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Apaga y vámonos

El alumbrado de los comercios aporta vida a las calles y también seguridad, especialmente en aquellas de iluminación deficiente, por lo que es previsible que aumenten la inseguridad

Apaga y vámonos

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Las medidas de ahorro energético que entran en vigor este miércoles 10 de agosto no han dejado indiferente a nadie. En primer lugar, la decisión viene desde Europa, que nos ha ordenado reducir el gasto de energía en un 7%. La causa de ello es el recorte en el suministro de gas anunciado por Putin, consecuente a la invasión de Ucrania por los rusos y al posicionamiento de Europa al respecto, al haberse alineado con los ucranianos. Esta guerra ha desatado una crisis internacional de consecuencias inciertas en estos momentos y en la aldea global que es el mundo va a traer cola. De hecho, con los recortes en el suministro del gas ya lo estamos experimentando. Entre otras, las medidas previstas hasta el mes de noviembre de 2023 -es decir, de duración más extensa que en el resto de Europa, que, para chulos, nosotros-, son todas ellas impopulares porque obligan, entre otras cosas, a poner el aire acondicionado a 27º en verano y a no más de 19º la calefacción en invierno. A mí me va bien, pero hay quienes presumen de tener la oficina al borde a la congelación en verano y lo llevan por bandera.

Contemplan también las medidas el apagón de los edificios públicos vacíos y de los escaparates de los comercios a partir de las 22’00h., lo que puede traer consecuencias indeseadas en las ciudades. El alumbrado de los comercios aporta vida a las calles y también seguridad, especialmente en aquellas de iluminación deficiente, por lo que es previsible que aumenten la inseguridad, especialmente de las mujeres -atención al aviso a las feministas de boquilla-, así como los delitos con violencia y con fuerza en las cosas, aprovechando esta circunstancia. Doy por hecho, también, que esta medida afectará al turismo, porque es bello contemplar los edificios públicos de las ciudades iluminados de noche, especialmente los más emblemáticos.

Las Comunidades Autónomas gobernadas por otros partidos diferentes del PSOE están de uñas, argumentan que han invadido sus competencias y que acudirán al Tribunal Constitucional en defensa de sus derechos. Efectivamente, tienen las competencias en materia de comercio delegadas en esta maravilla de sistema autonómico que padecemos, así que no sé hasta qué punto el Gobierno puede ordenar, y no meramente recomendar, el apagón de los escaparates de las tiendas.

Otro gallo nos cantaría si hubiéramos hecho los deberes a tiempo y hubiéramos apostado por las renovables para, entre otras, cosas evitar la dependencia energética proveniente de terceros países. Ahí sí ahorraríamos y mucho más, porque incluso podríamos ser nosotros los proveedores y exportadores de energía a otros países, con lo que tendríamos la sartén por el mango, en vez de estar en la actual situación de subordinación y debilidad. A pesar de que es obvio que en España tenemos sol y viento a raudales durante todo el año y que sería una excelente idea aprovecharlos, porque además no son fungibles y proceden de la madre naturaleza, en el momento en que deberíamos haber apostado por la energía limpia nuestro Gobierno de entonces decidió, por el contrario, pegar un hachazo a las inversiones en instalaciones de placas solares. Entre 2015 y 2018, estando Rajoy al frente del Gobierno, se penalizó el autoconsumo de energía a través del llamado “impuesto al sol”, que obligaba a los usuarios a pagar dos veces por lo mismo, para que así las eléctricas no perdieran sus pingües beneficios de siempre. Pero ya se ve que con esta medida nos estábamos tirando piedras contra nuestro propio tejado, en vista de lo que está ocurriendo en estos momentos.

Las dos grandes superpotencias mundiales están midiendo sus fuerzas y este caos no sabemos cómo demonios va a terminar

De otra parte, mientras andamos entretenidos averiguando cómo nos las componemos para pasar el invierno sin disponer del gas suficiente, y dando gracias de que en buena parte de nuestro país nos las podamos mal que bien apañar, porque los inviernos son suaves, da la sensación de que hayamos comprado asientos de primera fila para el apocalipsis. No solo por los incendios que siguen arrasando España, con más de 240.000 hectáreas calcinadas en lo que llevamos de verano -una barbaridad, que supone el 40% de toda la superficie incendiada en Europa-, sino porque, por si tuviéramos ya poco con la guerra de nuestros vecinos, ahora también hay una escalada bélica entre Estados Unidos y China. Las dos grandes superpotencias mundiales están midiendo sus fuerzas y este caos no sabemos cómo demonios va a terminar.

El mejor consejo, dadas las circunstancias, es que apliquen la locución latina carpe diem. Es decir, cójanse un tercio bien frío de su cerveza favorita y bébanselo a gañote, vayan a darse un chapuzón a esa cala de ensueño, salgan con sus amigos de cena, arrímense a la parienta, o hagan pádel surf: lo que más les apetezca, y háganlo con conciencia plena, aprovechando cada segundo, porque la cosa está que arde, está de apaga y vámonos. Así que hagámoslo, me refiero a eso, a apagar los incendios e irnos unos días de vacaciones. Que disfruten.

Mónica Nombela

Letrada directora de Nombela Abogados

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