En Suiza por el bien de todos
Feliz fin de semana, feliz primer Domingo de Adviento, encaramos la Navidad... sin darnos cuenta.
Llegan los festivos que provocan uno de los puentes más importantes a nivel de nuestra Comunidad Valenciana y el más importante a nivel nacional. Todos haremos planes, aunque sea el plan de no movernos de casa, para disfrutar de la familia que tenemos aquí.
El tiempo nos acompaña, empieza a notarse el frío, pero no de una forma extrema, así que nos permite entrar en "ambiente navideño", disfrutando de amigos, familiares y de las primeras compras.
Mientras tomo café con mi amigo Edelmiro, hombre alto, rudo y de aspecto "en expansión", que suele decir él, hablamos de cosas de la actualidad, ponemos en la mesa motivos de discusión, debate o simple conversación.
Hoy Edelmiro me mira y me pregunta por esa reunión, llena de transparencia, de la que no sabemos ni dónde se celebra, ni quiénes son realmente los asistentes, ni qué van a negociar en verdad, pero transparente, muy transparente, por eso hay que celebrarla fuera de España y, además, se hace para mejorar España y por el bien de todos los españoles. Esa es la razón por la que no se está tratando en el "Hemiciclo", es decir, en el Congreso de Diputados, porque allí es donde reside la soberanía popular, pero, por lo visto, no debe ser real, no debe ser la buena. La buena, la que puede tratar estas cosas, dice mi amigo Edelmiro, es la representada allí, en Suiza, en aquella reunión, en la que se habla del futuro de todos los españoles y de la España que hasta hoy conocemos.
Parece, dice mi amigo Edelmiro, mientras se "atusa" la barba, parece que nuestro Presidente tendrá que ir mandando mensajes, a esa mesa, para decir lo que piensa y lo que no, para que aquellos lo aprueben y vayan dando el visto bueno y así, vaya siendo gobernada España, con un Presidente real, en el exilio, que va marcando el paso al de aquí.
Los españoles nos hemos enterado también de que Feijóo ha cambiado su primera línea de ataque y ha puesto a algunos de los más duros. Uno de ellos, el conocido en los círculos más cercanos, como "Corín". Le viene este apodo porque se apellida "Tellado". Mi amigo Edelmiro siente un gran respeto por este hombre y sus metáforas, a la hora de explicar cualquier situación. "Nos dará muchas horas de gloria", me dice Edelmiro, con esa sonrisa que siempre precede a la carcajada.
Edelmiro, como yo, viene de una familia humilde. "De pequeño" le regalaban juguetes que iban con pilas, pero que él tenía que mover con la mano, porque había dinero para el juguete, pero no para las pilas. Edelmiro jugó gastando las rodillas de los pantalones, es decir, tirado en el suelo y arrastrándose, como hemos hecho toda la vida, no como hoy. Hoy, los niños, juegan sentados y con un ratón en las manos, mientras miran una pantalla.
Edelmiro sigue teniendo esa cara de "granujilla" que tenía de pequeño. Recuerdo cierta ocasión en la que rompió un cristal y, antes de que llegarán sus padres, me dijo: "Ponte aquí, que vienen", y yo me puse allí, sin reparar que allí era junto al cristal roto. Así el cabreo de los padres se vio amortiguado porque lo había hecho el amigo de Edelmiro, el enfado fue menor y Edelmiro me lanzó esa mirada de pillo que yo he sabido interpretar el resto de los días de mi vida.
Debe ser la misma cara que le pone el Presidente Sánchez a Albares, cada vez que habla de Israel y el pobre Albares lo sufre, porque la Diplomacia sufre las embestidas de los politicuchos que se empeñan en no respetar tiempos y formas. Edelmiro, que de esto también sabe, me dijo que Política y Diplomacia no sólo son distintas, sino que, en la mayoría de las ocasiones, están encontradas. Edelmiro va a tener razón.
Ambos hemos revisado las noticas de la mañana y nos ha apenado la muerte de Dña. Concha Velasco. Una artista que llenó nuestras vidas en sus múltiples facetas. Un ejemplo de mujer trabajadora, emprendedora y luchadora, enamorada de cuanto hacía. La tuvieron que retirar de los escenarios sus hijos, a ella le faltaba valor para irse. Me cuentan, los más íntimos, que cuando salió por la puerta del teatro, el día de su última actuación, dijo en voz baja: "Aquí acabó todo" y permaneció unos segundos en silencio, casi sin moverse, como despidiéndose de un mundo que había sido, pero que jamás volverá. Pasaron por su mente las imágenes de "Las chicas de la Cruz Roja", los besos a "Toni Leblanc", sus impresionantes bajadas de escaleras en los teatros de La Gran Vía, sus poses ante las cámaras de televisión... y en unos segundos, se apagó todo. Hoy le rindo tributo a una mujer excepcional. Edelmiro se acaba de secar dos lagrimones con esas servilletas que ponen en las cafeterías que sólo valen para una gota de agua, la segunda gota necesita otra servilleta.
Con Edelmiro me voy a visitar a nuestro carnicero favorito para que nos dé unas piernas de cordero lechal, a las que vamos a someter a una cierta temperatura en el horno, mientras preparamos unas verduras. Antonio, nuestro carnicero, no sólo nos las prepara, sino que nos da todo tipo de consejos para que podamos obtener el resultado perfecto. Antonio, nos ha dicho que, para la siguiente, tendremos que llevarnos unos chuletones de "vaca madurada" que allí nos esperan. Hemos levantado la vista, entre tanta señora que había ido a comprar y allí, al fondo, había una "máquina" de madurar las carnes". No había ninguna señora cerca, imagino que por miedo a que les quitara el efecto de las cremas.
Mientras preparamos la comida de hoy seguiremos hablando, del pasado y del presente. No creo que bebamos tanto como para hablar del futuro, porque eso... eso es una incógnita que sólo puede desvelarnos Puigdemont.
Como siempre, servidor de ustedes... Sergio Morales Parra