¿Por qué no te callas?
Irene Montero sueña con un mundo amazónico del mítico reino de mujeres con un pecho cortado para facilitarle el tiro con su mortífero arco al macho que se mueva
Ni falta hace recordar aquel bufido que Don Juan Carlos le espetó al presidente de Venezuela y generoso mecenas de Podemos, Hugo Chávez, cuando en noviembre de 2007, en una Cumbre de Jefes de Estado iberoamericanos, el "revolucionario bolivariano" interrumpía constantemente a nuestro entonces presidente de Gobierno Rodríguez Zapatero.
Toda frase, y más si está instalada en el acervo popular, tiene su retorno como un boomerang que puede volver a usarse contra otras piezas de caza y derribo. Tal que así parece anda expresándose gran parte de la sociedad española cada vez que Irene Montero abre la boca-de-hacha para soltarla más gorda y ofensiva que la anterior; para acto seguido, y echándole más morramen que la mona Chita esperando a su Tarzán de Galapagar, refugiarse trasconejada en el más cínico de los victimismos como si todo el mundo estuviera contra ella, incluidos socialistas y separatistas de perfil medio, y no al revés de esta, como la vengo definiendo: "Juana de Arco" imaginaria-visionaria cambiando la armadura por la caradura, y los espadazos por antología del disparate en el Diario de Sesiones (todo queda reflejado a perpetuidad aunque lo retire la Presidencia) de nuestro Congreso de los Diputados.
La última boutade de la Ministra de Igualdad, si es que no ha añadido otra muesca más a su graneado disparadero de estulticias, fue hace dos días cuando acusó al principal partido de la oposición, de "Ustedes promueven la cultura de la violación que pone en cuestión la credibilidad de las víctimas". La diputada del PP Macarena Montesinos que estaba en el escaño de atrás, le dijo de todo y un poco más, porque en su ya larga trayectoria política, que le viene de casta, pero de la buena, jamás había escuchado semejantes barbaridades en el hemiciclo de padres y madres de la patria: "¡vergüenza, vergüenza, vergüenza!" exclamó la diputada alicantina entre atónita y cabreada. Acto seguido gran parte del semicírculo parlamentario, con excepción de los abochornados socialistas y el alborotador rufianesco encantado con la bulla, se increparon "tabernarios" (en expresión de Aitor Esteban) e incontinentes, por lo que la presidenta de la Cámara, Maritxell Batet, ante tanta algarabía impropia de sus Señorías, debió llamarle la atención a la ¡ministra! que se puso tan colorada (no roja) como una niña haciéndose pis en el patio del colegio y siendo sorprendida por la madre superiora.
"Algunas te dicen 'hay que asesinar a todos los hombres' y tú piensas 'tienes toda la razón'. Pero claro, eso no se puede decir en público. Al menos, no por ahora"
Y para que no decaiga la fiesta chunga y desorbitada entre feminista y feminorra (Unamuno) que está montando el privativo ministerio de Irene insta a retirar un cartel anunciador de vino del Bierzo, por cierto, muy conocido por todos los gastrósofos, en el que aparece de espaldas una muchacha incompleta (también podía ser un/a trans) con bikini de topos-corazones atisbando el horizonte, y pintado en el 2008 por el artista catalán sobradamente conocido y reconocido en colecciones públicas y privadas, Josep Moscardó, cuya obra figurativa y un tanto naif, es la más asexual que hayamos podido contemplar después de Rousseau "El aduanero". Otro dislate ministerial que los/las/les podemitas no han tenido más remedio que tragarse como un purgante de ricino, retirando su instancia para que semejante "porno duro" desaparezca de sus castas miradas, y no "encachondé" al resto de pervertidos, que debemos ser los demás, lesbianas incluidas en tan enviciado lote de salidos/as/es. A propósito, léanse en las declaraciones de la tal Montero publicadas en Internet, pero que ella le advirtió al entrevistador/a que no vieran la luz. Canta la Traviata contra las besuconas y toconas bolleras, o simplemente manifestantes del feminismo más radical. La pone de "locas" en adelante. Y como muestra antológica ahí va uno de los speech de la Señora de Iglesias: "Algunas te dicen 'hay que asesinar a todos los hombres' y tú piensas 'tienes toda la razón'. Pero claro, eso no se puede decir en público. Al menos, no por ahora".
Supongo que habrá bastante reservorio en los bancos de semen para cuando, la diosa montera mediante, desaparezcamos los heterosexuales, pues conjeturo que somos tal cual en el apareamiento mamífero a quienes se refiere la ministra cuando trata de acabar con la raza humana, al menos como la entendemos actualmente.
Apenas hemos dejado constancia de una milésima parte sobrante en la apabullante e irrisoria colección de ocurrencias de esta vesánica que sueña con un mundo amazónico, no del gran río sudamericano, sino del mítico reino de mujeres con un pecho cortado para facilitarle el tiro con su mortífero arco al macho que se mueva.
Aunque habría que añadir lo cortitos que son los/las de Vox, que no supieron argüir, siquiera malévolamente, que cuando habló su diputada del "conocimiento en profundidad" del profesor universitario y politólogo Pablete Iglesias, más enclenque y pitiminí de "body" que impresionante, irresistible y salvaje macho-man, no se refería, consecuentemente con los esquemas helénicos de belleza y atracción, al promiscuo tálamo y las exploraciones sexuales mutuas de cualquier pareja bien avenida, sino al salón del chaletazo en Galapagar y las talentosas, pedagógicas y explicativas conversaciones intelectuales filosóficas y políticas con tan preclaro teorizante de la ultraizquierda y luminoso faro de la sabiduría neoanarco-marxista.
"Las consignas de una crítica deficiente malvenden el pensamiento en aras de la moda" dijo su admirado de palabra que no leído, Walter Benjamin. Tal cual usted querida Irene Montero quiere sus 5 minutos diarios de fama para obtenernos atentos y pendientes (être à la page) con semejantes salidas de tono tan manidas e inconsistentes por vocingleras que ya no impresionan ni a ursulinas ni a remilgados.
¿Por qué no se calla? Probablemente porque todavía se crea el escorpión pensando que los demás somos la rana. Antes "muerta que sencilla" acabará ahogándose en sus propios excrementos verbales.