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T. Abadía: "Es necesario un gran pacto hidrológico basado en la cohesión social"

El diplomático oriolano Tomás Abadía Vicente, funcionario europeo un cuarto de siglo, acaba de ser nombrado Caballero de la Real Orden de San Antón 2023.

Tomás Abadía con Josep Borrell, presidente del Parlamento Europeo en su visita oficial a Costa Rica, en 2006.

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Juan de Oleza

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Tomás Abadía Vicente nació el 1 de abril de 1948, está casado y tiene dos hijos. Abogado, diplomático y funcionario europeo durante 25 años, impulsó la creación de Oriol Export, S. L., agrupación de exportadores de Orihuela y de la Vega Baja del Segura. Hijo de Manuel Abadía Cabrera, quien fuera un icono de las finanzas locales durante su larga carrera al frente de la Caja Rural Central, Tomás (“siempre es muy grato que en la patria chica haya un reconocimiento a tu trayectoria y a lo que has aportado a Orihuela”) nunca olvidó su niñez y adolescencia en su ciudad natal:

-Tengo muy buenos recuerdos de mis estudios en el colegio de la Tahona y en Santo Domingo. La Glorieta de Gabriel Miró siempre persiste en mi retina con los grandes magnolios y el juego del marro. Ya en mi juventud formé parte de un grupo musical, Los Megatones; era la plena efervescencia de Los Beatles y cantábamos todo el repertorio del famoso grupo británico. Y fui miembro de la Cofradía del Perdón, de Nuestro Padre Jesús de la Caída. Un elemento importante para mí siempre fue la huerta y la explosión de luz y color que hay en Orihuela, con el palmeral y la flor de azahar de los naranjos en primavera. Recuerdo que el trayecto entre Orihuela y Torrevieja era un espectáculo de sensaciones.

-Este nombramiento como Caballero de San Antón te llega después de otros reconocimientos a tu labor exterior

-Sí. Durante mi desarrollo profesional en América Latina tuve el honor de recibir las llaves de la ciudad de San José y de Panamá, y diversas condecoraciones: Orden deMayo de Argentina, Simón Bolívar de Bolivia y Amador Guerrero de Panamá.

-¿Cómo surge tu vocación por una carrera internacional?

-Mi padre compraba los fines de semana la revista Blanco y Negro. Escribían en aquella época Manuel Aznar, que era el abuelo de José María Aznar, y Vicente Gallego, un periodista excelente especializado en política internacional. Me fascinaba el mundo de Naciones Unidas y los grandes desafíos del contexto internacional. Además, como sabes, mi padre fue director general de la Caja Rural Central y siempre apoyó mis estudios. Desde aquí, quiero recordar su figura por su gran contribución a la ciudad de Orihuela. Después, en la carrera de Derecho que cursé en la Universidad de Valencia, el catedrático Adolfo Miaja de la Muela y el profesor José Luis Iglesias Buhigues me

influyeron mucho para la inclinación al derecho internacional público y las relaciones internacionales. También estudié en la Universidad de Burdeos y en la Universidad de Londres Política internacional. Con una estancia de tres años en Francia y Reino Unido confirmé mi vocación internacional.

-¿Qué puedes decirnos de tus años en la Cámara de Comercio e Industria de Madrid?

-Fue una experiencia muy positiva. Empecé en 1976 como técnico de comercio exterior en Ecuador y Venezuela. En 1977 me incorporé como asesor y después fui jefe de Relaciones Internacionales de la Cámara de Comercio de Madrid. Era una época brillante y esplendorosa con el presidente Adrián Piera. Durante diez años, desarrollé una intensa labor de promoción del comercio exterior, atracción de inversiones extranjeras y preparación del mundo empresarial de cara al ingreso a la Comunidad

Económica Europea. También era director de misiones empresariales al exterior y contribuí a la internacionalización del mundo empresarial español. Éramos una especie de misioneros a la conquista de mercados exteriores.

