Nombela es igual a éxito
Ha presentado, con éxito de crítica y público, su “Opera prima” A contratiempo, una novela contemporánea, un poco desvergonzada y con cierto desmadre
Mónica Nombela es una abogada con una cabeza magníficamente amueblada. Tranquila, reflexiva, impetuosa a la vez, con gran capacidad de trabajo y de razonamiento. Es la típica letrada que uno no querría tener enfrente, correosa y tenaz que sabe defender, con las únicas armas imprescindibles para ello, el asunto que lleva entre manos, osea la preparación y los argumentos jurídicos.
Es una lectora muy potente y ha hecho su primera incursión en la literatura – aparte de ser columnista de opinión desde hace tiempo y organizadora y alma de la tertulia “Mesa y mantel” cuyo único defecto es estar compuesta solo por mujeres-. Insisto en lo de lectora potente porque he conocido “voluntariosos” – me repatea ese lenguaje gilipollesco tan al uso impuesto de voluntariosos y voluntariosas, escritores y escritoras, abogados y abogadas…- he conocido “voluntariosos”, repito, que pretenden escribir sin haber leído antes, casi compulsivamente cuanto ha caído en sus manos; que pretenden publicar artículos de crítica política, social o de opinión, sin empaparse antes bien de los avatares, la lucha por el poder, los chanchullos y las corruptelas que dominan el ambiente. No es el caso de Nombela a la que podemos calificar, sin la menor duda, como una mujer profundamente documentada.
Ayer jueves presentó, con éxito de crítica y público, su “Opera prima” A contratiempo, una novela contemporánea, un poco desvergonzada incluso y con cierto desmadre por aquello de los peligros que encierran los encuentros de viejos compañeros de colegio o de universidad que dejaron en su momento algunas asignaturas pendientes que incluso hay que recuperar a salto de mata, con cierta precipitación, premeditadamente y casi a escondidas por aquello del cotilleo.
Mónica Nombela, que ejerce su profesión entre Madrid y Alicante en un prestigioso despacho dedicado sobre todo a esa jungla sangrienta que son las herencias y las disoluciones de sociedades conyugales, ha llevado a cabo la presentación de A contratiempo en el Centro Riojano de Madrid, en pleno cogollo por dónde anda la “beautiful”, en un palacete exquisito de la calle Serrano ejemplo de lujo, de buen gusto y de hospitalidad, como solo los de La Rioja saben tenerla. Esa misma acogida tuve yo la oportunidad de gozarla hace unos meses cuando aparecí por ese mismo escenario con mis putas y mis pistolas…y mis prisiones.
Mónica Santacruz, la letrada de las Cortes, se ha explayado a gusto con su antigua amiga y su novela
Nombela se licenció en Derecho en Icade, en Comillas, donde va la gente que maneja viruta o cuyos padres son capaces y generosos de hacer el esfuerzo para que sus hijos tengan esa formación ciertamente de élite. Ya saben cómo son los jesuitas y, si no lo saben, ya quedamos otro día y se lo explico.
La acompañó en esa presentación una compañera de Icade, Mónica Moreno Fernández- Santacruz, letrada del Congreso y de apellidos con ecos más que literarios pues Santacruz se apellida el protagonista de Ùltimos días en Berlín, el pedazo de novela de Paloma Sánchez Garnica, finalista del Premio Planeta y que tendré el placer de presentar hoy viernes en las cenas literarias del Maestral.
Mónica Santacruz, la letrada de las Cortes, se ha explayado a gusto con su antigua amiga y su novela. Había buena conexión y buen rollo. Todos nos quitamos unos años cuando coincidimos en algún encuentro agradable con compañeros de colegio o de universidad. Los acogedores riojanos han estado representados por su secretario general Luis Fernando Leza, en ausencia del presidente José Antonio Rupérez. Macarena, María, Reyes, Olga…menudo colectivo jurídico. Vaya plantel. Y ya no digo más porque no quiero que Esdiario me fiche para la crónica de sociedad, que lo mío es la irreverencia, la leña al mono hasta que hable inglés, practicar el “moscacojonerismo” y darle cera a Sanguino por decir que no había autores alicantinos en el I ENCUENTRO ESPAÑOL DE AUTORES LITERARIOS, Nombela era una de ellas con más de veinte años afincada en Alicante donde ejerce su profesión y repartir para alcaldes y diputados habitantes de plantas nobles de partidos, enchufados de lujo, que no saben ni apretar el botón al que dicen querer darle. Ochenta mil pavos al año para no saber darle a un botón y pegar más patinazos que el Cardenal Cascajares, tiene cojones.
Mi ancianidad precaria me ha privado de asistir y, siguiendo la línea de bancos y compañías de seguros estiradas, he seguido el evento por vía digital - una mierda esa vía porque hay que estar en la pomada, en el sitio y en el momento-, además las cañas posteriores, que seguro ha habido, no se puede beber por Instagram. No sé si algún día podré perdonar este feo que me han hecho. Me tendrían que haber llevado aunque fuese en una silla de esas eléctrica, como las motos de ahora, y con el maletín del oxígeno por si había que hacer algún esfuerzo extra.