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Me parto el culo o la igualdad ante la justicia

El ya ex diputado, del que todo el mundo dice que es una buena persona, cree que cogiendo al abogado de Puigdemont va a tener el tema resuelto y no sabe que, siendo ex, tiene el porvenir mu

El exdiputado Alberto Rodríguez

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No entiendan que eso de “me parto el culo” es una falta de respeto al lector. Es que me estoy modernizando. Antes se decía me desternillo – algunos iletrados decían me destornillo como si al reírse se les soltara un destornillador o una tuerca desde las ternillas-, pero la palabra ha quedado obsoleta y ya no la usa nadie. Ahora cuando uno se ríe a mandíbula batiente, se está partiendo el culo.

Esta mañana, en la cama, me ha requerido mi señora para el débito conyugal. Harto de gatillazos, me he escaqueado diciendo: “cariño, ten compasión con un anciano. ¿No querrás ser acusada de homicidio alevoso y premeditado? Creo que lo hicimos el día que Rajoy cogió el medio pedal en aquel bar madrileño, cuando dimitió y dio paso a Sánchez. No hace tanto tiempo. No te pases con tus exigencias carnales, que ya sabes que, a estas edades, cuando llegas al culmen – si es que llegas- nunca sabes si estás llegando al orégano o estás teniendo un infarto. Vamos a tranquilizarnos y a dejar que se serene la hormona que nos queda”.

Eludido hábil, suave y dialécticamente el uso del matrimonio que me exigían, me refugio en el pinganillo de la radio. Me entra la risa floja, entro en tensión y me da un calambre en la pierna, como esos que hacen tirarse al suelo a los futbolistas para perder tiempo. La risa floja se torna carcajada. Recompuesto del tirón, oigo la radio.

Cuentan en una emisora que un diputado canario de Podemos ha sido condenado a una multa y a inhabilitación por darle una patada a un policía durante una manifestación. ¡Cojones! A mí, siendo jefe de servicios de Fontcalent, carcelero, pero tan funcionario público como el policía, me mordió una negra y me dio dos puñaladas en la mano izquierda – eso que llaman los criminólogos y los forenses heridas de defensa- y don Carlos Ollero, juez de instrucción dos de Alicante, me dijo que ni abría diligencias, que eso eran gajes del oficio – de ser carcelero, entendí- y que actuáramos administrativamente contra la negra, porque él no pensaba hacer ni el huevo.

Cuando fui al colegio de los curas, interno con nueve años, al sector pobre por aquello de que mis padres tenían que emigrar a Alemania y no había sitio para mí en aquel piso de inmigrantes, mi madre, sabia y expeditiva, le dijo al cura que me recibió: “Padre Franco – el apellido del cura ya me hizo sospechar- péguele todo lo que le haga falta que este niño es muy malo”. Ahí se empezó a forjar mi carácter anarquista y empecé a interiorizar la maldición gitana, pleitos tengas y los ganes. Como en aquel colegio triste y frío estuve castigado los primeros cuatro años – luego empecé a levantar cabeza, aunque tampoco mucho- además de anarquista me hice también masoquista para disfrutar en aquellos internados nacionalcatólicos-franquistas. Ni siquiera tenía pensado denunciar a la negra apuñaladora, aceptando sus puñaladas y sus mordiscos como vacuna y como fruto de mi destino desgraciado, pero andábamos en la época del Sida rampante, tenía hijos pequeños que alimentar y fue el gran magistrado don Rafael Bañón quien me aleccionó: “denuncia, porque si coges el sida y te mueres – entonces palmaban como moscas en las cárceles y fuera de ellas- siempre habrá un agarre legal para que no digan, “ya se le veía a este la pluma en los bares de ambiente”.

El notición de la semana es que Podemos se va a querellar contra Meritxell Batet por echar al de las rastas del Congreso

La Justicia de entonces, con Ollero como cabeza visible, afrontó los mordiscos y las puñaladas de la negra no haciendo nada. Perfecto. Ahora las cosas han cambiado. El rey emérito lleva dos años de veraneo en el golfo pérsico, disfrutando las comisiones del AVE a la Meca – presuntas, no se me subleven- y los líos sentimentales de Corinna Mercante y no pasa nada, pero al diputado de las rastas, ese de la pinta infame –aunque la pinta no siempre es el espejo del alma- lo han desalojado del sillón de piel y del tratamiento de señoría por una simple patada. Igualdad ante la ley. Baldoví – un hombre sensato y equilibrado- dice que hay un diputado de Vox condenado y no le han hecho nada.

El notición de la semana es que Podemos se va a querellar contra Meritxell Batet por echar al de las rastas del Congreso. Me da más fuerte la risa floja y mi señora se cabrea en serio: A ver, Sr. Gatillazos, no veo el motivo de la risa, tío ridículo, ¡so mierda!

