Un pan como unas hostias
Pedro Sánchez está carcomido por la ineficacia de un Gobierno disímil y discordante, y al que le sierran las patas en el Congreso sus propios aliados independentistas,
A lo que parece el resultado de las elecciones en Castilla y León no ha gustado a nadie, excepto a Vox y a los partidos provincialistas (Soria ¡Ya!), o regreso al pasado, talmente nuestro decimonónico cantonalismo cabreado y revuelto por la desatención centralista; o de retorno al medievo (UPL), ahora que los únicos almohades que vienen son pacíficas razias de depauperados migrantes en búsqueda de una vida occidentalizada y mejor a la que les está dando su Califa marroquí.
Ayer, pendiente de la televisión estatal (cada día más chusca por cubanita), y de la parasocialista Sexta, las que más se empecinan y se seguirán afanando en apuntalar el desvencijado trono de Pedro Sánchez, carcomido por la ineficacia de un Gobierno disímil y discordante, y al que les sierran las patas en el Congreso sus propios aliados independentistas, cuyo fin último y declarado es la segregación de España, aunque ahora metan su caballo de Troya para apoyar los Presupuestos Generales del Estado a cambio de su consabido dos pasos adelante, uno atrás: la pela y el drap.
Los contertulios/as afines al presentador en una proporción de cinco (o más) a uno/a mantuvieron la esperanza vana de una pírrica victoria socialista con argumentos tan peregrinos a favor de las izquierdas como sectarios en contra de las derechas, hasta que a las 8:00 de la noche sus caras se avinagraron como un vino picado y peleón, volviendo toda su artillería y vomitera pseudodialéctica contra la forzosa por inevitable coalición PP -Vox. Demostrando dos certezas públicas: una, que no saben perder; otra, que su función como descarada vanguardia televisiva a favor del triunvirato y adláteres del izquierdismo nacionalista, no ha servido (ni poco menos que nada) llegado el momento de las urnas, a pesar de un apostolado tan parcial como machaconamente infructuoso.
Véase como en su artero discurso de ágora derrotada, pasaban de puntillas por la estrepitosa derrota del PSOE, cuyo aspirante a presidir la Junta castellanoleonesa, entregaba los trastos de la política a "otros que vendrán", en diáfano reconocimiento, y sensu contrario de lo que la mayoría de tertulianos/as no podían digerir ni con aceite ricino. Y es que ya van tres derrotas: Andalucía, Madrid, y ahora Castilla León, probablemente conducentes a la victoria final de Pablo Casado, quien si no deja de ser verdad que hizo un pan como unas hostias al animar a Mañueco a meterse en un combate que creía ganado por KO al primer asalto, cuando apenas lo ha ganado a los puntos, tampoco es menos cierto que está insuflando a Vox y perdiendo mucho voto a su derecha, aunque intente ocupar los campamentos vacíos de Ciudadanos.
Abascal, camisa abierta y pecho de novio de la muerte, salió exultante pidiendo a la vicepresidencia a la voz de ¡firmes, ya!, pero con el oráculo de las urnas (democracia) en un folio que blandía como Tizona contra lo que llama "la trampa de esos medios de comunicación lacayos, que nos caricaturizan, que nos estigmatizan, que nos ocultan...". Y no le faltan razones porque esa es la impresión que dan, ante el mayoritario españolito de a pie, muchos mass-media desde una obsesiva parcialidad demonizante que se les está revolviendo como un boomerang social destapándoles las evidencias bajo su plumero de vicetiples social-comunistas. Cantan demasiadamente poniendo "condones sanitarios", mientras los de Vox "cabalgan" progresivamente.
Y si los socialistas decaen, los podemitas se estrellan. Personalmente a Pablo Fernández, trasconejado de Burgos a Valladolid, no le veo pinta de perroflauta, sino de progre beat achacoso y a destiempo, dándole argumentos a la ministra-maniquí, Yolanda Díaz, para que forme su propio ejército de amazonas, devotos y eunucos reconvertidos, de cara a las próximas elecciones generales. Dos peladas y un tirabuzón.
Triste fin el de aquel Ciudadanos ganador, aunque no vencedor de las quimeras independentistas en su propio feudo de Sant Maciá. Conste que, a mi entender Igea ha sido el mejor speaker de todos, insuflando confianza y oratoria, pero el arroz de Albert Rivera se ha pasado convertido en engrudo por la empresa que lo contrató como civil, mientras Inesita, Inés, hace los votos para que su orden acabe entrando dignamente en el PP. Con lo cual los peperos castellanoleoneses tendrán un consejero más. Carambola a 3 bandas.
Y me dejo para lo último a los partidos fuertemente locales y localizados. La principal lección que nos acaban de dar con su mantenimiento o triunfo irrefutable, es que, con tanto virus maligno y destructor secesionista letal, en el resto de la nación se están creando anticuerpos que responden al vil chantaje que desde Puyol y Arzalluz estamos soportando quienes no pertenecemos a sus etnias aprovechadas.
Cuidado, que el antídoto anticatalán y antivasco, por no hablar de Baleares y la Comunidad Valenciana, puede extenderse y no solo por la "España vaciada", sino en la Civitas romana, dado que el bipartidismo anda tocado de inanición y acostumbramiento de cesantes, mientras el pueblo acaba descreído desmontando a Mc Luján y a su aldea global, para reverdecer las peculiaridades de cada aldea, sobre todo cuando la mitad de tu población se te ha ido en menos de medio siglo.
Claro que, quienes no pensamos como los contertulios/as en aplec de progresismo retardatario somos unos paletos indocumentados, unos resistentes al bravo mundo feliz con el que quieren que comulguemos como ilotas ante sus sacerdotes predicadores. "Una mentira con interés puede ser destapada por una verdad aburrida", dijo Aldous Huxley.
Será por eso que me cambie de canal para ver cómo en el último minuto el Barcelona le empataba al Espanyol. El fútbol es imprevisible, la política no.