservar: 617 33 71 41, y no se gastarán más de 25 a 30 €. Abre de jueves a domingo, salvo encargo previo.

Restaurante Pont Sec. Algo que todavía no han acabado de descubrir guiris y la ciudadanía mesetaria, o al menos no todos/as son nuestras cocas, que suelen confundir con empanadas allende las fronteras, mientras nosotros las rastreamos en las mejores panaderías y confiterías a la antigua usanza, o en algún restaurante que todavía se las trabaja en plan absolutamente casero como Pont Sec, entre metido entre frutales y huertas dianenses. Su coca "invertida" de escabeche suave (manzana) es una de las mejores que he probado en mi vida, y ya llevo tiempo en este mundo; pero no se pierdan la de sobrasada, ni la de pisto, si cabe más clásicas, aunque no menos superlativas. Y su paella de puchero con pelotas está absolutamente conseguida y sacada de la tradición. Otrosí digo de un excelente suquet de rape que me recordó los mejores párrafos del maestro Josep Pla. C/: Camino viejo de Gandía Km.1, de nuevo el localizador. Teléf.: 601 601 253. Precio medio: 25 a 60 € (aquí son un tanto disparejos con la factura). Cierra lunes, viernes y sábado solo noches en horario actual, aunque en verano todo cambia en la restauración de Dénia, por lo tanto, aconsejo llamar antes.

BAJAN:

Nuestras Autoridades. Es insoportable, por no decir inadmisible, que cada pueblo o ciudad de la Comunidad Valenciana tenga horarios de cierre distintos, aun asumiendo los tiempos marcados por la Generalitat. En unos sitios te levantan a golpe de corneta de la Legión, tocando a rebato sobre las 12:30, en otros te dejan hasta las dos de la madrugada consumir el último gin-tónic de la noche. Hay mesas prácticamente pegadas a las del vecino, pero también a 2 m, no sé si porque no nos echemos el mal de ojo. Haberlos haylos que no te dejan fumar tranquilo una panatela de Vuelta Abajo, y otras que te permiten acabar una cajetilla entera de cigarrillos en deleitosa sobremesa. Y ya no hablemos del trueque de licencias donde nada es lo que parece, es decir restaurantes con permisos municipales para pubs y discotecas, o patrullas policiales más vigilantes con unos que con otros. Las asociaciones hosteleras de la comunidad han puesto el grito en el cielo y la reclamación en la Conselleria, pero ni pajolero caso, aún a sabiendas que es el sector que mueve nuestra economía, y ya no digamos en verano donde se hormiguea para el resto del año.

El Mesón de la Costa en Torrevieja. No seré yo quien se queje de los precios porque parecería un opinador de TripAdvisor, la guía para indocumentados que quieren seguir siéndolo. Pero: ustedes mismos, que a mí me da la risa cuando afeitan la tarjeta de crédito (de otro). El marisco es muy fresco porque ya puede serlo a lo que va balanza y caja registradora. El salpicón de mújol y dorada apenas ocurrente; el bacalao falto de guisandera, y el cochinillo muy lejano a la Castilla de hornos árabes. Eso sí, nada que objetar al jamón, el queso nos convenció menos, y al micuit de pato con turrón habría que darle otra vuelta a la francesa, ahora que lo hace todo el mundo y con desigual fortuna. El servicio impecable, y la bodega correcta. Claro que estamos hablando de un mesón, y no de un restaurante.

La Quintería. Este restaurante, también con atisbos mesoneros, en el municipio de San Juan, otrora uno de los mejores gallegos que hemos conocido fuera de la tierra de Julio Camba o de Cunqueiro, va cayendo tan inexorablemente como la edad de sus dueños, al punto que, como diría el poeta: "cualquiera tiempo pasado fue mejor". Y es que mantener aquel nivel al que nos tenía acostumbrados con un marisco recién aterrizado de las rías, un rodaballo que no se lo saltaba ni Günter Grass, y unos chuletones de vaca, que no ternera, impresionantes en tamaño y gusto a prado, son hoy reliquias, al punto de que algunos empleados de la casa han montado negocio aparte buscando recuperar al incondicional de esta casa. Renovarse o morir es el sino de quienes partieron desde lo más alto en una cocina, como la gallega, donde primaba el producto honesto sobre la factura culinaria. "La cocina cristiana de occidente", ya no es mi católica, ni occidental, la globalidad lo digiere todo.

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