Todo empezó en los bits
Justo un segundo antes del match point que pudo cambiar nuestra historia más contemporánea, estaríamos ya en periodo preelectoral, Casado era un firme aspirante a la presidencia del Gobierno
Un diputado, Álvaro Casero (nunca le den las llaves de su casa) ejerciente fontanero mayor de Génova-mala-suerte, dio a las teclas equivocadas y luego, pavorido por semejante torpeza, corrió al Congreso de los padres de la patria mía para enmendar lo ya irremediable. Santa Rita, lo que se da al ordenador ya no se quita en esta Cámara, le contestó en jarras de presidenta la señora Batet, de segundo apellido Lamaña (y tanta), perdiendo esa ecuanimidad e imparcialidad que se supone debe tener la tercera dignidad del Estado de todos los españoles, todos.
Lo de la socialista Meritxell entra en la lógica del servilismo a Pedro Sánchez, pero lo del PP que todavía mantiene en su cargo y función al obligadamente "casero" y ducho en los tejemanejes de la cúpula, no tiene nombre, o quizá deba ponérselo Casado mirando de reojo a la bella Ayuso. ¿Por qué ni siquiera lo han sancionado?
Justo un segundo antes del match point que pudo cambiar nuestra historia más contemporánea, pues ahora mismo estaríamos ya en periodo preelectoral; Casado sería un firme aspirante a la presidencia del Gobierno de la Nación; Vox muy preocupados con tener que gobernar (única forma de deshincharles la rueda derecha delantera); cuarto y mitad poemita de traslado a la casa en ciernes de Yolanda Díaz; Ciudadanos: Puerta, Camino y El Viti, y otra vez Puerta por cogida de Camino, o sea: descabellados para el arrastre; y los nacional-separatistas acojonados porque vienen los maketos y botiflers, pero esta vez a mandar, en lugar de obedecer.
Aquí, en la Valencian Community, cuando sonó el primer zambombazo en la Puerta del Sol, los pilló más descolocados que un gorila en el Ártico, porque cuando acababan de ser bendecidos como los niños bonitos/as, su jefe cae maltrecho a bastonazos goyescos contra la Maja de Madrid. Mazón envía un enigmático "unidad", yo soy el que soy, y sus acólitos le responden aquello de: "joder maestro como te explicas porque eso de la 'unidad' con la que está cayendo no se lo creen ni los afiliados de la vieja guardia." La única que intenta creerle, es, paradojas de la política, la señora al cubo, defenestrada por el propio Carlos, Doña Isabel Bonig, o al menos así lo ha demostrado ella en Twitter. Mientras Paquito Camps reclama auxilios eclesiásticos a ver si lo sacan en La Trece, y demás medios afines, no porque quiera disputarle la silla al guaperas alicantino, sino para que lo nombren directamente alcaldable de Valencia (y si no hubiera elecciones en la sede capitalina, mejor).
Dios no quiera más aleteos de mariposas como Casero capaces de producir un terrible tsunami en el Levante feliz
Apunten en sus borradores a Valentina Martínez Ferro, ministra de Asuntos Exteriores del gobierno pepero en la sombra y amiguísima, de Elena Bastidas que fuera alcaldesa de Alzira y diputada, también lo son del palo de Feijóo, y con bastante probabilidad futuras lugartenientes cada cual, juntas, pero no revueltas, en su función y región, sobre todo a la hora de marcar a los ex pablistas confesos, ayer "tots a una veu", y hoy no le queda a la ejecutiva saliente ni el conserje retirado. Vaya tropa y vaya palizón que le dimos ellos a nosotros. La España atónica y ellos excusándose diciendo que no era nada los del ojo cuando lo traían en la mano para regocijo de las izquierdas asomando por el Puente de Vallecas y los nacionalistas escupiendo contra la vergonzante enseña nacional y mandando fumata blanca desde el Micalet a La Sagrada Familia.
La principal carta valenciana de cara al ¡extraordinario! Congreso Extraordinario abrileño las juega Esteban González Pons quien ha vuelto de los cuarteles bélicos de Bruselas versus la antigua URSS y madre Rusia, por ser la sonrisa del régimen en quién confían Alberto Núñez Feijóo y Valentina Martínez para que reparta juego congresual, y ya sabemos que quien parte y reparte se lleva la mejor parte al estar metido en todas las pomadas de envites y negociaciones subrepticias de este, solo aparente, congreso a la búlgara: Casado ha muerto, viva Feijóo. Lo malo de la victoria de esta tercera vía que ya adelantamos aquí, es que la tropa de militantes por miles, cuadros y sedes abiertas por cientos, y mucho aparato histórico por rodado en tantas batallas, hoy desconfía de sus jefes con galones y estrellas. El asombroso giro a la moderación de Vox abre el camino a tanto descontento. Dios no quiera más aleteos de mariposas como Casero capaces de producir un terrible tsunami en el Levante feliz.