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La ineptitud de la Delegada del Gobierno

La Delegación del Gobierno en Valencia dio el visto bueno a los negacionistas cuando el mismísimo presidente Sánchez ordenó la obligatoriedad de usar mascarillas en exteriores

Manifestación negacionista en Valencia

Publicado por
Pedro Nuño de la Rosa

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Vaya par de gemelos: la delegada del Gobierno en la Comunidad Valenciana, Gloria Calero, y el alcalde del Cap i Casal Joan Ribó. Tal socialista de aparato para cual ultranacionalista de Països. Ella primera y principal culpable por autorizar una manifestación de vándalos enemigos de la ciencia, y desenmascarados propagadores (posibles) de un virus que, para millones de seres humanos ha sido letal. Él, por no haber puesto el grito político y mediático en el cielo y al tiempo llamado con un SOS a Moncloa advirtiendo del disparate que se estaba perpetrando desde su Representación Gubernamental. La Policía Nacional, empezando por los antidisturbios, es potestad de la Delegada de Gobierno Central, la ciudadanía en su totalidad es ocupación y preocupación de los Ayuntamientos.

Ella, enfermera desde los tiempos en que se llamaban "ayudante técnico sanitario", es mujer de mucho carácter, según cuentan quienes la conocen. Profesionalmente ha ejercido más años de política (concejala, alcaldesa de Sagunto y Vocal de la Junta de la Federación Española de Municipios y Provincias) que turnos con la bata hospitalaria, aunque no es menos cierto que durante un tiempo compartió profesión y vocación, hasta acabar eligiendo la más rentable. Le debe mucho al destronado José Luis Ábalos, quien impuso todo su poder (entonces) para entronizarla como virreina del País Valenciano y representante áulica de Pedro Sánchez, a pesar del entorno de Ferraz, pues había otros candidatos/as con sobrado currículum para puesto tan comprometido y de manual maquiavélico cuando las Autonomías andan en permanente revuelta contra el otrora omnímodo poder monclovita.

Él, Joan Ribó, es catedrático de secundaria, profesor universitario, además de ingeniero agrícola-ae. Llegó a la alcaldía de Valencia (tercera ciudad más importante de España) gracias al gambito de dama de Mónica Oltra que descolocó a Ximo Puig preparándole el damero maldito. Pues bien, y a lo que parece, este "coronel-alcalde" en su permisividad inane no tiene quien le escriba (o ignora recibís) provenientes desde sus ediles trifásicos, Policía Local, compañeros de Universidad y demás técnicos sanitarios o expertos en gamberrismo urbano que ahora asola la ciudad, incluido el propio y bastante equipo de abogados y jefes policiales con los que cuenta el Ayuntamiento de Valencia.

Me aseguran mis confidentes en la Corte madrileña que a la enfermera-gobernanta le quedan en el cargo tres peladas y un tinte, pues tan poderosa se ha creído la doña Gloria como para autorizar y permitir una manifestación negacionista, donde miles de retro-progres y ácratas incívicos pasearon a cuerpo y cara descubiertos por el centro de la ciudad, provocativa y chulescamente cara al sol y a los demás, vocingleros, insultando a la prensa, y soltando por el megáfono y en griterío de hordas, estulticias irresponsables como que "la vacuna mata" o "no al pase nazi". Balmis, Fleming y Adolfo Hitler en el mismo costal. Demasié no, lo siguiente.


Incluso se dio el visto bueno a los petardistas-negacionistas cuando el mismísimo Presidente Sánchez advertía, lo que luego ordenó en el BOE, al pueblo español (valencianos de Valencia inclusive), y desde todos los medios de comunicación reiteradamente, la obligatoriedad de "póntelas-pónselas mascarillas" del mismo imprescindible modo en exteriores, si bien esperábamos otras y más draconianas medidas profilácticas y taxativas, dada la comprobada peligrosidad del enemigo vírico en curva ascendente y eventual rebeldía vacunal.

Las mayorías preguntan ahora si las minorías pueden tener patente de corso cuando se trata de una guerra vírica contra un enemigo invisible

Así que, para ofrendar nuevas "glorias" a España, Pedro Sánchez pasado por el forro del refajo Calero, quien tenía la exigencia por el cargo, no ya solo de prohibir anticipadamente, sino, cuando al menos, de ordenar a la Policía Nacional (a su mando) actuar resolutiva contra la posterior manifestación consumada, disolviendo a quienes desafiaban al Gobierno al que se debe. ¡Mola mazo Gobernadora Civil! Total, para lo que le queda de estar en el convento gubernativo a tanta Gloria tengas como paz nos dejas...Pues eso: ...dentro.

Esta señora, supuestamente especializada y conocedora de la medicina social y preventiva, asimismo-a hizo oídos sordos a las preocupadas, hasta la congoja en diatribas autodefensivas de la OMS (Organización Mundial de la Salud), acojonados con la que ya va para sexta ola, no por menos mortal, más contagiosa, vaciando tiendas, talleres, fábricas y oficinas; y todos pegados a las pantallas para leer el último parte genocida de esta novísima peste negra, hoy en su última acepción del siglo XXI: ómicron, capaz incluso de volver a derribar a quienes ya se creían inmunes por haber recibido la segunda dosis provisoria.


Las mayorías preguntan ahora si las minorías pueden tener patente de corso cuando se trata de una guerra vírica (con millones de víctimas) contra un enemigo invisible, pero cierto. Y añadimos: ¿Desafía la Delegada (a dedo) en una Autonomía, entre 17, a todo un Presidente del Consejo de Ministros? ¿O se la suda y refanfinfla todos estos posibles contagiadores andantes asustando al resto con su imbécil bravuconería despectiva e insolidaria de negacionistas contra lo obvio por acreditado científicamente?

En lugar de atrincherarse en su despacho, y mandar a la policía a disolver y en su caso detener a los desobedientes del decreto ley en vigor, al próximo claqué follonera que le monten, querida Gloria in excelsis Deo, puede ponerse al frente de la "manifa" o "no, es no", haciéndole un corte de mangas a la consellera Ana Barceló, para estimular un pálpito de infarto con la gracieta de petarle ambulatorios y farmacias.