Jaime de los Santos: “Aún perdura la lluvia fina del pecado por ser diferente"
El senador del PP, autor de ‘Si te digo que lo hice’, habla en ESdiario sobre la homosexualidad, la locura y el amor desde la voz de una mujer, Elvira, la protagonista de su novela
El senador del Partido Popular por la Comunidad de Madrid, Historiador del Arte y -ahora- escritor, Jaime de los Santos, ha presentado en Alicante su primera novela ‘Si te digo que lo hice’. Se mete en el papel de una mujer para narrar en primera persona cómo vivían ellas en la primera mitad del siglo XX, durante la II República, la Guerra Civil y el franquismo, y se adentra en los tiempos modernos de la segunda mitad para observar los cambios.
Su pasión por el arte le hace construir escenarios apoyados en pinturas, esculturas, piezas musicales o escenarios plagados de detalles que el autor describe minuciosamente. El amor, la locura, el sexo, la homosexualidad y la política se entremezclan en sus páginas sin prejuicios para describir esa España en la que se ubica su novela. Defiende que “la historia hay que mirarla sin buscar más verdugos que los justos, e incluso entendiendo a los ‘malos’ como víctimas de su tiempo”. Hoy en ESdiario hablamos con Jaime de los Santos en los jardines del Restaurante Maestral de Alicante, donde ha presentado su novela.
- ¿Te has desprendido del político para crear esta historia?
La cultura y la política cuando se hacen bien tienen la misma finalidad, que es cambiar las cosas. Artistas, creadores y políticos deberían solo trabajar en esa dirección.
Cuando me dieron la posibilidad desde la Editorial Espasa de poder escribir una novela -aunque de primeras tuve todo el miedo posible- me dejé convencer con ese fin. Reflexionando sobre nuestra historia para intentar ofrecer pistas sobre quién somos.
- Se nota tu vena artística en la novela por la cantidad de obras de arte que utilizas para acompañar las escenas…
Al estar escrita en primera persona me parecía interesante desgranar de manera muy pormenorizada los sentimientos de Elvira. Al menos a mí me pasa. Cuando pienso en los sentimientos que en algún momento me han atravesado siempre están en un contexto, con una escenografía, con una ciudad, con una música, frente a una obra de arte.
Es cierto que soy historiador del arte. Soy un obseso -podría decirse- de las artes, de todas las artes. Y además creo que en una historia que no deja de ser triste, porque habla de cómo uno de los peores momentos en la historia de España marcan para siempre a una mujer -que es el resumen de tantas y tantas mujeres- solo recibe la luz de la cultura, la luz de la música, de la literatura, de esas obras de arte que incluso cuando era pequeña contempla, cuando de la mano de su padre recorre aquel Madrid en plena destrucción después de la guerra civil española.
Para mí la cultura lo es todo, pero sobre todo cuando tengo momentos menos fáciles -para no decir difíciles- suelo refugiarme en un buen libro o una buena canción.
- ‘Si te digo que lo hice’ se sitúa en esa primera mitad del siglo XX haciendo un recorrido por la II República, la guerra civil y el franquismo, narrado en voz de mujer, donde te has metido para hablar de las mujeres y denunciar la situación en la que vivían, apartadas de la política, de la sexualidad, del pensamiento o de la vida…
En primera persona con voz de mujer, tan desordenada como puede estar mi cabeza. Cuando yo pienso en mi vida -que no es tan larga como la de Elvira- lo hago de forma absolutamente desordenada, a trompicones, a través de un sentimiento que me lleva a diferentes historias vividas. Qué mejor para hablar de mujeres que convertirme en una mujer, la que en primera persona define lo que han sido sus vivencias y cómo estas le han pasado.
- Has arriesgado, porque tú eres un hombre…
Es tan arriesgado como cualquier otra fórmula de afrontar una historia. Yo estoy rodeado de mujeres desde que nacido. Mis relaciones personales han estado siempre marcadas por hermanas, madre, tías, abuelas, primas o jefas y eso me ha facilitado coger la voz. La tercera persona es más mayestática, y te permite llegar a lugares que desde la primera no alcanzarías, pero desde dentro es como se puede narrar bien aquella España.
- ¿Has podido olvidarte de la filiación política para hablar con libertad de un relato que es muy manipulable, como este contexto histórico donde ubicas la novela?
En un momento en el que se habla tanto de Memoria Histórica deberíamos diferenciar lo que es la historia y lo que es la Memoria Histórica.
La Memoria Histórica es legítima, es necesaria y muchas veces es enriquecedora, sanadora, pero es memoria. Por tanto, está trufada de sentimientos y de visiones subjetivas. La historia es una ciencia empírica que se basa en documentos. Es cierto que, cuando los procesos históricos o las situaciones traumáticas son muy recientes, cuesta mirarlas con la distancia necesaria para hacer historia. Pero es que desde la guerra ya ha pasado más de 80 años. Creo que ya estamos más que preparados para atravesar aquella España con una mirada lo más objetiva posible.
