Crímines y más. La gata negra
Tenemos un caso claro de coacciones, de chantaje, de aviso o sugerencia de calumnias, de delito de crisis porque Julisdeysis se ha agarrado al clavo ardiendo que es el abuelo.
Los calores del ferragosto se empeñan en amargarnos la vida. Sigo soportándolos con el método clásico, que el aire acondicionado me mata. Palangana para los pies, abanico y cerveza Alhambra del congelador: remedio infalible. Hasta el amor de mi vida dice que me vienen rápidamente las explosiones libidinosas y las ganas de hacer uso del matrimonio, como decía el cura de Canónico, que anda ya por los infiernos de Dante por tirarle los tejos a todas las chicas de segundo que pasaban determinados parámetros de “ser macizas”, conforme a los criterios del gran Forges. Eso ya no se puede decir porque nos han secuestrado el lenguaje -peor que cuando Franco- y solo podemos usar las palabras bendecidas por los grupos de presión, llámense “lobbies” que dirigen ideológicamente nuestra existencia. Esos grupos nos autorizan a pensar, a hablar y a escribir y si no lo hacemos como ellos dictan – de decretar, establecer, prescribir- nos llaman fachas, ultras, reaccionarios… Ellos, que cuando nosotros corríamos delante de los grises en la Universidad franquista, ni habían nacido ni se les esperaba. Ellos que, cuando nos metieron internos en colegios de curas - porque nuestros padres habían tenido que emigrar a Alemania- estaban ya con tata que los cuidaba y vestidos de celeste los niños y de rosita las niñas porque aún no se había inventado la gilipollez de que cada uno es lo que quiere ser independientemente de la biología.
Mientras escribo, viene por detrás y a traición, el amor de mi vida y me da una colleja medio cariñosa, medio agresiva - clarísima violencia y coacción contra el hombre-: deja ya de escribir bobadas y de ponerte a todo el mudo en contra ¡leches! Te van a tener que poner otra vez escoltas, como cuando eras espía etarrólogo. ¡Qué manera de buscarse enemigos, Señor mío Jesucristo!
La política contribuye a cabrearnos casi tanto como “la calor”. No ganamos para sobresaltos. Feijoy se empeña en proclamar que ha ganado y es verdad, pero aquí no se cuenta por votos sino por diputados y ya le han dicho unos cuantos que no van a votar para investirlo. O sea, que se tendrá que quedar desnudo, en bolas. Los de Vox ofrecidos, pero sabiendo con el PP solo no van a ningún lado.
Sánchez va a lo suyo. Los deja cocerse en su propia salsa, que le escriban cartas inútiles y que lloren por los rincones su amarga victoria. Los catalanes no se esconden y los vascos van al rebufo: no nos interesa la gobernabilidad del Estado español - tienen prohibida la palabra España, esto ya pasaba cuando en los noventa yo vivía en Eukadi-. Solo les interesa la fuerza de sus votos en la investidura para conseguir amnistía, autodeterminación y referéndum, todo contrario a la Constitución, que a ellos se la suda.
No envidio a Sánchez. Se ha ido a Marruecos de veraneo para dejar que se aplaquen los contrarios y volver el 17 a contar votos con Yolanda, con los ezquerras y los puigdemones y con los peneuveros y los bildus. Fíjense cómo están las cosas. Sánchez tiene, mientras veranea con el demócrata Mohamed nosecuantos en Marruecos, hasta negociadores por encargo. Son los esquerras quienes intentan convencer a los puigdemones de que voten por él, que no permitan que haya elecciones de nuevo porque sería un desastre. Los socialistas pueden veranear tranquilos mientras los esquerras ejercen de embajadores, negociadores y mamporreros.
No envidio a Sánchez, no envidio a Campechano, que también se ha ido – como su abuelo, su tatarabuela, sus tatara tatarabuelos Carlos y Fernando, a un exilio dorado nadando en petrodólares. Si yo hago la vigésima parte de lo que ha hecho Campechano, estoy en el penal de Ocaña cumpiendo. ¡Viva la igualdad ante la ley! Fijo como que ahora mismo hay 37 grados.
