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Terminator Sánchez

La madonnina Ayuso ha sido el brazo ejecutor de la decapitación de Casado, haciendo realidad lo que, como muchos decían chistosamente, todos sabemos de que en España no manda ningún casado

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno

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Fue el 4 de noviembre de 2019. Cinco hombres se enfrentaban en el debate electoral en televisión, con el cuchillo entre los dientes y mucho que perder. Eran candidatos a la presidencia del Gobierno por sus respectivos partidos y aparentemente iban todos contra el favorito, Pedro Sánchez. Hasta ahí, nada nuevo o sorprendente. Destacaría el hecho de que no se hallaba ni una sola mujer entre los aspirantes, puesto que lo del “techo de cristal” que aún hemos de superar las féminas no es una simple manera de hablar, sino una realidad palpable cuando se trata de los puestos de cabecera, ya sea en política o en el mundo de la empresa. Y es que aún queda mucho camino por recorrer, por más que se hayan logrado grandes avances en nuestro país en este sentido.

Volvamos a los candidatos. En la foto, posaban en plan “aquí estoy yo” Pablo Casado, Pedro Sánchez, Santiago Abascal, Pablo Iglesias y Albert Rivera. Entre esta foto y el momento actual han transcurrido menos de dos años y medio, y sin embargo, en tan breve espacio de tiempo, tres de los entonces líderes de sus respectivas formaciones han abandonado el cargo. Y no solo eso, ha sido el cargo, pero también la política.

El primer cesante fue Albert Rivera, que al día siguiente de la debacle electoral dejaba la política. Mil veces se habrá arrepentido de no haber llegado a un acuerdo con Sánchez para gobernar cuando tuvo la ocasión de hacerlo, puesto que parece evidente que el electorado lo hizo responsable de tener que volver a las urnas, tras una investidura fallida. Le jugó una mala pasada su ambición y la falta de medida, me refiero a la que empleó para evaluar a su contrincante, Sánchez, que se lo comió con patatas, dejando con ello de paso devastada a la formación naranja. Ciudadanos era un sueño de muchos que creían que otra forma de hacer política era posible, y se llevaron una enorme decepción con el abandono de Rivera de la misma. Todo ello ocurrió el día después de la cita electoral del 10 de noviembre de 2019.

Casado es el único que no ha perecido, políticamente hablando, por obra y gracia de Terminator Sánchez

El siguiente en caer fue Pablo Iglesias, que el 4 de mayo de 2021 dijo lo siguiente: “Dejo la política, ya no sumo y me han convertido en un chivo expiatorio”. Era, sin duda, el más carismático del grupo, pero también, a pesar de sus innegables capacidades, igualmente fue pasto de Sánchez, rival demasiado potente sin que lo pareciera, un ave fénix andante del que hay que cuidarse bien. Iglesias se creyó más poderoso de lo que en realidad era y tuvo que marcharse con el rabo entre las piernas. En su ambición desmedida a punto estuvo de arrastrar su partido en su caída. Acabó cortándose la coleta y adoptando un look de niño bueno de colegio de pago. Al salirse de Unidas Podemos dio paso a una mujer, Yolanda Díaz, aparentemente de perfil más bajo, pero que, para sorpresa de muchos, va escalando posiciones en el corazón de los españoles. Dará mucho que hablar y si no, al tiempo. Confieso haber pasado de crítica con ella a admiradora.

El tercero en desfilar ha sido Pablo Casado. Guapillo, con buena planta, insulso y con un pasado como estudiante mediocre, sobre cuyo expediente se pasó página como si nada, mientras a una tal Cifuentes, por algo parecido, se la masacró sin contemplaciones, con una crueldad inusitada. Porque ya saben que más vale caer en gracia que ser gracioso. Casado es el único que no ha perecido, políticamente hablando, por obra y gracia de Terminator Sánchez, sino que ha sido cebo de los suyos, que lo han despedido con un “hasta luego, Mari Carmen”, como si se hubiera ido el que abría la puerta en Génova y no el presidente del partido. Total, no parece que lo haya hecho tan mal para haber tenido esa despedida anticipada de tan mal gusto. Antes de nombrar a Feijóo presidente ya lo habían apeado del cargo, y durante unos días ha sido una especie de zombi. El partido lo encumbró y el partido, cuando ya no le fue útil, lo defenestró. La madonnina Ayuso ha sido el brazo ejecutor de la decapitación de Casado, haciendo realidad lo que, como muchos decían chistosamente, todos sabemos de que en España no manda ningún casado. Lo curioso del caso es que su partido, como eficaz máquina de triturar líderes que es, se lo ha sacudido de encima sin ningún problema. Parece como si hubiera sido un mero pasante temporal, al que se estuviera relevando del cargo ahora que llega el líder, el macho alfa gallego, hombre bragado, correoso, que no tiene pinta de dejarse arrastrar por la marea de Sánchez. Es cierto que no aprovechó Casado tantos motivos como le había ido dando el presidente del Gobierno para darle cera hasta en el velo del paladar. Y, mientras, Ayuso con cara de buena, ha sido capaz de quitar el foco del tema palpitante, que es si hubo o no corrupción con lo de las mascarillas de su hermano. Necesitamos más información, pero de momento es la triunfadora, pírrica, claro, porque nadie se planteó que pudiera ser la nueva presidenta del partido. Ya no sé si es una santa o una farolera. El tiempo lo dirá.

A todo esto, de la foto que les decía al principio, sólo queda en pie Abascal. Y Sánchez, claro. Yo ahí lo dejo.

Mónica Nombela es abogada y escritora.

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