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Mirando a Cuenca

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Feliz fin de semana. Estamos en esos días que nos regala septiembre, centrados en festividades de La Virgen, el viernes fue la Natividad de María y próximo martes será el Dulce nombre de María. Muchas son las poblaciones que aprovechan estos días para sus celebraciones de agradecimiento por las cosechas, o rogatorios para lo que está por venir, etc.

Társila de Vegamonte es una buena amiga mía desde hace décadas. Társila estudió en un colegio "privado", así lo cuenta ella, con mucha gracia, porque decía que el colegio estaba "privado" de todo, por no tener, no tenía ni patio.

Társila era de un pueblecito de Cuenca. Desde la parte alta del pueblo se ve perfectamente la capital y allí, una mañana de septiembre, mirando a Cuenca, fue cuando se enamoró del que sería el hombre de su vida. Ella lo cuenta con la mirada perdida porque, como pasa siempre, ese hombre desapareció y ahora está felizmente casada con otro. Társila conserva una casita en el pueblo, en la parte alta y desde su dormitorio también se ve Cuenca y allí, en la intimidad, ha pasado momentos muy felices de sus vacaciones rurales, porque ella se vino a vivir al Levante, porque no estaba hecha para las tareas del campo y porque no podía estar mirando a Cuenca todos los días, sin nada más que hacer.

Társila ve la televisión, las noticias, y piensa si el tal Puigdemont habrá ido a su pueblo algún día, para reunirse con Sánchez, porque es un sitio muy discreto y probablemente, en la parte alta del pueblo, hayan estado comentando lo que uno quiere y lo que el otro da. Társila piensa así, porque es lo que parece, según dice "el Telediario".

Társila se sacó el carné de conducir practicando en caminos sin asfaltar, entre árboles y ovejas. Cuentan que cierto día se cruzó con un rebaño, mientras practicaba el cambio de marchas y, más pendiente de la palanca que del camino, terminó con la vida de doce corderos, un borrego y media docena de "churras". Probablemente el atestado de la Guardia Civil diría algo menos y el paso de los años ha hecho crecer la "gesta". Lo cierto es que cuando ella vuelve a su pueblo, las madres salen a la calle a recoger a sus hijos y todos se encierran en sus casas, en un gesto de bienvenida, hasta que aparca el vehículo.

Les cuento esto mientras Társila y yo caminamos por uno de los bulevares de mi barrio, hablando de la actualidad, de lo que pasa, de las "entendederas" de los que nos mandan.

Esta semana ha ocupado nuestras conversaciones las pérdidas de la "Campos" y de "María Jiménez". Ambas han entrado en nuestras casas por ese maravilloso medio que es la televisión. Ambas nos han dejado el sello de sus personalidades a través de entrevistas, de actuaciones y, en general de su presencia televisiva. Hay cierta tristeza en los comentarios de Társila, porque en el fondo todos sentimos las pérdidas de estos "famosos".

Társila me ha preguntado qué se yo de la amnistía y qué consecuencias puede traer, y yo, sólo he sabido decirle que se trata de una concesión más a los que menos quieren a España. Ella me ha dicho que lo que ha entendido es que esto viene a ser como si se unieran todos los ladrones que hay en España y le dijeran a Sánchez que le votarán en las siguientes elecciones, si les quita los delitos cometidos hasta hoy, con sus correspondientes penas y eliminando cualquier posibilidad de ser juzgados en el futuro, por lo hecho hasta este momento, y todo esto porque la justicia es injusta. Yo no lo hubiera explicado mejor, eso es una amnistía.

Los científicos hablan de la "plasticidad" del cerebro y yo veo que es tal, esta plasticidad, que permite que los políticos que, hasta hoy, pensaban que eso era imposible, la amnistía, hoy piensan que hay que negociarla. Imagino que a eso se refiere el término "plasticidad".

Nos despedimos, Társila y yo, comentando el terremoto que ha sufrido Marruecos y que se ha llegado a sentir en Andalucía. Es estremecedor lo que hace "la Tierra" cuando se mueve.

Me quedo reflexionando sobre la semana, mientras encamino mis pasos hacia casa. Hoy quiero disfrutar de la playa, de la lectura, y despejar mi mente.

Pensando en la gastronomía del fin de semana, recuerdo que oí a un cocinero decir que, si vamos al mercado, compremos la verdura y la fruta más barata, porque eso significa que seguro es de temporada y seguro es de "aquí cerca". Esos comentarios tan naturales me trajeron a la mente los recuerdos de algunos viajes a Galicia en los que he visto pequeños huertos en las casas y he podido comprobar una economía de "trueque", que permitía a todos tener patatas, acelgas, coles, etc. y con ellos "construir" el manjar del día.

Que tengan una feliz semana, que disfruten de aquello que la vida les ha permitido tener y que amen con abundancia, porque eso les llevará a ser amados.

Como siempre, servidor de ustedes... Sergio Morales Parra