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¡Viva el espíritu navideño!

Aguanto la tele porque los del segunda mano solo me ofrecían sesenta pavos por ella cuando me costó casi cuatrocientos hace menos de un año

¡Viva el espíritu navideño!

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Dada mi situación de quiebra técnica ante los últimos sablazos recibidos de quienes creía que eran mis aliad@s, mis amig@s, mis amor@s - ¡cuerpo a tierra que vienen los nuestros!-. Dado que, como se dice en mi pueblo con evidente mal gusto, estoy más abollado que la escupidera de un loco, me dedico a la lectura y a ver la tele en soledad. No asisto a saraos, a sitios de moda en donde corre el champán y todo tipo de destilados ni a ningún templo de la estupidez copado por la gente guapa con escotes vertiginosos, secciones de empuje recauchutadas y tacones estratosféricos. Vivo de manera eremítica y saludable, alejado del mundanal ruido como Virgilio, Horacio y Fray Luis de León. Mientras no me corten la luz, en mi retiro forzado – hoy está a 300 pavos el megavatio, un atraco en toda regla- me libro del covid 19 y cuido mi hígado bebiendo agua del grifo, porque no puedo pagar los gin tonics gilipollescos – con granos de pimienta, pieles de pepino y otros aditamentos más propios de una ensalada que de un cubata- a quince pavos.

He quemado mis muebles en la chimenea, por aquello de la pobreza energética y me siento en una alfombra en el suelo como si fuera Ahmed Abdelkrim, el policía moro que protagoniza “En la cuerda floja. Narcotráfico en Mallorca”. He vendido todos mis “compacdisc”, que me costaron un pastón en su momento, a un euro la unidad en una tienda de segunda mano. Aguanto los vinilos porque no quiero caer en la depresión intratable vendiendo discos de los Beatles, de Eric Clapton, de Triana o los primeros de Miguel Ríos, y pasar a engrosar las listas de suicidas, ahora que por fin han dejado de ocultar los datos de los que tiran por la calle de en medio y ya los periódicos son capaces de hablar de un hecho evidente: hay gente a la que le puede la desesperanza y lo digo con la autoridad que da haber descolgado a más de un ahorcado en mis cuarenta años de cárcel.

Aguanto la tele porque los del segunda mano solo me ofrecían sesenta pavos por ella cuando me costó casi cuatrocientos en el “Megaflashluxuryforyou” hace menos de un año. Tenía que haberla soltado. Total para lo que hay que ver. He pensado ir al “firdates”, pero las de mi horquilla no me gustan, todas abuelas con los brazos gordos y colgantes. A las que me gustan a mí, las de la sección de empuje recauchutada, los morros de plástico, rubias de bote y con todos los dientes suyos – porque los han pagado- yo les causo repulsión y tampoco es cuestión de ir a la tele a hacer el ridículo y que luego te señalen con el dedo por la Rambla de Méndez Núñez.

Veo la tele sin siquiera un güisqui segoviano que llevarme al coleto – he ahí la ruina- y me parece que estoy en el túnel del tiempo. Sale Rajoy. ¿Nos podremos librar de él en algún momento? Los diputados practican la conducta evangélica: Bienaventurados los misericordiosos porque ellos encontraran misericordia. Y tratan al gran liante con guante de seda. Rajoy – es un tío listo, reconozcámoslo- se ha aprendido de memoria la canción reciente de Sabina: Lo niego todo, aquellos polvos y estos lodos. Lo niego todo, incluso la verdad.

