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París bien vale una misa, o un "salat"

Gran parte de los gobiernos occidentales están a favor de los israelitas, mientras sus pueblos, esencialmente sus juventudes lo están a favor de la causa palestina.

Imagen archivo protesta pro-Paletina en París

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Por pura casualidad, en un viaje cultural que tenía organizado desde hace tiempo, me pillaron las manifestaciones de este pasado fin de semana en París a favor de la causa palestina. Al desocupado turista le prevaleció su condición periodística, y me metí en el lío entre carreras, bombas lacrimógenas, disparos de pelotas, cargas (allí la policía antidisturbios no se anda con chiquitas ni con distingos a la hora de aporrear disolviendo los saltos de los manifestantes, y eso que un compañero francés me proporcionó el brazalete de "Press" que de poco me valió).

Entre el miedo y la nostalgia pude revivir aquel Mayo del 68, comprobando como la juventud gala, esencialmente estudiantil: "¡Gaza, París está contigo!", se revela de nuevo contra el establishment político saltando a la calle en una ofensiva que se sabía perdida apriorísticamente contra un auténtico y pavoroso ejército policial: lo hombres de negro armado. Pero y aparte de la muchachada en rebeldía, en París, y sobre todo sus grandes barriadas extramuros del elegante centro decimonónico, predominan los miles de magrebíes de varias generaciones venidos y ya instalados en Europa a la búsqueda del sistema de vida capitalista que un profesor de la Sorbona, en cena posterior a "la mani" me explico como "la previsible venganza contra el pasado colonialismo explotador", añadiendo que "los pueblos históricos se han vuelto clases sociales, África versus Europa, y el combate se libra bajo la excusa de las banderas religiosas: cristianos y agnósticos frente a islamistas en una nueva Yihad." Le respondí que, de alguna manera, Israel tenía derecho a defenderse, porque después de Tel Aviv podría ser Jerusalén (El Reino de los Cielos) la ciudad masacrada, con lo que el conflicto se internacionalizaría, sin otra salida que la desaparición, al menos parcial y por supuesto territorial, de los judíos o de los palestinos. De momento, Gaza está tomada por el ejército israelí, ¿cuál puede ser la respuesta de Hamás?, y mucho más grave, ¿cuál es la de los mucho más potentes Hezbollah?

No me extenderé en describir atrocidades porque ya las ven ustedes en vivo y en directo a través de sus pantallas segundo a segundo, incluida la guerra informativa o desinformativa. Sin embargo, ese París, tantas veces capital del mundo diplomático para llegar a acuerdos, el francés ha sido el idioma oficial en foros internacionales, bien podría valer una misa, y un salat, para intentar poner larga paz y frontera consensuada que obligara a las partes a su estricto cumplimiento. Paradójicamente gran parte de los gobiernos occidentales están a favor de los israelitas, toda una potencia militar y económica, mientras sus pueblos, esencialmente sus juventudes y gentes con cierto compromiso político lo están a favor de los palestinos.

España se juega mucho en este compromiso. Y esencialmente el litoral mediterráneo donde cada vez es mayor el asentamiento musulmán, aunque en nuestro beneficio hay que defender que somos uno de los países más llevaderos en la convivencia interracial y religiosa, sin volver a caer en el tremendo error de aquello que se llamó "la Reconquista", como la posterior expulsión morisca desde los puertos valencianos. Y personalmente me gustaría volver al París del amor sin que me dieran un varazo con una bandera palestina, ni un porrazo gendarme. Con muchísimo gusto volvería a entrar en Notre-Dame para una acción de gracias al único Dios de las tres religiones.

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