Jubilaciones procedentes ¿o no?
El Ministerio de Justicia, las universidades y las consellerías del ramo debieran aprovechar el enorme capital humano que suponen estos jubilados en pleno uso de sus facultades
El próximo 8 de diciembre se jubila mi buen amigo mío, el magistrado Manrique Tejada, fui a su despacho para darle los parabienes del jubileo y acabamos hablando de todo lo contrario a las felices albricias de un futuro horaciano, es decir, de lo injusto por inapropiado que puede llegar a ser el prescindir obligada y obligatoriamente vía decreto de una persona totalmente válida para el cumplimiento de sus facultades, cuando su juzgado está al día, la mente sentenciadora bien despierta, y la experiencia acumulada, un valor añadido tan único y particular como impagable, por algo ni ha tenido una inspección, ni se ha movido un solo funcionario/a en los veintitantos años que lleva en su despacho decorado con posters de Matisse y del Picasso más expresionista (Margot), como el yin y el yang del expresionismo, que tanto trato de profundizar en la situación y en la condición humana de las personas.
Desgraciadamente no pude acudir a la comida posterior de homenaje, y lo siento por Pilar, esposa de Marri: la abnegación y el carácter, pero por lo que me cuentan todo fueron alabanzas para un hombre que ha sabido distinguir al magistrado de la persona y, por supuesto del amigo con idéntica equidad, expresión, respeto y elegancia que aprendió de su padre, Secretario de Juzgado, predecesor del nombre Manrique por mor a su vez de aquel gran jurista que fue Manrique Mariscal de Gante. Al salir del despacho de su juzgado y mientras remiraba los afiches (el arte siempre sobrevive a las personas), en lugar de un abrazo sellado del adiós a las armas, balbuceé el más usual y socorrido "enhorabuena". Sin perder su sonriente de siempre me contestó: "perdona Pedro, pero cuando me dicen 'enhorabuena' por la jubilación, pienso en que la enhorabuena es por seguir viviendo, pero precisamente sería mejor seguir viviendo y trabajando en lo que de verdad me gusta....'
Obviamente en la posterior comida-homenaje todo fueron parabienes, pero las emociones compartidas vinieron después con esas anécdotas olvidadas y sucedidos unas veces hilarantes, y otras de franca preocupación porque a un juzgado van a parar los cuatro puntos cardinales de la vida misma y sus conflictos. Cierto es que la juventud viene apretando y también quiere asumir y ocupar esos puestos de trabajo porque dominan la informática, y los metros de Aranzadi rojos, verdes o de marrón, que hoy son rapidísimos chips que caben en una pantalla, y te llevan de un asunto y sentencia a otro prácticamente como dioses nemotécnicos y sin tener que esforzarte en buscar determinado tomo con sus papelitos indicadores y separadores. Cierto que no tienes que estar todo el día aprendiendo los cambios vertiginosos de las leyes y sus reglamentos, empezando por los europeos que tantas veces pesan más que los propios de cada país. Pero que no se ponga un límite de edad sobre todo aquellos y aquellas jueces que viven su activo profesional demostrable ante un tribunal de capatización; en primer lugar, porque con 50 años, un juez puede tener un principio de Alzheimer, o cualquier patología psicológica y estar en ejercicio; en segundo lugar porque los jueces más respetados del mundo los del Tribunal Supremo americano llegan hasta los 80 años o más al ser vitalicios en el cargo; es incuestionable que hay una comisión que se encarga de vigilar su estado de salud empezando por el mental, también que tiene mucho de política, pero pocos dudan de sus sentencias que en bastantes ocasiones crea jurisprudencia.
Retirar a un buen cirujano que todavía puede conservar y salvar muchas vidas, pero que le ha llegado la fecha de caducidad, me parece impropio hipocrático
Cuando llegue la edad pertinente, incluso antes, cada cual puede acogerse a la jubilación o prejubilación de la que han abusado tantas empresas, que por cierto merma mucho la nómina acostumbrada, pero, de alguna manera, en estos casos de valí el Ministerio de Justicia, las universidades, las Consellerías del ramo debieran aprovechar el enorme capital humano que suponen estos jubilados en pleno uso de sus facultades y fundamentados consejos jurídicos.
Retirar a un buen cirujano que todavía puede conservar y salvar muchas vidas, pero que le ha llegado la fecha de caducidad, me parece impropio hipocrático. Jubilar a un minero con 40 años y los pulmones desechos, creo que es lo justo, aunque no haya cumplido el tiempo laboral reglamentario. Y qué decir de tanto profesor y catedrático universitarios cuyos textos ya son antología de su asignatura. Como ejemplo, basta escuchar la oratoria de nuestros políticos actuales y compararla, ya no con Salmerón o Sagasta, sino con los políticos que hicieron posible la Transición. Poner a vegetar buena parte del capital intelectual de este país es un disparate, y nada tengo que decirle a quien quiera irse porque ya está cansado e incluso chamuscado del mismo curre toda su trayectoria currante, pero si hemos alargado nuestras perspectivas de vida útil, no le carguemos a la Seguridad Social gastos que podrían ser beneficios para toda la sociedad, ni desechemos "del viejo, el consejo".