Belarra 'desbarra'
Señora Ministra, ningún gobierno pudo llegar tan bajo en su nivel competencial, ni usted a más altas pretensiones, no siembre inconscientemente vientos que para usted solo serían exilios
"Tontarra" es vocablo muy usado en La Mancha albaceteña para calificar a: "Persona alelada, escasa de razón y entendederas". Pero y además conjuga perfectamente en obvio pareado, por ripioso que parezca y sea infortunio poético, con Ione Belarra, la ministra podemita, incrustada como un importuno furúnculo en el gobierno de Pedro Sánchez tras la "espantá" del ínclito Pablo Iglesias (tanta gloria lleves como paz nos dejas).
Pues eso, que a la nena navarrica recientemente le dieron mano en un Gobierno cuando la banda mestiza y abracadabrante apenas saltaba su media legislatura mal llevada, y la moza podemita recién llegada al Consejo de Ministras, tan dulce de gesto como broncas de hechos, se ha tomado libérrima el brazo entero y ejecutor de la Historia toda, declarándonos republicanos al común español, pensemos o no como ella, pasándose por los forros del refajo constitucional a quienes nos dimos en su día, referéndum 1978, esta forma de gobernarnos en monarquía parlamentaria.
Exabrupto inapropiado pro-república que además de menear el cotarro de la desmembración tan temidas por una de las dos Españas machadianas, toma Belarra, como buena sicóloga de salón, torcida y sibilinamente la parte (al anciano licencioso Juan Carlos I) por el todo de un Estado europeo del XXI, comparando la Monarquía secular versus dos Repúblicas que no suman un lustro, y sabiendo, a poco que haya cogido un libro de primaria, para recordar cómo ambos regímenes (tan bienintencionados) acabaron sumiéndonos en dictablandas y duras causadas por previos golpes de Estado con espadones y correajes.
Así que, señora Ministra, ningún gobierno pudo llegar tan bajo en su nivel competencial, ni usted a más altas pretensiones, no siembre tonta e inconscientemente vientos que para usted solo serían exilios, tal cual pasó con todos los ministros de la Primera y principalmente de la Segunda República, pero para los demás podrían volver a reiniciar tempestades guerracivilistas que una inteligencia tan aviesa como la suya siquiera alcanza imaginar.
A nadie se le oculta como, a día de hoy, por lo que nos vaticinan las encuestas de diversas demoscopias, un referéndum sería seguro resultando de victoria monárquica, algo que, y, por cierto, deberían haber materializado los Borbones contemporáneos hace ya unos cuantos lustros, zanjando así y entonces, pero para un largo futuro, las argucias desestabilizadoras y chapuceras de a quienes les cambia el cuerpo y les resuda la animadversión cuando oyen la palabra: España; resentimiento que, urdido y pagado por un gobierno extranjero en guerra abierta contra esta nación de más de cinco siglos, no le hubiera podido salir tan atinado y artero.
Y del republicanismo militante e insultante, como no se puede estar quieta ni debajo del agua, Ione Belarra nos ha sorprendido en otro de sus saltos malabáricos con categoría anecdótica, intentando prohibir de un solo estoconazo la Fiesta Nacional y a los enanos que la parodian en ancestral espectáculo hoy más conocido como "El Bombero Torero". Naturalmente los bajitos lidiadores, han respondido a la "empoderada" pidiendo "respecto y libertad" (democráticos) y dejando la evidencia incontestable: "Es muy fácil tomar decisiones desde un sofá sentada", entendiendo que la camarada ministra les quiere evitar el riesgo de algún topetazo propiciado por la vaquilla enseñada, para meterlos a picar piedra o lavar letrinas en espacios tan mínimos que no caben el normal de los humanos. Ellos que, desde su reducida estatura, pero a buen seguro más alta inteligencia que la Secretaria de Podemos, no piden subvenciones ni prebendas venezolanas, o rentables amaños institucionales, sino únicamente que los dejen trabajar en lo de siempre como al resto de circenses y comediantes. Aunque al paso que vamos con esta mujer dentro de poco nos quedamos todos con su patética máscara de tragedia griega.
De nuevo ha tenido que salir María Jesús Montero, la ministra-portavoz del Gobierno a dar la jeta con sus camisas y predicciones de pitonisa para desmentir a la ministra "tontarra", capaz de avergonzar hasta a su propia compañera de coaliciones supraizquierdistas Yolanda Díaz, la aguileña de los bucles de oro, que puede meter (y mete) la bola, pero no la pata con la inusitada frecuencia en la que cae Belarra.