A este paso van a tener que cambiar la Ley de Enjuiciamiento Criminal. Cuando yo estudiaba -poco, prácticamente nada-, más o menos cuando Millán Astray andaba fundando la legión con cabra y todo, había denuncias y querellas. Ahora hay que regular el “aviso de querella”. Se echan atrás los podemitas. Avisan de que no va a haber querella y se centran en que el diputado de las rastas no estaba allí el día de la patada al policía – dice Belarra, apuntándolo en su agenda 2030- ¿Cómo no esgrimieron esa realidad en el juicio que es cuando debía defenderse de las acusaciones? No, entonces pensaban que no hacía falta y que había que aprovechar la ola publicitaria. Ahora piden la dimisión de Batet por prevaricación y yo pregunto: ¿Cumplir una sentencia del supremo es prevaricar? Dejan tirado al pobre diputado canario desvinculándose del asunto porque lo importante son las próximas elecciones y cualquier acción u omisión pasa por esa estrategia. El ya ex diputado, del que todo el mundo dice que es una buena persona, cree que cogiendo al abogado de Puigdemont va a tener el tema resuelto y no sabe que, siendo ex, tiene el porvenir más negro que yo intentando ser bailarín del Bolshoi de Moscú.

Lo del Ayuntamiento de Alicante es muy fuerte. Iba a votar a Barcala en las próximas municipales, pero no lo voy a hacer. Admito candidatos con propuestas, ofrecimientos y mentiras dichas al oído. Este señor no me escribe nunca salvo para mandarme multas. En este mismo instante y aquí pongo a la venta coche de jubilado, sin calentones, sin golpes, sin niños que rompan las tapicerías y se hagan pis en el salpicadero. Impecable. Pocos kilómetros. Precio a convenir. Recibo carta del excelentísimo y, cuando creía que me iban a invitar a una cena por Navidad, me iban a dar un reconocimiento como ciudadano ejemplar o me avisaban para que recogiese un jamón por no mear en las esquinas ni participar en botellones nocturnos, resulta que me han multado. Ha dicho una cámara manejada por no sé quién – querría ver la grabación pero hay que tener fe en la administración municipal-, que doblando a Luceros he pisado la raya del carril taxi y bus. Ya estamos otra vez con la igualdad ante la ley. La vida es muy breve como para cabrearse. En un suspiro pasas de la edad de la pasión a la edad de la pensión. No merece la pena entablar un recurso por cuarenta y cinco pavos. De eso se aprovechan las administraciones –incluidas las municipales- que tienen muchos saraos a los que hacer frente y necesitan cash y los ciudadanos gilipollas y sin ganas de líos, pagamos.

Vaya usted a la rotonda de la División Azul, aparque en doble fila o sobre las isletas, haga botellón nocturno y no verá a ningún agente municipal libreta en mano denunciando el aparcamiento indebido

Vamos con la igualdad ante la ley. Todos los días, convenientemente disfrazado – ayer lo hice vestido de bellea del foc y me hinché a recibir aplausos y hasta me tiraron una traca- me paseo por la plaza de la División Azul para ver si Barcala y Ximo Puig – en el tiempo que les deja libre aplicarse el Grecian 2000, atusarse el tupé y colocarse el peluquín- se han puesto de acuerdo para arreglar esa indignidad habitacional, ese desastre urbanístico, ese horror para una ciudad que se llama civilizada y moderna. No arreglan nada. Siguen las casas franquistas sin adecentar, con los desconchones que les llegan del suelo al techo, y con todo tipo de aditamentos externos e internos clamando al cielo. Usted aparque en la rotonda de Luceros o en la del puente rojo a tomarse una caña. En menos de lo que tarda Podemos en redactar un proyecto de ley, tiene usted al agente inmóvil multándolo. Sin embargo, vaya usted a la rotonda de la División Azul, aparque en doble fila o sobre las isletas, haga botellón nocturno, tómese mientras tres bocadillos de panceta seguidos – no digo el nombre de los bares para no hacer publicidad- y no verá a ningún agente municipal, ni móvil ni inmóvil, libreta en mano denunciando el aparcamiento indebido porque no hay que crear alarma ni conflictos sociales de manera gratuita. Hay espacios de impunidad.

Cuando escribo esto, la luz está a doscientos veintiséis pavos el megavatio. Nadie dice que la gasolina está a 1,56 el litro. Doscientas sesenta pelas de las antiguas. A ver qué pasa con la sentencia sobre el impuesto de plusvalía y la que anula el confinamiento. Un monumento a la incompetencia. Viva el estado del bienestar.

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