Inflación desbocada y empobrecimiento
Mientras atracan nuestros ya exiguos bolsillos y nos cuesta cada vez más llenar el carro de la compra o el tanque de gasóleo, el presidente Sánchez sigue repitiendo que “España va mejor”
Las consecuencias de la pandemia son tantas y de tan diverso alcance que, en realidad, estamos viviendo un auténtico cambio de paradigma, a nivel mundial. La Covid-19 ha modificado de tal manera nuestras vidas que en ellas ha habido un antes y un después.
Dentro de estas consecuencias está el encarecimiento del coste de la vida que estamos padeciendo actualmente. Y es que la inflación se ha incrementado en octubre hasta el 5,4%, el nivel más alto en 29 años, según el Instituto Nacional de Estadística. Y eso que recuerdo años y años no hace mucho de inflación alrededor del cero por ciento, e incluso negativa. Nadie puede escapar a la actual subida de los precios, porque ha llegado a los carburantes, los aceites, los hoteles, el gas y, cómo no, a la electricidad, que sigue absolutamente disparatada, entre otras muchas cosas. Me cuesta entender por qué un país con tantas horas de sol al año sigue sometido y esclavizado, en manos de esta manada de mangantes de las compañías eléctricas, en vez de haber creado ya -hace tiempo- un sistema para poder garantizar el suministro gratuito de energía a los hogares y las empresas, facilitando al efecto las inversiones en placas solares. Claro que para eso habría que atreverse a enfrentarse a las grandes corporaciones, que son en realidad las que mandan, no nos dejemos engañar con eso de que de vez en cuando nos toque acudir a las urnas. Eso por no hablar de la energía eólica, que digo yo servirá para algo más que para hacer que los surferos se lo pasen bien en sitios tan frecuentados por su viento como Tarifa. Estamos desaprovechando los recursos naturales y gratuitos de que dispone en abundancia nuestro país.
Mientras atracan nuestros ya exiguos bolsillos y nos cuesta cada vez más llenar el carro de la compra o el tanque de gasóleo del coche, el presidente Sánchez sigue repitiendo, como si a base de hacerlo fuera a lograr convencernos de ello, que “España va mejor”. Hay que tenerla de cemento armado. Depende de con qué comparemos la situación actual, pues puede que no haya mentido del todo en eso de mejor. Por ejemplo, estamos mejor que cuando nos encerraron en casa durante catorce semanas en el confinamiento, de manera ilegal como ha dicho el TC en varias sentencias, por cierto, y también mejor que cuando morían -según cifras oficiales- 1000 personas diarias por el coronavirus, pero que Sánchez siga enarbolando el estandarte de la recuperación económica es sin duda un cuento chino. Si el “costo de la vida”, como decía Juan Luis Guerra sube otra vez, y los salarios, por el contrario, solo lo hacen tímidamente, nos estamos claramente empobreciendo.
Cierto es que muchas personas quieren que les cuenten que todo va a ir bien, como si fueran niños asustados que necesitaran una versión amable de las cosas que suceden, para digerir la cruda realidad. Sin embargo, con la inflación de la luz desbocada es literalmente imposible contener nuestro empobrecimiento, al menos antes de que acabe este año.
Menos mal que de todo esto nos va a salvar la nueva plataforma de izquierdas que está liderando la vicepresidenta Yolanda Díaz
A perro flaco, todo son pulgas. Y nosotros somos ese perro desnutrido. También hay quien nos va advirtiendo ya de la crisis enorme de distribución que vamos a padecer, que puede ocasionar un cierto pánico por desabastecimiento, especialmente si coincide con las Navidades, la fecha de más consumo del año. Los transportistas, que planean ir a la huelga justo antes de las fiestas, denuncian que pagan 1.400€ más al mes en combustible. Eso no hay bolsillo que lo aguante. Y encima las compras por Internet permiten comprar y devolver productos sin pagar costes de envío, ¿dónde está el truco y quién asume esas pérdidas? Parece ser que los transportistas y que no están dispuestos a ello. Así que a ver si a la vuelta de un par de meses ya no nos reímos tanto de la feroz crisis del transporte que ha habido en Reino Unido. Igual al final vamos a tener que hacerle caso al ministro Garzón en sus consejos de alimentación frugal, que a algunos de paso hasta nos vendría bien para la línea. Lo sigo más que nada porque igual hasta escasean algunos alimentos.
Menos mal que de todo esto nos va a salvar la nueva plataforma de izquierdas que está liderando la vicepresidenta Yolanda Díaz, la política de moda que trata de despegarse de Unidas Podemos a toda costa, pese a haber sido promovida a ese puesto por Pablo Iglesias. En loor de multitudes, y arropada por varias políticas de izquierdas, como Mónica Oltra, Mónica García y Ada Colau, se ha presentado como un proyecto que “supone el comienzo de algo maravilloso”. Un poco flower power sí que suena. Sin embargo, en la foto chirría una presencia, una señora vestida a la manera musulmana, Fátima Hamed, signo inequívoco que supone la antítesis de la progresía que tratan de esgrimir Díaz y sus correligionarias. Respetando esta religión como a cualquier otra, como no podría ser de otra manera, no entiendo que se pueda considerar de izquierdas una cultura que no respeta la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. A ver si esta nueva política no va a ser tan nueva en el fondo.
Mónica Nombela Olmo
Abogada y escritora