Los nuevos “michelines” de la Comunidad Valenciana

Todos los años, por estas fechas, se celebra la famosa gala donde se conceden las acreditadas estrellas de la guía gastronómica francesa Michelin. La pasada edición, como todos recordaremos, fue en Valencia que este año ha cedido a Barcelona el papel de anfitriona.

El mundo de la restauración en España, entiéndase con un estatus medio-alto, y por supuesto en los centros didácticos especializados en la materia alimenticia-gastronómica, están pendientes de esta especie de competición sobre quienes suben, se mantienen y bajan en nuestro país, pero, y eso hay que tenerlo muy en cuenta, dentro de una categorización y perspectiva gala, (ideologías gastronómicas) sea por la obtención la primera estrella, la segunda o el pódium de las tres divinidades; o la dura pérdida de algún galardón que puede producirse porque los visitadores de la Michelin entienden que ha descendido la calidad del establecimiento o, también, como es el caso este año del alicantino Nazario Cano, por cierre.

En nuestra Comunidad Valenciana tres restaurantes obtienen por primera vez el famoso

galardón que colocarán en la puerta de sus establecimientos: uno está en Benissa, Casa Bernardi

con su curioso, pero acertado mestizaje ítalo-hispano, donde Ferdinando Bernardi, hombre

muy viajado por las cocinas europeas y americanas, prepara ahora novedosas formulaciones

en pasta y pescados, al tiempo que unos postres deliciosos que se resumen en su original

“Piccola Pasticceria”

El segundo nuevo astro rutilante recayó para nuestra región en Calpe, concretamente en Orobianco, que, tras diversos bandazos en cocina, se trajo del barcelonés restaurante Lasarte a Paolo Casagrande, muy capaz de recuperar la estrella perdida con Croanti (Paolo en Barcelona tuvo tres), con su cocina absolutamente mediterránea nacida en el Adriático, pero fusionada con su maestro Berasategui en maravilloso cóctel de ideas esencialmente cuando se trata de combinar cualquier tipo de pasta, pescados y vegetales.

Restaurante Orobianco

Y la primigenia estrella Michelin esta vez alumbra la capital comunitaria: València. El restaurante Fraula (fresa en castellano) que dirigen una joven pareja Dani Malavía y Roseta Félix, quienes antes pasaron por las cátedras de Quique Dacosta y Ricard Camarena, y ahora nos ofrecen una comida absolutamente de mercado tal y como aconsejaban allá por los 70 del pasado siglo, los 10 mandamientos de la 'Nouvelle Cuisine', pero sin aquel minimalismo en materia y cantidades. Por lo tanto, predomina el producto de temporada y la imaginación de una carta con infinitas combinaciones. Además, bastante asequible si lo comparamos con otros galardonados. Son la sensación de los gastronómadas capitalinos, por lo cual reserven si quieren una mesa a tiempo.

Restaurante Fraula