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El pasado siempre vuelve

Una jueza acaba de levantarle a Ximo Puig las faldas de la mesa camilla socialista valencianota para sacar detritos de un sucio pasado denigrante, por presuntamente delictivo

El pasado siempre vuelve

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A Winston Churchill le pasaba lo mismo a la hora de escribir que a Julio César, a Voltaire, o a nuestro más cercano Jaume Vicens Vives: fueron mejores historiadores cronistas que creativos literatos propiamente "escribidores", aunque nada desdeñables en sus respectivos estilos prosaicos. Al primero le dieron el premio Nobel de Literatura, cuando quizás hubiese sido más acertado otorgarle el de la Paz que costó "sangre, sudor y lágrimas". Pero ya se sabe de las veleidades internas de tan célebre premio que tiene origen dinamitero; pongamos por caso (que nos ocupa), el de los cuatro superiores novelistas del siglo XX: Marcel Proust, James Joyce, Frank Kafka, William Faulkner, cómo solo este último lo obtuvo este cuerno de oro editorial.

Sin duda el inglés, postrer y brillante rescoldo de la época victoriana, tantas veces volcado al celuloide, sea el mayoritariamente reconocido en estos tiempos más dados a la pantalla que a los libros, y a la cita corta que al párrafo largo. Sus frases entre ingeniosas y categóricas se han convertido en sentencias universales. Traigo aquí aquella aleccionadora con la que Churchill ilustró a un joven diputado tory, quejoso por las maliciosas maniobras internas de sus propios colegas de escaño parlamentario conservador, que no de los, lógicamente opuestos, laboristas:

"Existen tres tipos de adversarios: enemigos a secas, enemigos a muerte, y los compañeros de partido", le dijo Sir Winston Churchill, al desilusionado e iniciático político, instruyéndolo para futuras decepciones.

"El pasado no está muerto ni enterrado. De hecho, ni siquiera es pasado", como dijo Faulkner

A Ximo Puig, presidente de la Comunidad Valenciana y de bastante inferior calidad intelectual que la del premier británico, no le sonarán los destinos comunes anglófilos en sus tantos discursos radiofónicos frente a Hitler, pero quizás sí haya memorizado la máxima anterior como cita del Calendario Zaragozano político. Sobre todo, ahora que una jueza acaba de levantarle las faldas de la mesa camilla socialista valencianota para sacar detritos de un sucio pasado denigrante por presuntamente delictivo. Presunción, todo es presunción en el obligado discurso periodístico.

El Molt Honorable actual, que tanto denigrara, por la estúpida vanidad de unos trajes sastrería, a su antecesor Paco Camps, ahora se siente desacreditado por las añagazas de su hermano Francis, puro trepa de la picaresca ¿no les recuerda a Alfonso Guerra?; pero y esencialmente por ese pasado, que siempre vuelve, del caso Azud y la financiación irregular del PSPV, empezando por campañas electorales, entre otras, la de la exmagistrada María Teresa Fernández de la Vega, impulsora en Cataluña de Justicia Democrática, y martillo de herejes contra togas y puñetas conservadoras; algo que hoy está muy en boga a la hora de etiquetar magistraturas, como si los jueces/as estuvieran para imponer sus respectivas ideologías, en lugar de administrar honestamente los Códigos y, por ende profesional, la justicia imparcial.

El President de la Generalitat Valenciana, vive hoy sus noches más tristes barruntando en monólogo silente cómo tras sortear malamente una pandemia ("enemiga mortal" ahora rediviva en China); después de tirar por la borda y desagüe a Mónica Oltra (con la anuencia de los otros/as "compañeros de partido" dirigentes de Compromís); "quedar como el culo", en expresión juvenil, con la provincia de Alicante, léase trasvases Tajo-Segura, Júcar-Vinalopó, nula inversión viaria por la costa, imposiciones lingüísticas a imagen y semejanza Països Catalans, y un larguísimo etc. de agravios comparativos..., no sabe en la soledad del corredor de fondo cómo remontar una intención de voto que tan mal parado lo deja respecto a Carlos Mazón, a quien no hace mucho consideraba un advenedizo chichilicuatre apriorísticamente descartable para ocupar su trona.

Pero mira por dónde, ni "a secas", ni "a muerte" el actual presidente de la Diputación alicantina no va a ser el "terminator" enemigo externo del todavía presidente de la Generalitat Valenciana, sino que los taimados del enemigo en casa los ha encontrado en su mismísimo partido como dinamiteros de carga retardada y nada menos que entre tesoreros y contables (mismamente que Al Capone de toda su confianza, pues él ya presidía entonces el PSPV), quienes además de cobrar el impuesto revolucionario-urbanístico, rebañaban, y no poco, para sus propias buchacas; por cierto, algo muy común en aquella época, pero el PP ya ha pagado su deuda con los tribunales, mientras los socialistas "vanitas vanitatis" se creían salvados por la campana que marca los tiempos políticos.

Apúntese en el recoveco de los desengaños, querido Ximo, esta frase: "El pasado no está muerto ni enterrado. De hecho, ni siquiera es pasado", que escribiera el anteriormente citado William Faulkner cuando en 1949 le dieron el Premio Nobel de Literatura. Joan Lerma perdió el País Valencià por el Sur, y usted, a lo que parece, lleva el mismo camino.

Pedro Nuño de la Rosa

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