Rajoy deja claro con su intervención que las comisiones parlamentarias no sirven para nada, vamos que no valen ni una mierda salvo para que los comparecientes – él por ejemplo, pasen el rato y se rían de los parlamentarios en su cara. Para que estos cumplan con la papeleta, hagan el ridículo, cobren su sueldo y se retiren a sus aposentos felices y contentos. ¡Como Dios!- Dice Rajoy que no tiene ni idea de nada. Fue presidente del gobierno un tipo que no se enteraba ni del día en que estaba. No sabe nada de los papeles de Bárcenas, no sabe nada de la contabilidad negra de su partido, no sabe que hay tres sentencias que la dan por probada – dos de la audiencia nacional y una del supremo-, no sabe nada de la operación para hacerse con las pruebas que incriminaban a él y a sus adláteres y que los medios han llamado “Operación Kitchen”. No sabe nada, ni siquiera cómo consiguió aprobar la reválida de cuarto. No sé nada de eso y no soy consciente. He ahí el resumen. Carpetazo a la comisión inútil, chistes, caras de poker y Rufián, las socialistas, los podemitas, los naranjitos y hasta el último mono que se van por donde han venido. Parecen la Justicia Suiza que tampoco ha visto nada ni ha deducido nada de las inexistentes comisiones morunas al emérito. Yo, si algún día meto la mano en la caja – no sé en cual, pero en una caja, la que pille en mi decrepitud- quiero que me investiguen estos porque Mortadelo y Filemón, Pepe Gotera y Otilio, lo harían mucho mejor. Fijo que me voy de rositas. Eso que me investiguen y me digan eso tan bonito y por lo que no se va al trullo: “a título lucrativo”. Pues claro, toda la mangancia es a título lucrativo, para pillar, para forrarse, para montarse el chalet en primera línea y el cochazo alemán seis cilindros que con eso ni siquiera hace falta el turbo packet special para que vengan la de bote recauchutadas en la sección de empuje. Con la pasta a tope todo lo demás viene por añadidura. Eso es exactamente el espíritu navideño, todos colegas, todos amigos, todos palmeándose la espalda y aquí no ha pasado nada. ¡Navidad, dulce navidad y a Belén pastores que ha nacido el rey de los angelitos! Ya se lo oía yo decir a los calorros y a sus familias cuando esperaban en las salas de espera de las visitas en los mil y un trullos por los que he andado. “ A vuzotros no sus condenan nunca. Sois toos lobos de la misma camááá”. Y me entraban ganas de montar un expediente para cortarles los vis a vis por fata de respeto e insidias contra las instituciones. No iban tan desencaminados los calorros.

Escuchando El Mesias de Haendel y el Verbum caro factum est, he tenido dos orgasmos enlazados uno con otro

En medio de este postureo inútil, con apariencia de alto contenido político y jurídico, me reconcilio con la humanidad con dos eventos de lujo: homenajes tres plus y turbo packet, todo junto. Me llega a casa el último libro de Fernando García de Cortázar: Paisajes de la historia de España. Lo entrevisto en mi radio. -¿Dónde estás Luz Sigüenza, que me has dejado tirado como la mujer del profeta Oseas? – Un lujo este catedrático de historia. Hablamos del Camino de Santiago y su importancia en la creación de Europa. Santiago no vino nunca a España pero eso no importa, el mito está ahí y ha funcionado durante siglos. Hablamos de las Cortes de León, las primeras del mundo, anteriores a las inglesas. Nos enfadamos con los imbéciles que pretenden arrinconar al español, una lengua que llaman así en todo el mundo menos aquí que la llamamos castellano, la que surgió en la Rioja con las coplas de Gonzalo de Berceo en los monasterios de Suso y de Yuso. Hablamos del motín de Aranjuez, un golpe de estado auténtico de Borbones – Fernando VII- contra Borbones – Carlos IV-. ¡Qué manera de disfrutar!

Dejo de escribir y, con la luz a más de trescientos pavos el megavatio, me voy al concierto que ha organizado Desantes. Don Biblio, del que Manuel Desantes es sirviente, ha regalado a los alicantinos un concierto de Navidad memorable. La biblioteca de los libros felices, que capitanea don Biblio, ese lugar en el que los incunables pueden acariciarse nos ha dado el aguinaldo ocho días antes de la Nochebuena. Escuchando El Mesias de Haendel y el Verbum caro factum est, he tenido dos orgasmos enlazados uno con otro. No sé si es sacrilegio tener un orgasmo en una iglesia, lugar ideal para escuchar esa música celestial que producía la Orquesta de Cámara Virtuós del Mediterrani.

¡Señor, llévame pronto! Pero antes déjame leer otros treinta o cuarenta libros como el de Cortazar y escuchar ochenta o cien conciertos como el de don Biblio Desantes.