El hábito no hace al monje, pero lo viste
¿Se imaginan a un guardia civil o policía local asomándose a la ventanilla con el torso descubierto y en sandalias veraniegas para reconvenirte sobre una infracción de tráfico?
El culebrón (serpiente) de verano, o noticia irrelevante por gilipollesca, está siendo la escapista corbata de nuestro presidente Pedro Sánchez, quien se la quita o se la pone ejemplificando el camino a seguir por todos los varones españoles solidarios con el ahorro energético. De por qué en unos sitios la lleva, generalmente como empedernido viajante de bolos al extranjero, y en otros no, el perímetro español, es arcano protocolario que todavía no logramos desentrañar.
Cuando soltó semejante boutade con luz y taquígrafos aquí se descojonó todo el mundo menos socialistas y asociados, que se sonrojaron, mientras en Europa añadían otra muesca despectiva y zahiriente a nuestra triste Leyenda Negra.
Todos sabemos que vestuario y fondo de armario tanto del presidente del Gobierno, como de otra buena tanda de dignatarios/as, va a cargo de los Presupuestos Generales por aquello de la imagen-marca España. De ahí sornas y rechiflas sobre el energético ahorrador de la Moncloa, que primero se quita la seda al cuello, marcando pecho -lobo, y después se va a la vuelta de la esquina con un helicóptero y un reactor cuyos despegues y aterrizajes darían para comprar la mejor sastrería y aditamentos para caballero de Savile Row en Londres. Puestos en austeridades refrescantes y parcas, bien podía prescindir del Gobierno de toda prenda interior desde la lencería plusmarquista de las ministras, hasta calzoncillos, calcetines y ¿por qué no camisas (tipo Freddy Mercury)? en los caballeros.
Pero parece que cunde el ejemplo, y al prolegómeno de striptease sanchista (habría que verlo actuando en una despedida de soltera), le sigue la inmediata estulticia del Govern València, uno de cuyos componentes: Compromís, aboga, como ya adelantó ESdiario, porque políticos y funcionarios puedan ir al curre en pantalones cortos. ¿Cómo de cortos? ¿Quizás de expresión mínima, tales esos que lucen a media nalga las jóvenes féminas de buen ver? ¿Media caña al estilo guiri escocés con calcetines polícromos? O ya metidos en descoques: bikini brasileño, tanga, para ellas; bóxer, slip, o taparrabos... para ellos.
Pronunciamientos de este tipo son los que deterioran la política frente al ciudadano observando, atónito y desconfiado, en qué malgastan el tiempo y la paga nuestros representantes
Hace poco se nos murió aquel catedrático y ecologista grandullón, Antonio Escarré, que fuera conseller de Educación y después de Medio Ambiente, singular y entrañable personaje, quien, por aquello del distraído científico a su bola informal en verbo y atuendo, lo mismo aparecía encorbatado de corte y confección, que, descamisado y en chanclas, fuera boda, entierro o Consell. Nadie se tomaba a cuenta, ni en serio, esa su pose de progre excéntrico, pero ni unos ni otros de derecha izquierda se propusieron imitarlo en semejante y estrafalaria excepcionalidad a la reglada vestimenta preceptiva como padres de la patria valenciana que presumen ser.
Desde luego el hábito no hace al monje, pero demuestra al resto su condición monacal y/o religiosa. ¿Se imaginan un juzgado con jueces y fiscales que se quedan en puñetas picadas porque la temperatura de la Sala rebasa la tolerancia humana? ¿A un guardia civil o policía local asomándose a tu ventanilla con el torso descubierto y en sandalias veraniegas para reconvenirte sobre una infracción de tráfico? ¿O mismamente de esta guisa a ujieres, conductores de autobús, personal sanitario o militar de servicio?
¿Sigo o me callo? Ustedes mismos pueden añadir cuantas cuchufletas imaginen "pá jartarnos de reír", que se pitorrea la sevillana, aunque a estos ultra Països Catalans probablemente les crecerían los enanos. Otro numerito más del Retablo de las Maravillas en Zulandia, pues yendo a economizar energía, han vuelto con tan alto consumo de sus esquilmadas neuronas como para que les haya saltado el fusible del mínimo raciocinio.
Pronunciamientos de este tipo son los que deterioran la política frente al ciudadano observando, atónito y desconfiado, en qué malgastan el tiempo y la paga nuestros representantes más conspicuos confundiendo, nunca mejor dicho, el culo con las témporas, al turista con el empadronado, y a los escaparates con sus nóminas (sueldos+ complementos), que esas sí que ni las apagan, ni las reducen.