-Esa experiencia te reportó buenos frutos…

-Sí. España ingresó en la Comunidad Europea en 1986 y gané el concurso-oposición de Administrador Principal en la Dirección General de Relaciones Exteriores de la Comisión Europea en 1988. Efectivamente fue un cambio muy importante en mi vida. Todo se lo debo a mi mujer, Pilar, que era la hija pequeña del maestro Parada, que siempre me ha apoyado en mi carrera. Su padre presidia el Certamen de Habaneras y Polifonía de Torrevieja. Me desplacé a Bruselas con ella y mis dos hijos y mis primeros cinco años de servicio fueron en la dirección del GATT/OCDE como Jefe de sector de Política Exterior de Pesca.

-Un puesto que te proporcionaría un amplio bagaje

-Cierto. Participé en importantes negociaciones en los acuerdos de pesca con Marruecos, con Argentina, con Noruega, la crisis con Canadá, la negociación del Código de Pesca con responsabilidad en la FAO. Era miembro de los Comités de Pesca de la NAFO, de la OCDE, del ICCAT. No teníamos recursos haliéuticos en las aguas comunitarias y era esencial obtener cuotas de pesca para la flota comunitaria europea. Fácilmente puedes imaginar que era muy importante para la flota española que pudiera faenar en caladeros exteriores.

-No debieron resultar fáciles las negociaciones

-La negociación con Argentina fue apasionante pues tuvimos que delimitar bien las áreas de pesca por la presencia de Reino Unido en Malvinas. Al final, obtuvimos 1.250.000 toneladas de especies de alto valor comercial, como la merluza hubsi, el abadejo, etc. La crisis con Canadá alcanzó un nivel de tensión extremo y hubo un conato de guerra en el mar. Era necesario frenar el fenómeno de la sobrepesca.

-¿Y después de la pesca?

-Llegaron otros encargos realmente muy interesantes. En 1994 pasé a formar parte de la Dirección de América Latina y desarrollé, hasta el año 2003, diferentes responsabilidades como encargado de las relaciones con Argentina, Brasil, Mercosur y el Grupo de Rio. Fue una experiencia muy enriquecedora como jefe de Unidad adjunto de Mercosur y Chile, concluyendo el acuerdo de asociación con Chile y desarrollando importantes acuerdos de ciencia y tecnología con Argentina y Brasil. También me ocupé del Grupo de Rio, que era el mecanismo de concertación política con América Latina y el Caribe y, nos permitió diseñar un esquema de relación ambiciosa con la

región. La entrada de España y Portugal en la Unión Europea significó comenzar una nueva etapa de relación con América Latina. Rompimos moldes en muchos frentes, como los acuerdos comerciales y, un paquete de cooperación muy importante en materia de derechos humanos, fortalecimiento del Estado de Derecho en la región y la cohesión social. Respecto a la negociación con Mercosur, cerramos el capítulo de dialogo político y cooperación en la Cumbre de Jefes de Estado UE/LAC en Madrid en 2002. Por cierto, aún no ha entrado en vigor el capítulo comercial por diferencias en

ambas partes.

-Has estado, sin duda, en la primera línea de grandes negociaciones de política económica y social…

-Fue una época donde definimos una doctrina de valores compartida entre ambas regiones, basada en los derechos humanos, la democracia, la protección del medio ambiente, la corresponsabilidad en la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado. Acompañaba al Vicepresidente, Manuel Marín, a las Reuniones Ministeriales de Asuntos Exteriores de las dos regiones. Contribuimos también a importantes proyectos de igualdad y, ciertamente, en el panorama latinoamericano han brillado mujeres con responsabilidades muy importantes en el mundo político, económico y social. Destacaría los proyectos con las “abuelas de la plaza de mayo” para identificar los niños desaparecidos en la época de la dictadura militar argentina. También con Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz, en materia de proyectos de cohesión social.

