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Si yo fuera Carlos Mazón…

Puig tiene claro que la partida se disputa en la Vega Baja, por eso él y sus consellers no tienen pereza para desplazarse cuantas veces sea preciso, escuchar peticiones y prometer soluciones

Carlos Mazón, presidente de la Diputación de Alicante y del PPCV

Publicado por
Juan de Oleza

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La organización informadora romana, cursus publicus, fue creada inicialmente a semejanza del sistema de información persa, aunque más tarde la administración y dirección de este instituto fue esencialmente distinta, ya que los romanos tenían talento y dotes especiales organizativas. Augusto utilizó los cursus publicus como un medio político y policíaco para gobernar enérgicamente el Imperio y descubrir los planes subversivos. Organizó el emperador una “policía secreta” y extendió sus espías y confidentes por todo el territorio. Mecenas le advirtió: “Ciertamente, el emperador necesita de todos los medios, pero ¿debe utilizar aquellos que no merecen la confianza de nadie? Sin embargo, ¿de qué sirven las advertencias? El temor es todavía mayor. El temor engendra desconfianza”.De los cursores nacieron los curiosi, espías o delatores en el lenguaje popular. Eran, en su mayor parte, funcionarios del poderoso prefecto de los pretorianos, y viajaban continuamente por las provincias, en tanto que el prefecto lo hacía sólo una vez al año. Los tales curiosi se reclutaban entre los funcionarios que más hubieran destacado.

Desconozco –los tiempos cambian- si el presidente de la Diputación Provincial de Alicante y del Partido Popular de la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón, aspirante a liderar la Generalitat, cuenta o no con los medios de confianza suficientes. Pero si yo fuera él –que afortunadamente no lo soy- procuraría poner más cuidado en escuchar las demandas del sur de la provincia, comarca que –por otra parte- no le resulta extraña desde los iniciales tiempos de su acción política. En clave interna de partido, podemos citar como ejemplo el rechazo masivo que tuvo por parte de la militancia pilareña en las elecciones a primarias, una rebelión que venía a confirmar el malestar existente desde las elecciones municipales de 2019. Seguiríamos con la prácticamente nula presencia concedida a Orihuela en los órganos provinciales y regionales del partido. Por no acudir a otras referencias.

Haría bien el aspirante en acercarse más a menudo a comprobar que este sur que también existe tiene otras necesidades para no quedarse atrás en el desarrollo social y económico

Pero si hablamos de lo institucional, conozco a quienes no disimulan ya su profundo malestar por la falta de apoyo hacia la Fundación Cultural Miguel Hernández –de la que Diputación es fundadora- hasta el extremo de que no ha llegado a reunirse ni una sola vez con los miembros de su Patronato, mientras que no tiene pereza para recorrer 408 kilómetros en un acto de contricción que nadie le va a reconocer. Como tampoco supone hacer amigos en Orihuela, que abra nuevas expectativas de equipamientos en otras ciudades mientras que en la capital cultural de la Costa Blanca –la propia Corporación provincial dixit- no hay forma de conseguir un euro para la rehabilitación y puesta en valor del segundo patrimonio monumental de la Comunidad, ni para apoyar la apuesta municipal por la economía creativa y digital. Por decir algo…

Tome buena nota el aspirante porque el actual presidente tiene claro que, como otras tantas veces, la partida se disputa en la Vega Baja. Y por eso Ximo Puig y sus consellers –que parten con ventaja- no tienen pereza para desplazarse cuantas veces sea preciso, escuchar peticiones y prometer soluciones. Y no olvide Mazón que, a la vuelta del verano, estaremos ya en campaña (aunque el molt honorable ya la inició ayer, antes de vacaciones, en el Club Siglo XXI; pero de esto hablaremos otro día).

En su archiconocida obra El Príncipe, dice Nicolás Maquiavelo a Lorenzo de Médicis (capítulo XX): “Algunos príncipes, para tener con seguridad el Estado, desarmarían a sus súbditos; algunos otros mantuvieron divididas las tierras ocupadas; unos alimentaron enemistades contra sí mismos; otros se dedicaron a ganarse a aquellos que les eran sospechosos al principio de su reinado; algunos edificaron fortalezas; otros las arrasaron y destruyeron”.

Y añade el padre de la Ciencia Política moderna: “No sucedió nunca, pues, que un príncipe nuevo desarmara a sus súbditos, incluso, cuando los encontró desarmados, siempre los armó (…). Y como no se puede armar a todos los súbditos, aquellos a quienes armas reciben un favor de ti, y con los otros se puede obrar con más seguridad: la diferencia de proceder que ven con respecto a ellos hace a los primeros deudores tuyos, y los otros te disculpan, juzgando que es necesario que tengan más méritos aquellos que soportan más peligros y más obligaciones. Pero cuando los desarmas, empiezas a ofenderlos, y muestras que no tienes confianza en ellos, ni por cobardía, o por poca fidelidad; y una y otra de estas opiniones engendra odio contra ti”.

Decía antes que no sé si Carlos Mazón tiene curiosis de confianza y, en caso de que los tenga, me pregunto si se enteran o se atreven a contarle lo que pasa. Pero haría bien el aspirante en acercarse más a menudo a comprobar que este sur que también existe, además del agua y el bilingüismo, tiene otras necesidades para no quedarse atrás en el desarrollo social y económico. Hágalo sin pérdida de tiempo, porque otros ya le llevan la delantera.

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