La “guerra del agua” ¿o del voto?
Nada dijo la ocurrente gerifalte de la Transición Ecológica sobre factura que supondrán las supuestas plantas potabilizadoras necesarias para un mínimo auxilio agropecuario.
Escribir sobre el trasvase Tajo-Segura es como hacerlo sobre el agua torrentera: no vale para nada, porque la deslizada corriente diluye la tinta, que creíamos indeleble, tan de inmediato por imposible como el recuerdo de un sueño fallido. Por enésima vez Ximo Puig, el 'virrey' valenciano, pincha en la roca de La Moncloa, insensible y ajena al Sureste español como si fuésemos tierras baldías y dominios sumisos al 'emperador' Sánchez y a su patibulario Gobierno del Retablo de las Maravillas.
Una de esas “maravillosas” gobernantas, la ministra Teresa Ribera, ha venido recientemente al cap i casal para, con toda su jeta (que no seso), espetarle al compañero Ximo que no sólo impedirán fluir sobrantes al caudal actual del trasvase, sino que lo van a recortar bajo mínimos de reguerón; y que, si quiere agua para sus regantes, ahí tiene el Mediterráneo y ya puede empezar a desalarlo entero; aunque nada dijo la ocurrente gerifalte de la Transición Ecológica sobre factura que supondrán las supuestas plantas potabilizadoras necesarias para un mínimo auxilio agropecuario de la tan presumida como inconclusa “Huerta de Europa”.
Lo que hoy es vergel, mañana será el pasado con exteriores para spaghetti western de Sergio Leone
A saber Alicante, Murcia y Almería, donde el clima facilita los plantíos hortofrutícolas, pero que sin el líquido elemento, aunque sea de muy mediana calidad, los bancales volverán a su antigua, seca e inservible condición desértica; las gentes hoy empleadas en esos menesteres, tanto sean naturales de nacencia como muchos venidos desde fuera cuando ya no les quedaba otro ojal en el cinturón del hambre, deberán emigrar de nuevo, se supone que hacia arriba, porque desde abajo vienen apretando los barateros africanos todavía más depauperados, y lo que hoy es vergel, mañana será el pasado con exteriores para spaghetti western de Sergio Leone.
La “mancheguica” (dicho con el afecto del paisanaje) Isabel Rodríguez, anteayer megáfono de Pepe Bono, ayer de García-Page y actualmente portavoz del Gobierno y Ministra de Política Territorial, ante la insistente pregunta de la canallesca sobre ¿qué bemoles pasa con el trasvase? ¿Mandan los del presidente manchego o los del valenciano y murciano?
La incómoda, aunque para eso estamos los periodistas, respondió con frase que se hará antológica en los anales del disparate autonómico: “El presidente de la Generalitat valenciana defiende el interés de su comunidad autónoma y el Gobierno español, el del conjunto de nuestro país”. O sea, que ya nos desclasifica usted a los valencianos y por extensión a murcianos y almerienses asimilándonos como ciudadanos de otro país. ¿El País Valencià versus el Estado español gobernado por los socialistas? ¿El reino de Murcia y parte del de Granada vuelven a ser moros de taifa tributarios de los castellanoleoneses? Si no quieren ustedes, compañeros socialistas, oír, ni menos hablar de la “Guerra del agua”, ¿por y para qué la provocan? ¿Conocen algún ser vivo que dé mayor beneficio por hectolitro de agua que un turista?
Desde luego, Excma. Sra. Teresita Ribera, si quieren cargarse España, traza llevan, no deben sino continuar las directrices (un paso atrás, dos adelante) que les marcan los independentistas con sus asonadas para acojonar al soberbio de su jefe Pedro Sánchez y encandilar a otras consortes ministras enamoradas, o ministros del pastoreo déspota donde obliga el inflexible cayado de las minorías antisistema; y ahora, por si no teníamos bastante llave inglesa con la que desatornillar una de las naciones más viejas de Europa, sacan otra llave maestra (agudo ingenio de gobernanza) desmontando la unión secular entre valencianos, murcianos, andaluces y manchegos, al enfrentarlos por algo más duro para el ser humano que el hambre y ganas de permanencia en puesto de trabajo y progreso hortofrutícola, como es la sed de los campos futuriblemente improductivos si no les llega el trasvase Tajo-Segura.
Ahora, por si no teníamos bastante llave inglesa con la que desatornillar una de las naciones más viejas de Europa, sacan otra llave maestra (agudo ingenio de gobernanza) desmontando la unión secular entre valencianos, murcianos, andaluces y manchegos, al enfrentarlos por algo más duro para el ser humano que el hambre
Ximo Puig amenaza, pero no da, con llevar al Gobierno central ante los tribunales, en clara demostración del paroxismo cainita que vivimos instalados en la izquierdosa incongruencia de socialistas contra socialistas, podemitas contra comunistas, indepes contra indepes (Bildu-PNV, catalanes convergentes-republicanos), y así hasta completar el caótico patio de Monipodio en que se ha convertido la política española.
Mañana en Madrid hay manifestación de agricultores del Sureste para demostrarle a la ministra supremacista y lela en rentabilidades exportadoras, que cambie el discurso o provocará heridas de difícil sutura entre españoles que hasta ahora se habían llevado divinamente. No pretenderán que dentro de cuatro meses votemos a Ximo Puig, y al poco, cuando adelante las elecciones Pedro Sánchez, lo elijamos también a él que es nuestro contrario y aliado de García-Page, quien de momento logra vencer (no convencer) dividiendo a las comunidades necesitadas del trasvase.
Si esto es lo que trae la España de las autonomías, yo me voy a Zulandia.