Yo soy un hombre de centro-derecha. Estoy seguro de que cualquier demócrata que milite en cualquier partido, que vote a cualquier formación, no puede sino rechazar una dictadura como la franquista y cualquier tipo de dictadura.
Los monstruos de la dictadura son los locos, los homosexuales, los rojos, las mujeres y los monárquicos
- Relatas con sentido crítico escenas de la II República, pero también destacas cosas que se hicieron bien, como reconocer el sufragio universal a las mujeres…
La II República es un momento de la historia de España muy mejorable. Lleno de sentimientos, de deseo por mejorar, pero a la vez trufado de errores imperdonables. A pesar de todo era el gobierno legítimo, más allá de que investigaciones posteriores hayan podido descubrir si hubo más o menos pucherazo. La realidad es que era el gobierno legítimo frente a un levantamiento militar que desemboca en una guerra civil y en cuatro décadas de dictadura.
Cuando te acercas a un periodo de la historia tan complejo tienes que mirar a Azaña, lleno de errores pero también con sus virtudes. Fue un hombre con una intelectualidad sobresaliente, que dejó escrito que dejaran a la gente que creyera lo que quiera. Que no podía acostarse un país siendo católico y despertarse siendo agnóstico.
Todo esto es lo que, en el fondo, sirve de eco para también entender al dictador que, a pesar de ser dictador, está lleno de emociones humanas, como la de la superstición, que le hace tener sus dos brazos y algún otro de alguna santa abulense.
Creo que la historia hay que intentar mirarla sin buscar más verdugos que los justos, e incluso entendiendo a los ‘malos’ como víctimas de su tiempo.
- Hablas de enfermedades mentales, del suicidio, del aborto y de otras cosas que hoy siguen formando parte del debate político…
Y que han estado de actualidad desde hace décadas. Parece que de las enfermedades psiquiátricas se puede hablar desde hace muy poco tiempo. Si yo voy al psiquiatra una vez al mes lo puedo decir ahora. Hasta hace bien poco que tú necesitarás la ayuda de un especialista -igual que necesitas la del dermatólogo- parecía que te ponía una x. Para mí era importante hacer una especie de exorcismo en esta novela.
La década de los 40 y los 50 es la del arrinconamiento de aquellos seres que viven en los márgenes. Por eso hablo de la película ‘Freaks’. La parada de los monstruos es precisamente eso. Y los monstruos de la dictadura son los locos, los homosexuales, los rojos, las mujeres y los monárquicos.
Con la visión del hoy toda esa restricción emocional y personal a lo que te lleva es a una realidad muy compleja, de la que nos hemos librado, sobre la que hemos construido una de las democracias más justas, más igualitarias y mejores del mundo, pero que todavía tiene pequeñas muescas, que como toda dictadura quedan más allá incluso el tiempo que dura.
- Abordas el Cáncer de Mamá y la Leucemia en dos momentos distintos. Lo que no he encontrado es de dónde viene el título…
Hablo de la Leucemia por un tema personal. Mientras estaba terminando la novela a mi sobrino mayor le diagnosticaron una leucemia y aquello me dejó muy tocado. Del Cáncer de Mama hablo porque es la enfermedad -típicamente y desgraciadamente- femenina. En aquella época tenía una mortandad por encima del 90% y las curas eran absolutamente terribles.
El título viene porque en un momento de la novela Elvira se enfrenta a su hija y Adela le dice: “mamá amo a Virginia”. Ahí Elvira rechaza a Adela de forma inconsciente, porque la han educado para eso.
- En un momento le dice: “Tengo que protegerte de personas como yo”…
Efectivamente, por eso se llama ‘Si te digo que lo hice’. Si te digo, Adela, que durante un instante no te quise, te repudié.
Elvira es la súper madre. Elvira es quien dice que con cada alumbramiento le ha robado espacio al silencio. Es la mujer que ha sido programada para amar a sus cinco hijas, y de repente porque una se escapa de lo que tiene que ser lo normativo, la rechaza. Porque durante cuatro décadas la han programado para que todo lo que no se dicte en El Pardo sea pecado.
Todavía hoy a mí, que he nacido en democracia, que soy un hombre libre, feliz. Que tengo una familia extraordinaria. En ocasiones tengo la lluvia fina del pecado porque al final forma parte de una idiosincrasia que es la nuestra que, sin embargo, nos hemos quitado hasta construir la sociedad en la que vivimos hoy.
- Jaime muchas gracias. Ya tengo ganas de volverlo a leer para descubrir esas otras cosas que se me escaparon en la primera lectura. Te voy a confesar que me he encontrado en muchas páginas de tu libro…
Te lo agradezco, y lo que más me gusta es que le hayas visto ese cariz audiovisual, porque yo también. Si algún día tuviese su versión audiovisual, lo que sí tengo claro y aceptado es que Elvira será Susi Sánchez.
- Ahí queda, muchas gracias Jaime
Muchas gracias a ESdiario.