Encuestas tengas y las ganes
Una jueza ha tenido que poner coto a semejante desvergüenza, calificando la actuación del CIS de " irregular" desde que Tezanos juega al tocomocho con los datos
Las encuestas son las lentejas que si quieres las tomas y si no te gustan las dejas. Publican, publicamos, y alegrías y decepciones como van por barrios políticos, con sus empatías y adversiones, no acaban de contentar a todos y a veces a poco menos que a nadie. Antiguamente los oráculos, o mejor dicho su interpretación estaba en manos de los sacerdotes del templo que, por supuesto, también tenían sus intereses preconcebidos y precocinados: el mismo pronunciamiento de los dioses podría ser traducido como una victoria, una derrota o la naturaleza de cantando el resultado de la contienda.
Con la misma fe ciega en el destino asumían aquellas gentes de las ciudades Estado griegas, lo que estaba por venir según las vestales, que cuando nació la demoscopia como ciencia multidisciplinar y transversal, allá por mediados del pasado siglo, nosotros empezamos a creer en sus augurios electorales cuales presupuestos exactos, electo arriba, electo abajo, pensando que eran tan imposibles de manipular como otrora la voluntad de Zeus, a quien estaban dedicadas en alma aquellas sacerdotisas y virginales.
Pero desde que el ínclito Tezanos se hizo cargo digital del tema demoscópico en el ámbito nacional y para mayor gloria de Pedro Sánchez, la cosa se ha convertido en irrisión general, rechifla de grada sobre el payaso tonto-listo, cachondeo unánime porque sus vaticinios no coinciden con los de ninguna otra empresa encuestadora, mostrándose disparatados al compararlos con la media sacada del resto. Parece que el Gobierno haya puesto ahí a semejante rostro para que como decían en el medievo más primario: "es como la bofetada al tonto "que ni sobra mano, ni falta cara".
Ahora una jueza ha tenido que poner coto a semejante desvergüenza, calificando la actuación del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) de " irregular" desde que Tezanos juega al tocomocho con los datos de los ciudadanos/as y a cuenta de nuestros impuestos; mientras los medios de comunicación deben pagar a las empresas especializadas en la analítica social, para tomar el pulso y las coordenadas de por dónde va en cada momento la opinión pública.
Ni en parvulario se creen que después de la terrible pandemia, de la frustrante y voluntaria previsión social afectando a unas psicologías más que a otras, pero dejando poso en todas, y entrando ya en picado hacia una nueva crisis económica, no ha habido desgastes gubernamentales. Me dirán que la lima corrosiva va por autonomías, incluso por comarcas, pero cada vez que uno consultan con politólogos universitarios asumen que, pongamos por caso, Pedro Sánchez baja e Isabel Díaz Ayuso sube a pesar de los indiscriminados tiros a la mayoría que le lanzan los contertulios del púlpito izquierdista, olvidando la independencia y asepsia profesional que les enseñaron en las escuelas de periodismo, o en las redacciones de la Transición.
A la hora de manejar encuestas quienes mejor conocen sus verdades más íntimas e inefables son los políticos, que las encargan con una frecuencia desconocida para los de a pie. El PP ya tiene experiencia como para saber si puede ser caballo o yegua ganadores en las apuestas. Una cosa es el guión obligado de las cámaras, y otra, muy otra cuando vayan a jugársela de verdad, no solo jokey (o yokeyresa que dirían los podemitas), sino todos los intereses y personal que hay detrás de un Gran Prix.
En la Comunidad Valenciana los medios afectos al tripartito propagan que en el ámbito demoscópico el Botànic se mantiene. No parece ser la opinión de la calle cuando interrogamos aleatorios. Cierto es que Carlos Mazón tiene que aprender a gestionar las curvas, especialmente las que tuercen por el Capi i Casal, y que ahora mismo Ximo Puig le saca dos cuadras, pero todavía queda carrera y un purasangre con su sola montura está bastante menos desgastado que el otro con los pesados aparejos y jaeces de Compromís y podemitas, teniendo además los populares el acicate perdedor en los tabloides. Si bien no es menos cierto que mientras los peperos se han cuadrado ante un nuevo líder bajo el patronazgo de Casado, Compromís ya está jugando a coaligarse con los herejes de Unidas Podemos, y naturalmente en enemigos del dogma de san Pablo Iglesias.
Empieza el espectáculo, las encuestas ahora no pasan de ser un número más. El viejo dicho gitano cuando se recibe a los pleitos.