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Votaciones sorprendentes en el Congreso

El diputado del PP Alberto Casero ha protagonizado el momento más cómico y ridículo de los últimos tiempos, al haber votado justo lo contrario de lo dictado por su grupo

Pedro Sánchez y Yolanda Díaz durante la sesión de votaciones de la Reforma Laboral

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Lo acaecido la semana pasada en el Congreso en la votación de la reforma laboral parece de opereta. De hecho, sería gracioso si no fuera porque los diputados, por tontos o vagos que sean o parezcan, aunque siempre hay excepciones, cobran un pastizal de dinero público -otras prebendas aparte-, al que contribuimos todos nosotros con nuestros impuestos, soportando una presión fiscal brutal que esquilma nuestros bolsillos varias veces al año. En este sentido, los autónomos somos el jamón del bocadillo de un sistema que se sustenta en nosotros, los de en medio, pobres pringados que doblamos el lomo de sol a sol y que ni tenemos derecho a paro ni, en muchos casos, vamos a poder jubilarnos a los sesenta y siete, ni a los sesenta y ocho, ni a los sesenta y nueve, ni siquiera a los setenta. O sea, nunca. Definitivamente, visto con perspectiva, cuando tomamos esta opción profesional no estuvimos precisamente muy espabilados, si nos comparamos con los bancarios con las prejubilaciones del 75% del sueldo a los 55 años, entre otros puestos con excelentes condiciones. A pesar de ello, y como sarna con gusto no pica, pero mortifica, reconozco que lo que hago me encanta, porque si no hace tiempo que habría cambiado de tercio.

En el tema de la reforma laboral, el Gobierno ha seguido al pie de la letra su ideario de cabecera, que no es sino la máxima de Groucho Marx, que reza “estos son mis principios, pero si no les gustan tengo otros”. Le da igual con quién haya que pactar, y los votos de un partido le valen lo mismo que los de otro cualquiera, con tal de poder salvar la legislatura. Ahora se ha apoyado en los votos de Ciudadanos, que no es sino un fantasma de sí mismo vagando por los salones del Congreso, en busca de subsistir a cualquier precio. En eso, al menos, coinciden Arrimadas y Sánchez.

Volviendo a lo de la opereta, el diputado del PP Alberto Casero ha protagonizado el momento más cómico y ridículo de los últimos tiempos, al haber votado justo lo contrario de lo dictado por su grupo. Es cómico que uno tenga una cagalera y se acabe equivocando en el voto telemático -aunque aún no he entendido la relación de una cosa con la otra- y se acabe enterando toda España de que se ha ido por la patilla, metiéndose con ello un gol en propia meta en la votación trascendente sobre la reforma laboral. Defienden desde su partido que es un currante y hasta que es listo, aunque no lo aparente, pero a los hechos me remito y dicen, además, que la cara es el espejo del alma. El pobre hombre la ha liado parda. Al margen de esto, parece que la presidenta del Congreso, Meritxel Batet, no ha actuado de manera correcta al decidir, sin contar con la Mesa del Congreso, dar por válido el voto del lumbreras. Habrá que ver hasta qué punto llega, desde el punto de vista jurídico, el poder del presidente del Congreso y si tendría obligatoriamente que haber reunido a la Mesa para decidir qué hacer con el error del popular Casero. Casado está que trina, pero da la sensación de que el revuelo que se ha organizado se va a quedar en una mera pataleta.

Unión del Pueblo Navarro no puede ser la muleta de Sánchez cuando le falla el apoyo de Bildu

La otra cara de la moneda sería el voto, consciente y con todas las de la ley, de dos diputados de UPN, el veterano Carlos García Adanero y Sergio Sayas, en contra de la reforma laboral. Argumentan que la presidencia de su partido, al decidir dar el voto de sus diputados al Gobierno de Pedro Sánchez, habría traicionado a los miles de votantes de su formación que están en contra de que el PSOE gobierne con los apoyos de Bildu. García Adanero anuncia que dará la batalla, ante el proceso de expulsión que se ha anunciado desde su partido. Dice que Unión del Pueblo Navarro no puede ser la muleta de Sánchez cuando le falla el apoyo de Bildu. Puede que estos sean dos de los diputados más coherentes de la Cámara Baja, por haber votado en conciencia y de acuerdo con el mandato recibido en las urnas de sus votantes. En este sentido, su actitud sería valiente e irreprochable, pero es cierto que los partidos no admiten discrepancias internas y que, como decía Alfonso Guerra, “el que se mueve no sale en la foto”. Por otra parte, también hay ciertos rumores que apuntan a la posible compra de los votos de estos dos diputados por parte del PP y/o de Vox, lo que, en caso de ser cierto, habría sido una pésima inversión, teniendo en cuenta la cagada, nunca mejor dicho, del espabilado de Casero, que se lo ha puesto en bandeja al PSOE con su voto equivocado.

Mónica Nombela Olmo

Abogada y escritora