No envidio a nadie, salvo al amor de mi vida que me trata con el desdén lógico de quien se sabe con la sartén por el mango. Yo estoy nada más y nada menos que en La Gata Negra, festival comarcal y transfronterizo de literatura de la buena. Al norte de Cáceres, en la frontera con Salamanca, en la raya con Portugal. Una pasada.
Nació hace tres años, a la sombra de la primera, de la más grande, la Semana Negra de Gijón que es el modelo de todas y se va afianzando como referencia de la novela de crímenes. Por aquí ves a señores respetables, calvos incluso, con su barriguilla cervecera. Ves a niñas angelicales, con cara de no haber roto jamás un plato, que parecen recién salidas del bachillerato en el colegio de las esclavas del cordero, y matan y torturan y entierran con la facilidad de un asesino en serie. Malas y frías como el corazón de una ex.
Cien años después a Luis Roso le ha traído problemas la publicación de su investigación porque aún escuecen las barbaridades y los agravios que se heredan como las casas y las fincas
Fíjense que yo estoy pasota de la política desde hace mucho y solo miro los titulares para ver si vamos a seguir cobrando las pensiones o me voy a tener que dedicar a atracar en los cajeros automáticos - el cuchillo de Rambo me lo compré el otro día al pasar por Albacete, acero resistente y de primera calidad-. Bueno pues pasando de política y todo me tengo que quitar el sombrero ante la actuación y la capacidad operativa del Ayuntamiento de Moraleja, la capital de la literatura española estos días. Desde su alcalde Julio César hasta el último concejal, Estefanía, Angélica, Soledad…, todos se han volcado y han trabajado para contribuir al éxito de la Gata Negra. Así se hace. No hay que decir nada del comisario Luis Roso, profesor de Instituto de Lengua y Literatura que dedica media vida al festival transfronterizo. Roso, busquenló, escribió hace un año, en Al revés con Gori Kerrigan, “El crimen de Malladas” un desatre político y judicial de hace más de cien años en esta tierra. Cinco campesinos fueron condenados por asesinar a cinco personas, niñas y una mujer embarazada incluida, y cien años después a Luis Roso le ha traído problemas la publicación de su investigación porque aún escuecen las barbaridades y los agravios que se heredan como las casas y las fincas.
Me he encontrado con un hombre Roberto Sánchez, con el que he dormido un montón de noches - no se me alarmen, que ninguno somos de la LGTBI ni tenemos que salir de ningún armario con todo mi respeto para el que quiera salir o quedarse o lo que le dé la gana- . Roberto hace en la Ser “Si amanece nos vamos”. Noche en vela – claras señales de su programa- está a medio camino entre la literatura negra clásica y el trhiller actual. Cuenta la charla en la radio entre un actor desaparecido y acusado del asesinato de su amante y el locutor de la radio a quien elige para contarle su verdad. Un placer charlar con Roberto, periodista de mucho postín y muchos kilómetros.
¿Qué decir de los moderadores? El profesor José María Brull creo que nos engaña. Este tío no da clase de Matemáticas como dice. Uno que se dedica a los logaritmos y las ecuaciones, no puede saber tanto de literatura. Nos engaña. Miriam Rivero, exultante mujer, inmensa – dicho con todos los respetos, no sea que se me tiren al pescuezo-, también funcionaria que nos engaña. No puede dedicarse a poner sellos y a rellenar impresos, una chica, mamá de varios niños, que deja a la altura del betún a modelos de primera línea. ¡Que manejo de las mesas literarias, señor! También autora de novela negra y novela erótica. No puedo leer nada erótico de Miriam porque luego tendría que ir a confesarme echando hostias. Pecados de pensamiento y de obra a porrillo.
Carlos Fernández Villaverde, periodista que ha traído a la Gata Negra su primera novela. Furtivos contra señores es un trhiller policiaco que se sumerge en las cloacas del estado. Un submundo oscuro y desconocido que de conocerse haría tambalear a la modélica democracia española.
