El patético bolero de un Gobierno esquizoide
Habrá reforma laboral de la Reforma Laboral, pastiche socialdemócrata y menchevique, a desentrañar en contenidos bizantinos por un pelotón de catedráticos Derecho Laboral y afines juristas
Entre la ministra Nadia Calviño, mujer europeísta y progresista (ma non troppo) con prestigio en la Bruselas de los pasillos decisorios, y la ministra comunista "Haute Couture.", Yolanda Díaz, tienen al presidente Sánchez aburriendo las maracas de Antonio Machín en su interrogante bolero de amores enfrentados: "Dos mujeres a la vez y no estar loco".
Es tercermundista que entre un Gobierno de los supuestamente países superdesarrollados de Occidente sus más altas dignatarias ministeriales se llamen mentirosas como si fueran arrabaleras de navaja (político-económica) en la liga, y lenguaje arremangado, al más puro estilo de las majas tabernarias.
Resulta difícil comprender cómo en este juego de damas, o señoras compañeras de metal, las broncas de cuándo y cuánto tienen y deben decirse a la cara no se producen en su debido sitio y lugar: el Consejo de Ministros (o al menos no trascienden), pero nada más salir de Moncloa y llegando a la Puerta del Sol o a las escalinatas de las Cortes, se bajan del coche oficial explayándose de lo lindo ante el primer micrófono que se les acerca, o tertulia que desplaza unidad móvil, para poner a caldo a la compañera/as del Consejo, mitineando blanco sobre negro la derogación o, sensu contrario, el maquillaje (dejándola irreconocible) de la Reforma Laboral que en su tiempo legisló el satánico PP rendidamente capitalista y socialmente antiobrero, pero que sacó a España de la crisis económica dando confianza al empresario y trabajo peor o mejor retribuido, pero cobrado en nómina oficial que pagaban las empresas, y no los ERTEs, que somos todos.
La ministra podemita, pero menos mientras se crea su propio partido, domina la comunicación del medio es el mensaje para que la quieran las cámaras luciendo modelitos capaces de superar a Victoria Beckham, pero cuando abre la boca tras la sonrisa Profident acusa gravemente al mismo PSOE que le hizo ministra (de fregachina a reinona) faltado a su verdad programática en el último congreso valenciano. O sea, de no tener huevos y huevas "matrias".
Se cuenta por los Madriles, según a quien quieras oír, que semejante gresca entre viceministras es jugada maestra de Pedro Sánchez, porque, previo pacto de futuros, Yolanda Díaz le está entregando en bandeja la cabeza del Bautista Pablo Iglesias-Unidas Podemos que porta Íñigo Errejón, el otro gran beneficiario de la subasta ideológica de lo que otrora presumía de izquierda radical española. ¿Se fue Pablo Iglesias, o lo fueron?
Es tercermundista que entre un Gobierno de los supuestamente países superdesarrollados de Occidente sus más altas dignatarias ministeriales se llamen mentirosas como si fueran arrabaleras de navaja
Mientras Nadia Calviño, funcionaria de nivel supremo en la UE, cumple a rajatabla el axioma del buen asesor: "más inteligente que el jefe, sin que éste lo perciba, siéndole por otra parte, más fiel que a mi madre". "Hágase en mí según tu palabra, Pedrito. Por eso le cambia la beatífica cara de un ursulina bien criada cada vez que tiene que contestar a la repregunta sobre la ultimísima declaración de Yolanda Díaz, para después tomarse el Lexatin que le envía la consoladora Margarita Robles.
Por supuesto habrá reforma laboral de la Reforma Laboral, pastiche socialdemócrata y menchevique, a desentrañar en sus contenidos bizantinos por un pelotón de catedráticos en Derecho Laboral y afines juristas, pues, como es sabido, todos los ministros y ministras, aunque sean de Asuntos Exteriores o de Cementerios que es el único que le falta al tropel monclovita; amén del abanico ideológico gubernamental que supone ir desde la colindante con el PP hasta la revolución marxista de la III República, o ya el acabóse independentista que tiene que prestar sus votos (y sus añadidos al texto) para que salga adelante la ley Barataria del faraón Sánchez en su ínsula de poder, felizmente encadenado a sus contradicciones. "Ay babilonio, que marea".