Catch a cuatro y escribidores amanuenses

¿Se merecen los políticos lo que cobran? (sueldos, asistencias, dietas, viajes...) Probablemente sí, y unos más que otros. Pero en cualquier trabajo, desde la oficina al tajo minero, de la cátedra al parvulario, lo menos que se exige es cumplir con las horas de contrato, ahora que vamos dando por concluida la pandemia y su obligado aislacionismo.Viene a cuento este introito porque los ediles alicantinos parece que han decidido excusarse parcialmente de su dignísima presencia en los plenos. Entre los nueve concejales que tiene Partido Popular en el poder de alcaldía, solo asistieron cuatro al último legislativo municipal. Y el principal partido de la oposición, el PSOE PSPV, para no ser menos repitió a la mitad de la clase política fumarse el pleno; mientras Ciudadanos, tal vez porque le queda menos que tarda en persignarse un cura loco concurrió con tres de los cinco que son. Pero lo que ya raya entre la desvergüenza y el cachondeo, es el número inspirado nada menos que aquellos catch a cuatro que veíamos de muy impresionados niños/as en la plaza de toros, creyendo pavoridos que los púgiles se iban a matar descoyuntados, hasta que nuestros padres nos explicaban lo que era el "tongo".

Pues bien, los ediles de la derechísima Vox y cierra España, los pseudoseparatistas de Compromís, y los podemitas de la Comuna de París, como solamente tienen dos regidores por siglas, uno estaba en el pleno batiéndose el cobre (o la siesta) y el otro esperaba fuera hasta el que salía el compañero del metal político, tal como los mentados luchadores del ring en la plaza de toros, le tocaba la mano al entrante para poner sustituirlo en el combate de salón.

Y luego dicen que nos los tomamos a chacota.

Lo que ya no nos parece una broma a los periodistas, es que los diferentes partidos políticos tengan cada cual su legión de asesores, con magros salarios y distendido oficio, que ahora nos mandan desde sus gabinetes las noticias envueltas en el celofán maniqueo y precocinadas por y para quienes sirven, con declaraciones, cortes de voz televisivos y radiofónicos minutados, en un pretendido corta y pega con el "desinteresado objetivo" de que nosotros, los curritos de la información que deben leer, oír y ver ustedes, pongamos el culo de las tragaderas y la firma o siglas avergonzadas dando fe de manejables escribanos.

Así anda esta malpagada profesión cuando si contamos los periodistas o comunicadores que están viviendo de un sueldo público y los comparamos con los que trabajan en medios de comunicación, el resultante de la suma y resta resulta oprobioso para esta profesión.

Decía en el nuevo calendario zaragozano de las citas, el polaco Ryszard Kapuscinski que: "Cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante." Y claro, a nuestros chiquilicuatres políticos se la suda poco gastar nuestro dinero en asesores pelotaris que repliquen la voz de su amo, o de lo contrario vayan al paro (que también conozco casos).

Conste que nada tengo contra quien debe aportar un sueldo a casa, y me parece muy bien que estas personas faciliten la labor a los periodistas que cubren lo cotidiano. Pero, a mi modesto entender, deberían dejar que cada cual haga sus pirámides invertidas, pregunte y repregunte a los políticos/as cuanto le venga en gana para cubrir y completar su información, y entiendan que ni somos el NaturallySpeaking, ni loros amaestrados, precisamente porque muchos/as de ellos han trabajado largo tiempo al otro lado de la trinchera.