No puedo pasar por alto a Monica Rouanet, alicantina y escritora de muchísimos kilates. El camino de las luciérnagas es la instrucción judicial – todos los autores de novela negra se meten con los jueces, hay que darles más caña que estos escritores se creen que “todo el monte es orgasmo”- de un extraño accidente de coche en el que las víctimas parecen llevar muertas más de 35 años. ¿Cómo se come eso? Tendrán que leer a las luciérnagas de Mónica Rouanet.
El gran Félix Hernán tiene que salir aquí, aunque haya hablado de él la semana pasada. Delfines de plata está triunfando porque no puede ser de otra forma. Yihad, cuernos, mariconeo, ministros, toreros, hoteles de lujo, torturas, sexo, intriga. ¿Quieren más ingredientes? Todos están en Delfines de plata.
No puedo leer nada erótico de Miriam porque luego tendría que ir a confesarme echando hostias. Pecados de pensamiento y de obra a porrillo.
Clara Peñalver, bióloga, paisana mía que se ha dejado caer en el festival transfronterizo con su hija pequeña en brazos. Como tiene que ser. La importancia de tu nombre es una novela negra brutal. La vida se nos complica a todos cuando menos lo esperamos y por cuestiones que pueden no parecer importantes. Una terapeuta queda atrapada en un juego macabro de un desconocido.
Carlos Salem, argentino y autor pirata, como el de la pata de palo de Sabina. Los dioses también mueren. El protagonista vuelve a la sierra de Gata - se desarrolla imaginariamente aquí- para tratar de demostrar que su padre no mató a un antiguo novio de su madre a quien él se parece mucho.
¿La vida se te altera cuando menos lo esperas? Efectivamente. No se lo van a creer. ¿Se acuerdan de que empecé aquí mismo una serie sobre timos amorosos a los abuelos? ¿Se acuerdan de que los propios editores me aconsejaron parar a esa serie de artículos diciéndome que eso era una novela? La voy a escribir, aunque antes tengo que terminar – ya estoy en la Sierra de Gredos enclaustrado, monje trapense, amanuense y escritor sin ver nada más que a las águilas y los jabalíes - 357 Magnum. Por ti me juego la salvación. Tengo enormes tentaciones de sacar aquí ya la portada que ya la tiene Kerrigan para Al revés. No lo hago porque el amor de mi vida se me cabrea y, cabreada, tiene mala leche a espuertas. No se lo van a creer, ayer en la cena me tocaron en el hombro suavemente. Querían saludarme. ¿Quién era? El abuelo al que Juisdeysis le ha sacado una pasta. Hasta la Gata Negra me ha seguido el hombre. Estaba compungido. Dice que Julisdeisis le ha cogido la medida y le esta pidiendo más de lo que puede darle. Ya no pide, ya exige. Y él tiene miedo, porque se pone agresiva, de que se la monte bien montada si le corta el grifo. Me tomé con él dos cervezas y le aseguré que lo íbamos a estudiar. Tenemos un caso claro de coacciones, de chantaje, de aviso o sugerencia de calumnias, de delito de crisis porque Julisdeysis se ha agarrado al clavo ardiendo que es el abuelo. En fin. No hay tiempo ni espacio para más. Moraleja. La Gata Negra. Cilleros hace dos días con unas libreras, Montaña y María, maravillosas y con unas maestras, Navelonga y Maria, guapísimas y lectoras, que hicieron triunfar y agotaron los ejemplares de “El gato tuerto”. Tengo que volver por aquí como sea. Voy a ver si antes de irme al retiro de Gredos amenazo a Julio César, el alcalde, lo mismo que Julisdeysis al abuelo. Genaro, creo que se llama el hombre, que ahora mismo no me viene a la memoria. ¡Pacooooooo! El dueño del Hotel La Encomienda. ¡Que hotelito, pequeño, precioso, limpio, cómodo….un pasote! Traeme una Alhambra fresquita que me hidrate antes de tirar para Gredos. Un cisterciense, eso es lo que soy. Hasta en la cárcel de Ocaña estaría mejor. Mecagoentoloquesemenea.