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Perfecto Arjones, la vida en blanco y negro

La muestra ’Huellas de un tiempo. D’un temps i un país’ permanecerá en la sala de la Fundación Mediterráneo hasta el 14 de febrero. Luego iniciará un peregrinaje por toda la provincia

Perfecto Arjones, la vida en blanco y negro

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Cristina Sánchez

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En el marco de la pléyade de actos en conmemoración del Día de la Constitución, se inaugura en Alicante una muestra gráfica de un abanderado de la fotografía alicantina: Perfecto Arjones, fallecido el pasado mes de marzo. Un testimonio que convierte un centenar de instantáneas en testigos directos de un tiempo de cambios históricos que muestran la transformación entre los años 70, 80 y 90; una andadura plagada de hitos, entre la dictadura de Franco y la llegada de la democracia.

La exposición, esparcida por la sede de la Fundación Mediterráneo con una elegancia sencilla, consta de varios espacios, en los que resalta la figura de Perfecto; sus inicios en el Diario Información, o imágenes de la metamorfosis política de los años 70. También podemos verle en vídeo, rememorando algunas célebres entrevistas, a través de una proyección.

Fueron breves los oradores, quizá porque las imágenes valen más que mil palabras; quizá porque la muestra ‘del Cholas’, como le llamaban algunos compañeros, daba fe del popular dicho, mostrando los momentos más sustanciales del urgente cambio democrático desde las calles y las instituciones, a través de un objetivo que captaba no solo las miradas o los gestos, sino también la intención y hasta aquel ambiente que se respiraba y que tanto prometía.

El president recordaba que hacer fotoperiodísmo, ’no era fácil en aquellos años’ y aseguraba que el periodismo tuvo un papel esencial ‘en la recuperación de las libertades y en la conservación de la memoria de nuestra tierra’. Y lo decía el mismo día que leíamos en los periódicos, que 12 jefes de prensa del Congreso pedían en bloque el veto a periodistas.

Rafa Arjones, hijo de Perfecto y jefe de fotografía del Diario Información, que es, además, uno de los comisarios de la exposición, se dirigía al numeroso grupo de compañeros del Información, y a su madre, Pilar Gómez, especialmente, a la que consiguió emocionar con el recuerdo de su padre. Y Ximo Puig imitó al vástago, y no dejó pasar la ocasión para emocionar a la viuda con sinceras palabras de reconocimiento.

El excelente testimonio gráfico hizo que nos sumergiésemos en los 80 y 90 y nos dejásemos arropar por una atmósfera entre la emoción y el orgullo. Se propició ese aire que deja circular, como quién no quiere la cosa, el característico ego medio dulzón, de digestión pesada y algo canalla que sólo flota en el ambiente cuando hay demasiados políticos y periodistas juntos por metro cuadrado. Es entonces cuando, por todo resumen, se te ocurre parafrasear aquella sentencia de una Cecilia que, como Arjones, forma parte de nuestro inconsciente colectivo, ‘mi querida Alicante, esa Alicante mía, esa Alicante nuestra’…

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