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Restaurante La Maçana, cocina casera y honesta

No esperen aquí disquisiciones de la nueva cocina, lo suyo son los platos de cuchara y libreta de hule. Nunca defrauda

Pedro Nuño de la Rosa, crítico gastronómico

Pedro Nuño de la Rosa, crítico gastronómico

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Pedro Nuño de la Rosa

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Llevo acudiendo más o menos regularmente a este restaurante de estilo mesonero con decoración un tanto naif-surrealista (esculturas y cuadros matéricos) desde hace aproximadamente un cuarto de siglo. Nunca defrauda, aunque tampoco esperen aquí disquisiciones de la nueva cocina. Lo suyo son los platos de cuchara y libreta de hule, desde el cocido montañés, pasando por un gazpacho o alubias de la granja, ambos de cabrito con receta pastoril; la lenteja pardina al estilo manchego o el pinosero gazpacho de conejo y caracoles. Sin olvidar algunos arroces o fideuás que rematan al horno de leña por aquello del punto ahumado tan distintivo del Medio Vinalopó.

Entre los inicios para abrir boca recomiendo las alcachofas trufadas y ralladura de foie; los buñuelos de buey con una estupenda mermelada de tomate Raf (aunque no sea el más indicado para conservar en confitura); o unos muslitos de codorniz con salsa Pedro Ximenez, uvas pasas y dátiles, que antiguamente se hacían con palomo.

Y como la comida va de casera al cuadrado, la paciente y laboriosa cocinera Concepción García, y siempre que llamemos con tiempo puede hacernos la jijonenca sopa de giraboix, olleta de montaña al modo de Banyeres de Mariola, borreta de pulpo, plato popular vilero, o cualquier esplendorosa caldereta, sea de ventresca, bogavante, langosta o gamba roja.

Por supuesto entran en su oferta las carnes a la piedra (siempre he preferido que me las elaboren en cocina, antes que meterme personalmente al eventual oficio de asador para lo cual no tengo la suficiente habilidad como una inmensa mayoría de comensales metidos a cocinicas). Creo que lo de "a la piedra" no deja de ser puro esnobismo, pues basta con que te pongan el plato caliente y antes avises del punto en que quieres la carne y sin necesidad de recurrir a la afectada pronunciación gabacha.

Es un restaurante honesto que, para los tiempos que corren, no es poco

Tienen ensaladas agradables como la de pulpo y aguacate, pero prefiero la ya clásica de perdiz escabechada con esencia de Módena, o un simple tomate estriado que combina perfectamente con la ventresca enlatada.

Me encantan sus chuletas de cabrito fritas con alcachofas y ajetes tiernos, incluso el solomillo de caballo lechal, tan del mejor gusto galo, aunque aquí se ha comido desde tiempos ibéricos, por supuesto tienen solomillos y chuletones vacunos donde el único misterio es que la carne sea buena, y se pueda cortar fácilmente y muy roja.


Respecto a los pescados me inclino por la tortilla de bacalao, esponjosa y tierna como mandan los cánones del Nervión, y del mismo abadejo: el de la casa y el no menos popular Villagodio; o, para quien no quiera algo tan sustancial, pueden decidirse por su ventresca de atún a la plancha.

Los postres, muy golosos ellos, van variando entre una tarta mallorquina, un flan con café y Baileys (licor), o ésa milenaria, tan aparentemente sencilla como difícil de terminar, la leche frita de caserío asturiano.

La bodega no está mal provista, pues tiene vinos alicantinos de Bocopa o de Enrique Mendoza clásicos, amén de algún extraordinario (también en el precio) Mauro Terreus del 96, o las mejores añadas de rioja Artadi. Tomarse el café y un buen gin-tónic de Ginebra bien seca en el jardincillo adjunto puede ser todo un desagravio contra estos malos tiempos que estamos viviendo. Por cierto, y como en cualquier otro restaurante que se precie de la obligada concienciación, te exigen el pasaporte covid (acuérdense).

Al ser restaurante familiar, el servicio no desmerece, entrañablemente dirigido por María Llorens, marido y parentela cercana; y eso que barra, comedor central y sus varios apartados suelen estar a tope. En definitiva, un restaurante honesto que, para los tiempos que corren, no es poco.

Restaurante La Maçana

Carrer d'Auso i Monzó, 21, 03006 Alicante

Teléf.: 965 11 67 48

Precio medio de 30 a 40 €

Cierra martes y domingos noche.

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