-Costa Rica, Panamá…

-Efectivamente, en 2003 fui nombrado jefe de la Delegación de la Comisión Europea para Costa Rica y Panamá, cargo en el que permanecí hasta noviembre del 2007. Años muy intensos, pues me comprometí en la negociación del Acuerdo Regional de Asociación entre la Unión Europea y América Central y Panamá. Me acogieron muy bien los gobiernos de Abel Pacheco, Oscar Arias y Martin Torrijos. Llevé a cabo la ejecución de un importante paquete de cooperación en el sistema judicial, la reforma de la administración pública, así como sobre el medioambiente en el parque nacional del Tortuguero, en Costa Rica. Este último proyecto lo inauguró Josep Borrell que, en ese momento, era presidente del Parlamento Europeo. Impulsé también el préstamo de la Banca Europea de Inversiones de 500 millones de euros a Panamá que posibilitó la adjudicación de la ampliación del canal de Panamá a un consorcio europeo y creo que mejoré el diálogo político con el gobierno de estos países.

- ¿Cuándo fue la vuelta de tu periplo por América Latina?

-Regresé a Bruselas en octubre del 2007 y me incorporé al Servicio Diplomático Europeo (EEAS), en la dirección para Estados Unidos y Canadá. Estuve como consejero durante cinco años para estos dos países. Era la época de la administración del Presidente Obama y la Secretaria de Estado Hilary Clinton. Después del atentado terrorista del 11 de septiembre de 2001, en Nueva York, el principal problema para USA era el refuerzo de la seguridad nacional y concluimos dos importantes acuerdos: el de Aviación, donde introdujimos las reglas PNR y fortalecimos las normas de control, competencia y reducción de emisiones Co2; e igualmente, firmamos el acuerdo Antiterrorista y de Comercio y llevamos a cabo una cooperación en países terceros, principalmente asuntos de seguridad en América Central.

-Te jubilas, en septiembre de 2012, después de 25 años al servicio de la Unión Europea. ¿Fue fácil el regreso a España?

-Francamente bien. El Grupo Biomédico Ascires me ofreció ser presidente fundador de la Fundación biomédica QUAES, enfocada a la lucha contra el cáncer, la investigación genómica y los diagnósticos de precisión. Atraje al Patronato grandes figuras como César Nombela, el discípulo predilecto de Severo Ochoa, o Bernat Soria, que fue ministro de Sanidad con José Luis Rodríguez Zapatero y Félix Prieto, gran genetista, etc. Apoyé también la participación en los grandes programas de ciencia y tecnología “Horizon Europe”. Actualmente soy Presidente honorario de la Fundación. También sigo vinculado a IADIC International como presidente. Desde esta consultora ayudamos a las empresas europeas y españolas a salir al exterior con buena seguridad jurídica y abrimos mercados en América Latina. Particularmente, en los sectores salud y construcción hemos tenido mucho éxito. Igualmente, mantengo el despacho de abogado internacional en Madrid y árbitro comercial internacional.

-¿Algún proyecto entre manos?

-En el momento presente me gustaría contribuir a mitigar el proceso de desertificación del flanco sur de Europa, que comienza en Almería, continua en Murcia, se expande en la Vega Baja del Segura y presenta indicadores inquietantes en Andalucía, sobre todo en Doñana. Se refleja también en Castilla-La Mancha y necesitamos un proyecto verdaderamente nacional, que supere las tensiones y la polarización política existente en nuestro país. Un Sureste español sin agua para el regadío condenaría una cultura milenaria que viene de los árabes y tendría un impacto económico y medioambiental agudo.

-¿Ves alguna solución para este espinoso tema?

-Es necesario ir a un gran pacto nacional hidrológico basado en la cohesión territorial y social en España y consistente, acorde con la directiva europea del agua. Para esta labor necesitamos a Europa y llevar a cabo un programa ambicioso, que contemple obras de infraestructura, reforestación y distribución del agua. No es solamente un problema español, es un verdadero problema europeo y me gustaría contribuir con mi grano de arena a este asunto.

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