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Mientras España arde

España arde por arriba, por abajo, por el este y el oeste sin que nadie oiga a los pastores, a los agricultores que son los que saben de bosques y dehesas más que los asesores y ecologistas

Mientras España arde

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Perdón por el título alarmante, pero obedece a la realidad. ¿Siguen ustedes viendo los telediarios a pesar de que estamos en vacaciones? Perdón de nuevo, ustedes están de vacaciones. Nosotros, los inútiles, los instalados en la escombrera, los que dice Lagarde que sobramos, que somos muchos y que somos insostenibles, estamos de vacaciones permanentes, no contamos. ¿Ven ustedes los telediarios? El ochenta por ciento de ellos está dedicado al fuego, a la España que arde en Galicia, en Castilla y León, en Zaragoza, en Tenerife… Mientras España arde, los políticos intentan sacar tajada con fotos espeluznantes, con el fondo negro del bosque quemado, pisando las cenizas y estudiando – a través de sus asesores de imagen, que esos no tienen vacaciones y van tras el culo del político permanentemente- cuál es el mejor encuadre para que la foto sea más impactante y favorecedora.

Todos, sin excepción, Sánchez y los demás, van de acá para allá, moviendo helicópteros, aviones y caravanas de coches, que van y vienen vacíos, para recoger a la autoridad allá donde ella diga. Esto de las caravanas – al estilo Trump, Biden y hasta Zaplana y Alperi en las mascletás, aunque todos han seguido el mismo patrón- es el vivo retrato del poder mosaico: las aguas, las aglomeraciones de gente, los políticos locales… se abren como el mar rojo, y dejan pasar a la estrella – como Moisés cuando bajaba del Sinaí con las tablas- que no se toca, no se acerca, que esgrime su poderío desde lejos, hasta que tiene a bien arrimarse a saludar a populacho sediento de que el poderoso le dirija aunque solo sea una mirada fugaz. Todos tirando de móvil para inmortalizar el momento.

Incluso los reyes, en caída libre hasta la tercera república, asisten a los fuegos, a las inauguraciones, a los eventos, a los santos … a lo que sea con tal de demostrar una cercanía y un allanamiento junto al pueblo que siempre - no hablo de este hombre que sujeta la corona como puede, sino de sus antepasados desde el primer Borbón francés hasta su bisabuelo el gran líder del desastre de Annual, que con su conducta propició el golpe militar y la guerra civil consiguiente- un allanamiento junto al pueblo, digo, que siempre les importó un pimiento. Si no me creen, o ven insuficiente el argumento, vayan a escuchar la conferencia sobre novela histórica a la que se me ha invitado. La impartiré urbi et orbi, como las bendiciones del papa en Canadá donde anda – es un decir- pidiendo perdón por los abusos eclesiales, en la Semana de Novela idem de Cartagena. En septiembre, el día 27.

Mientras España arde por arriba, por abajo, por el este y el oeste sin que nadie oiga a los pastores, a los agricultores que son los que saben de bosques y dehesas más que los asesores y que los ecologistas. Mientras, los políticos – vean al comité socialista, vean a Feijoo en el palacio de San Telmo- arman a sus bases, las arengan y se preparan para la madre de todas las batallas. Vienen elecciones y hay que cambiar las caras desplazando a las que se han quedado antiguas. Hay que aprenderse de memoria los discursos: nos preocupamos de la gente, perdemos el sueño por hacer más fácil y mejor la vida a los ciudadanos, vamos a trabajar hasta la extenuación por defender los derechos de los más vulnerables.

“El camino del fuego” de María Oruña. ¡Qué mujer tan ilustrada, que cabeza tan enciclopédica! ¡Qué conocimiento de la literatura inglesa en general y de Lord Byron en particular!

¿Quiénes son los más vulnerables? En ese asunto hay mucho que discutir y a lo mejor quienes son más vulnerables para usted no lo son para mí. Y no señalo aun a nadie. Esta mañana, sin ir más lejos, estaba yo desayunando un humilde café con leche y una tostada de aceite, nada de jamón de bellota ni hostias. Dos euros de desayuno. Se acerca una señora mucho más joven, cuarenta y cinco años más o menos, con un chico de unos dieciocho. Ambos de aspecto saludable. El chico maquillado hasta el techo, uñas larguísimas pintadas de rosa, pestañas también postizas que, aunque sordo por culpa de la mili en artillería, la vista me funciona de puta madre. El chico vestía un pantalón blanco casi transparente que dejaba entrever una ropa interior femenina y un chisme en el torso que no sé cómo se llama, elástico, negro e intramuscular, o sea pegado al cuerpo como una segunda piel, eso que llevan las señoras y creo que le dicen “palabra de honor”.

