De Chanel y Palomo Spain
La chica lo tiene todo: belleza, juventud, voz y arte. Y, además, es bailarina, no se crean que el spagat que hace nada más empezar la canción se improvisa en dos tardes de ensayo
Confieso que me encanta ver Eurovisión, aunque el pasado sábado decidiera cortar por lo sano a una hora prudente la tele en solidaridad con mi hijo Javier, porque está de exámenes globales esta semana y tenía que recogerse pronto. Lo cierto es que vi lo justo para darme cuenta de que la actuación de España era difícilmente superable, incluida la de ese británico de dentadura perfecta, que finalmente quedó por delante de nuestra representante. No se crean que voy de listilla, pero si algo me encanta en esta vida es la música y me precio de tener algo de oído; aunque vaya a trompicones con la guitarra. Cierto es que yo lo único que pretendo en realidad es aprender las canciones que cantábamos de pequeñas mis primas y yo en misa en verano, como “Dove troveremo tutto il pane”, que las viejas del pueblo nos criticaban por no cantar en un idioma que se entendiera. Me gusta la música de todas clases y estilos y no soy de las que dicen “en mi época, la música era mejor”, aunque la de mi primera juventud, allá por aquellos lejanos ochenta, hay que reconocer que era de mucha calidad y nos ha dejado grandes himnos para siempre, como “¿A quién le importa?”, de Alaska. También había música mala de solemnidad que a pesar de ello nos gustaba, a qué negarlo. Lo cierto es que la música nos acompaña y los que la disfrutamos y sentimos la necesitamos a diario.
Vuelvo, tras este panegírico, al festival de Eurovisión. De Chanel se pueden decir muchas cosas, pero fundamentalmente me voy a centrar en que es una artista como la copa de un pino, la mejor que ha mandado España al festival desde hace varios decenios. Una artista que llena el escenario, por mucho que las dos bailarinas que la acompañaran no le fueran a la zaga en ritmo y tipazo. Los bailarines eran también extraordinarios. No entiendo las críticas que han recibido por venir uno de Perú y la otra de Cuba, ¿acaso no es este un país de emigrantes y Latinoamérica nuestra hermana? Menudas chorradas paletas dicen algunos. La chica lo tiene todo, a qué negarlo: belleza, juventud, voz y arte. Y, además, es bailarina. Lo digo porque no se crean que el spagat que hace nada más empezar la canción se improvisa en dos tardes de ensayo. Si no, hagan la prueba de espatarrarse, a ver hasta dónde llegan. Detrás de la actuación española hay muchas horas de duro trabajo, de bailes agotadores y una coreografía que funcionó como un reloj. Es decir, en esta ocasión hemos demostrado que se puede hacer un producto de mucha calidad, con una canción pegadiza y festivalera, que considero es lo que hace falta para poder participar en un encuentro así con un mínimo de solvencia y posibilidades de éxito.
Enhorabuena a Chanel, sus productores, coreógrafos y equipo. Y enhorabuena al Benidorm Fest, en el que se la seleccionó para representar a nuestro país
Mención aparte merece el maravilloso traje que confeccionó Palomo Spain para la ocasión. Sin mencionar la espléndida derrière de la joven, que quedaba remarcada por la indumentaria de torera, el atavío estuvo perfecto para la ocasión, con esos bordados de pedrería en los que dice el diseñador que puso a trabajar hasta a su madre y su tía. Fue, sin duda, una pieza clave del show, hecho para destacar las virtudes de la artista y que se luciera en toda su anatomía y extensión. En conjunto un acierto que, además, resaltaba los tópicos españoles, abanico incluido, que sin duda nos definen a lo largo y ancho de este mundo. Perdonen, pero eso también es España, el arte del baile con tonos flamencos y latinos y la sensualidad femenina de una morena que podría perfectamente pasar por cordobesa.
Lo de que ganara Ucrania no es sino fruto de la guerra, es innegable, aunque la canción no estaba mal del todo, pero no creo que hubieran llegado tan alto si no se hubiera dado esta circunstancia. En todo caso, el mensaje político para el mundo es evidente: para los países de Europa (incluidos los invitados que han venido para quedarse, como Australia), el ganador de esta sinrazón es Ucrania. Su triunfo en el festival, visto con la perspectiva de saber que Mariúpol se ha rendido al invasor ruso, resulta un poco triste.
En desdoro de Eurovisión se cierne la sombra de la sospecha, por causa de las irregularidades en las votaciones que han denunciado seis países. Si esto se confirmara, la organización tiene un trabajo importante por delante, para aclarar la situación de cara a posteriores ediciones. Y, si fuera cierto, ¿qué puesto habría tenido en ese caso España? Ya es mala sombra que ocurra esto de los pobres ucranianos y de las votaciones sospechosas ocurra precisamente este año que estábamos, por una vez en la vida, enfocados al triunfo.
Enhorabuena a Chanel, sus productores, coreógrafos y equipo. Y enhorabuena al Benidorm Fest, en el que se la seleccionó para representar a nuestro país. Un acierto que va a catapultar al festival español a las alturas. Lo veremos.
Mónica Nombela