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Explicando el cáncer a los niños

El pasado viernes asistí en Aspe a un encuentro entrañable, de estos que te tocan el corazón. Todos pidieron la misma cosa en sus emotivas intervenciones: más investigación

Olga Avellán y Óscar Amat durante la presentación del cuento ilustrado 'Mi mamá no tiene pelo'

Olga Avellán y Óscar Amat durante la presentación del cuento ilustrado 'Mi mamá no tiene pelo'

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Con esto de la vuelta a la normalidad andamos todos, ahora que parece que el fantasma del encierro se va a alejando -dicho sea con los debidos respetos que a estas alturas merece la pandemia-, con unas ganas locas de apuntarnos a lo que sea. A un bombardeo, vaya. Es cierto que las cifras de la incidencia de la Covid-19, de momento, permiten cierta relajación de costumbres y justifican la sensación de optimismo y hasta de euforia que nos embarga. Sin embargo, hay que reconocer que no todos los festejos son iguales. Ni mucho menos. Los hay que destacan por su forma y su fondo y que son especiales. De uno de estos les voy a hablar.

El pasado viernes asistí en Aspe a un encuentro entrañable, de estos que te tocan el corazón. Ese día tuvo lugar la presentación de un libro muy hermoso, que se titula “Mi mamá no tiene pelo”, escrito por una mujer muy valiente, llamada Olga Avellán. Olga, periodista de profesión, es un portento de la naturaleza, una de esas personas que hacen que los demás se muevan gracias a su impulso. Una mujer bonita de sonrisa perpetua. Se le diagnosticó un cáncer de mama hace dos años, cuando estaba embarazada de su hija menor, Andrea, y desde entonces anda luchando contra este mal que afecta a tantas mujeres, de todas las edades, en nuestro país. Olga decidió, cuando sufrió una recaída en la enfermedad, abordar este proyecto de escribir un cuento, para explicarle a su hijo Alejandro por qué no tenía pelo como las otras mamás y por qué estaba malita. De ahí surgió un hermoso proyecto, una herramienta concebida para explicarles esta maldita enfermedad a los más pequeños, en la que el texto se combina a la perfección con las bellas acuarelas que lo adornan. De paso, Avellán confesó que el libro le había servido de terapia para mantener alto el ánimo.

Es un libro tan entrañable como la propia autora y su marido, otro valiente que, además, se pone en un segundo plano para no restarle un ápice de relevancia a la protagonista de toda esta historia de superación, pese a ser verdaderamente copartícipe de ella. Me refiero al también periodista Andrés Maestre, amigo y delegado de ESdiario Alicante. Olga y Andrés forman una de esas parejas que dan envidia al resto, por lo bien que se llevan. Estar cerca de ellos aporta siempre energía y positividad, de ahí que tengan tantas personas alrededor que los quieren, como se pudo ver en la presentación del libro, en la que el salón en el que se celebró estaba a reventar. Calculo a ojo más de trescientas personas. Y es que todos queríamos estar cerca de ellos en un día tan especial para ambos.

Es de justicia que se le den, a la ciencia en general y a este trabajo en particular, el papel que merecen en nuestro país


La autora, Olga, estuvo acompañada también por la presidenta de la asociación MACMA (Mujeres Afectadas de Cáncer de Mama de Aspe), Paqui Calatayud, por el alcalde de Aspe, Antonio Puerto, y por la vicepresidenta de FECMA, María Botella, la federación nacional a la que consta adscrita MACMA, entre otros muchos amigos y colaboradores que estuvieron arropándola aquella tarde-noche, entre los que destacaría a Begoña Amat, autora de las bellas acuarelas del libro. Es increíble la presencia de ánimo que tuvo Olga en el escenario, haciendo que nos emocionáramos, pero sin pamplinas, con su talante positivo siempre por delante. Imaginen que, cuando me acerqué a que me firmara el libro, me dio las gracias, ¿a mí? ¿Por qué? Más bien al contrario. Y es que ella destaca la mejor versión de cada uno. Gracias a ti, campeona, por trasladarnos tu fuerza y ganas de luchar. Todos pidieron la misma cosa en sus emotivas intervenciones: más investigación.


Sin la investigación estaríamos perdidos, no tendríamos aún vacunas contra el coronavirus, por poner un ejemplo, con las nefastas consecuencias que de ello se derivarían. Es imprescindible poder contar con investigadores en todas las ramas de la ciencia, pero especialmente en lo relacionado con esta terrible enfermedad, que sigue siendo una verdadera lacra, y para ello se ha de disponer de la inversión necesaria. La investigación no es un gasto, sino dinero bien invertido en mejora de los procesos, de los sistemas y, en el caso de las enfermedades y concretamente en el cáncer, de la esperanza y la calidad de vida de los enfermos. No podemos seguir despreciando la investigación, como se viene haciendo hasta la fecha en España, ni condenando a los investigadores a que tengan que salir huyendo de nuestro país para poder dedicarse a su vocación. Es de justicia que se le den, a la ciencia en general y a este trabajo en particular, el papel que merecen en nuestro país. Olga y otras muchas mujeres como ella, sus hijos, sus parejas y familiares, sus amigos necesitan que empeñemos todos los esfuerzos, porque en definitiva es un problema que nos afecta a todos.

Mónica Nombela

#mimamanotienepelo

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