Son las 9,30 de la mañana, la señora se dirige a mí: caballero, necesitamos fumar. ¿nos puede usted comprar un paquete de tabaco? Señora – le contesto- tabaco no le compro. No fumo y soy contrario a que la gente lo haga. Dado que los veo algo perjudicados y me da que han pasado la noche en vela, los puedo invitar a un café. ¿Y no podría ser una cerveza? – repregunta ella decidida, mientras el chico guarda silencio-. Es un poco pronto para una cerveza, son las nueve y media. Mejor un café. Usted – se viene arriba- ha dicho que invita. Nosotros decidimos a qué queremos ser invitados.

No tenía ganas de conversación, estaba enfrascado en una lectura apasionante y decidí cortar. En lugar de mandarlos a la mierda al estilo Fernán Gómez, dije al camarero: ponles un quinto a cada uno. Se lo bebieron de un golpe y se fueron sin dar las gracias, cogidos del brazo y contoneándose. Un testigo en la mesa de al lado, alucinaba igual que yo.

¿Son estos los más vulnerables? ¿Son los destinatarios de los bonos y las ayudas? Dicen, por ejemplo, que hay bares que no pueden abrir todos los días porque les faltan camareros. ¿Nos van a coger de camareros a los jubilados porque estos son vulnerables y está muy feo que los vulnerables trabajen?

Ojo que hay que estar alerta. Ayer oí - en el telediario, una afición de jubilado que conservo desde siempre- cómo el gobernador del Banco de España, señor Hernández de Cos, se reafirmaba en que las pensiones no pueden subir conforme al índice de precios. Eso – escuché- contribuye a generar inflación. Ya verán cómo ahora los jubilados vamos a ser culpables de que la gasolina esté a más de dos euros el litro y un melón en el mercado de Benalúa valga ocho euros. ¡Jubilados, culpables!

Si tuviéramos dos dedos de frente, que parece que nos faltan - somos nueve millones- elegiríamos a la Unión Europea de Jubilados que, solo con veinte diputados, tendría la sartén por el mango y podría cesar inmediatamente al señor De Cos y a todo el que hiciera propaganda similar.

Miren cómo nos cuidan los políticos. Se ha instalado en la playa de San Juan el Circo del Sol. El sábado lleno hasta los topes, pero los concejales, o quien haya dado permiso para ese espectáculo no ha previsto que hace falta un gran aparcamiento. No hay. Decenas de coches dejados sobre las aceras o donde cada uno buenamente puede. Y ahí llegan las órdenes de los concejales que vigilan por nuestro bienestar, lo mismo que el de los motivos de seguridad en las mascletás reservadas para enchufados. Sale la peña del circo y todos los coches multados. Buena recaudación. Si es mentira, díganmelo y me retracto. Tengo dos copias de multas.

Estas cosas me las cuentan parándome por la calle. Al escribir en ESdiario se deben creer que soy la virgen de Lourdes – esas apariciones fueron un pacto con Pío IX, pero allí no se ha aparecido nadie, puro marketing turístico-. Lo mismo que me cuentan una historia para no dormir de Extranjería, pero de eso no voy a decir nada porque Araceli Poblador es una mujer muy competente, seria y trabajadora, y tengo que hablar antes con ella.

Me redime, me relaja, me da placer, me entusiasma, me produce orgasmos sin fin…la literatura. Me ayuda a sobrellevar la ola de incompetencia y de bribonería que nos ahoga. Leo “El camino del fuego” de María Oruña. ¡Qué mujer tan ilustrada, que cabeza tan enciclopédica! ¡Qué conocimiento de la literatura inglesa en general y de Lord Byron en particular! ¡Qué manera de armar historias que te sorprenden en cada línea! El camino del fuego de María Oruña. Lo mejor que he leído en los últimos tiempos junto con los Últimos días de Berlín de Paloma Sánchez Garnica y la Operación Kazan de Vicente Vallés. Ya tienen tarea para estas vacaciones. Solo recomendaciones que yo bonos culturales no puedo dar.

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