Siempre nos quedará El Cantó
Releo una crítica que le hice dos lustros atrás y puede servir perfectamente para un "corta y pega" porque nada ha cambiado en su confección casera y producto demostrado
Va para 10 años que cumplieron sus bodas de plata. Y ahí siguen: abarrotados con comensales esperando turno en la puerta (hay que reconocer que el local, incluida su barra, no es muy grande); con su carta plastificada de siempre; y un servicio bien capaz, alguno de cuyos miembros se ha jubilado y otros montaron su propio negocio con bastante éxito a imagen y semejanza de esta casa madre montada hace casi 40 años por Miguel García Navarro.
Releo una crítica que le hice dos lustros atrás, y que puede servir perfectamente para un "corta y pega" porque nada ha cambiado en su confección casera y producto demostrado; si acaso un obligado relevo generacional en parte del personal de plantilla y en mucho cliente renovado, lo que demuestra cómo la jefa de los fogones Marbella García Almiñana domina la cocina tradicional desde sus primeros platos: el caldo con pelotas, judías con chorizo, cocido en un vuelco y de la Vega Baja, arroz caldoso de carne o de pescado, o las lentejas, pero y sobre todo unos callos melosos (punto picantes) mantienen sus inalterables y fieles querencias por más generaciones que pasen. Otro tanto puede decirse de entradas como la sartencilla de gambas (frescas) al ajillo, las salazones (empezando por la hueva de atún de pala ancha, el bonito o una mojama irreprochable; por no hablar de sus "verbenas de canapés" abierta a cualquier combinación y preferencia como un abanico para los sentidos, preparadas en barra por José Luis Fuster Ferrándiz y sus ayudantes. Mientras que en sala vigila y controla impecablemente el ya veterano Francisco Javier Tovar Pérez. Tanto a un lado de la trinchera como al otro el servicio es impecable, pero siempre cercano.
Entre los segundos me inclino siempre bien por una ventresca de atún levemente tocada en cocina, un solomillo a la mostaza, o el bacalao sea al pilpil o al natural desalado sin más acompañamiento que un buen tomate estriado.
Los postres no están mal, si acaso las peras al vino o la copa de fruta variada que refresca un menú largo y estrecho, amén de muy nacional. Saben echar la cerveza en sus tiempos, pero la bodega se queda corta. Y el pan nunca me ha gustado, ni las desequilibrantes banquetas donde sentarse, tampoco; aunque eso son minucias comparadas con el conjunto de una comida y una cena memorables en la honestidad cualitativa del producto, y de una cocina y planchas sobresalientes en la mejor tradición de las cervecerías restaurantes que se iniciaron allá por los años 70 del pasado siglo, recogiendo una especie de media hostelera entre el mesón y el bar del barrio.
A Miguel, propietario del esquinado local Cantó, le encantan los ripios vegabajeños, por ejemplo: “pase usted al Cantó y saldrá mejor que entró". Pues eso, de pocos sitios puedo decir que nunca me han decepcionado, este es uno de ellos.
Cervecería El Cantó
Alemania, 26, Alicante,
Teléfono: 965925650. (No busquen página web)
Cierra domingos
Precio medio 25 a 30 euros